Política

Estado Islámico

¿Cómo está actuando Obama?

Militares de EE UU en unas maniobras a bordo del portaaviones «USS George H.W. Bush» en aguas del Golfo Pérsico
Militares de EE UU en unas maniobras a bordo del portaaviones «USS George H.W. Bush» en aguas del Golfo Pérsicolarazon

Responden en La Razón el ex oficial de Inteligencia de EEUU Earl Tilford y el escritor David Horowitz.

A FAVOR

Combatir ahora o ser su víctima luego

Earl Tilford*

Durante las presidenciales de 2012, el presidente Obama se jactó de que «Osama Bin Laden está muerto y Al Qaeda se oculta». Estaba en lo cierto: Bin Laden es historia y Al Qaeda se oculta más que nunca. La cepa más reciente de Al Qaeda, el Estado Islámico de Irak y Siria (EI), inventada por Al-Qaeda en Irak durante el apogeo de la Operación Libertad Iraquí, cobró fuerza y ganó experiencia en la guerra civil siria, conflicto que Obama evitó, tachando la probable intervención de «hacer tontadas».

Hoy, el Estado Islámico de Irak y Siria tiene desplegados unos 50.000 yihadistas fanáticamente comprometidos con una agresiva agenda fundamentalista. En junio de 2014, seis meses después de que Obama tachase al EI de «lelos» entre los grupos terroristas, el líder del Estado Islámico Abú Bakr Al Bagdadi declaró un califato desde la Siria occidental a las regiones kurdas del norte y el sur de Irak, hasta las afueras de Bagdad. Hoy, al-Bagdadi ocupa los primeros puestos de la lista de terroristas más buscados por EE UU junto al líder de Al Qaeda, Amán al-Zawahiri.

El Estado Islámico plantea una amenaza inmediata al levante, región que incluye Creta, Siria, el Líbano, Israel, Jordania e Irak. El objetivo del grupo terrorista es ampliar su yihad radical a nivel global y amenaza con izar «la bandera verde del islam sobre la Casa Blanca». Si el Estado Islámico de Irak y Siria fuera un cuadro médico, sería el de un cáncer en el estadio tres que metastatiza al cuatro.

La amenaza inmediata es a los refugiados kurdos y a los yazidíes –una minoría étnica que practica una religión sincrética que marida el islam sunita y el sufí con elementos del cristianismo y de otras religiones– atrapados juntos en las faldas del Monte Sinyar, en el Irak septentrional, y a la capital kurda de Irbil. La posibilidad de genocidio es real. Si bien los kurdos y los yazidíes son combatientes feroces, el Estado Islámico de Irak y Siria anda sobrado de armamento estadounidense.

La situación en Irak se presta a una campaña aérea a gran escala y estratégicamente montada para la que la elección del momento propicio es esencial. Los efectivos del EI son vulnerables en el desierto a cielo abierto, pero si «se ocultan» en los pueblos y municipios capturados, se valdrán de los rehenes como escudo mientras montan las posiciones de ataque.

Destruir quirúrgicamente al EI es algo que puede hacerse con presencia estadounidense sobre el terreno mínima. Otros países han de despertar a la amenaza del EI y colaborar en su derrota. Los diplomáticos estadounidenses tienen que instar a los Emiratos Árabes Unidos, a Arabia Saudí y a Jordania a enviar efectivos terrestres para apoyar al Ejército iraquí. El Estado Islámico tiene en el punto de mira a esos regímenes claramente.

Si EE UU no encabezan una campaña fructífera, el Estado Islámico enrocará su califato terrorista en el corazón del levante. Desde allí el ISIS ampliará su yihad por los países del Golfo Árabe hasta Jordania y el Líbano. Con el tiempo podría aislar y atacar a Israel y, al hacerlo, exponerse a la represalia nuclear israelí. En este caso, el epítome de «tontada» es que la administración siga dispensando al EI el trato de «lelos». Como el cáncer que se extiende, cuanto antes sea confrontado el EI, más favorable será el diagnóstico a largo plazo.

* Ex oficial de Inteligencia de las Fuerzas Aéreas de EE UU. Director de Documentación del Instituto de Estudios Estratégicos del Ejército de EE UU(1993-2001)

EN CONTRA

Ha incendiado todo Oriente Medio

David Horowitz*

Barack Obama se marcó deliberadamente como objetivo perder la guerra de Irak y la perdió. Desafió los consejos de su Estado Mayor para proteger la formidable presencia militar de América y dejar destacados 20.000 efectivos en el país, abandonó Irak a su suerte y a merced de la misericordia de Irán. Al hacerlo, traicionaba a cada estadounidense e iraquí que dieron sus vidas para crear un Irak libre y lejos de las garras de los terroristas.

Irak es hoy una zona de guerra dominada por las fuerzas terroristas del Estado Islámico, cuya relevancia fomentaron las políticas de Obama. Los dos secretarios de Estado que ha tenido elogiaron al «animal» Bachar al Asad por «reformista» y «hombre de paz», ayudándole a desmantelar a su oposición nacional. El Estado Islámico es vástago del caos sirio que sobrevino.

Bastante peor fue el apoyo de Obama a la Hermandad Musulmana, nodriza de Al Qaeda y de Hamas. Durante «la Primavera Árabe», Obama se valió esencialmente de la influencia de América para legitimar a esta organización criminal, que llevaba 40 años ilegalizada a causa de sus crímenes contra el régimen egipcio. La secretaria de Estado Clinton dio garantías sin fundamento al mundo de que los Hermanos Musulmanes estaban dispuestos a formar parte del mecanismo democrático, y renunciar a sus 50 años de guerra santa contra los infieles, judíos en particular pero también –y explícitamente– Estados Unidos. Durante el breve paso por el Gobierno egipcio de la Hermandad, Obama entregó a estos fanáticos genocidas más de mil millones de dólares en ayuda norteamericana y cazabombarderos F-16 de fabricación estadounidense, que podrían alcanzar fácilmente los principales centros israelíes de población que durante 60 años la Hermandad había prometido destruir.

A través de sus imprudentes intervenciones en Oriente Próximo y de su apoyo a la Hermandad, Obama ha prendido fuego a Oriente Medio. Toda la violencia que se está registrando en la zona, desde Gaza a Irak, incluyendo la guerra genocida de Hamas contra Israel, ha sido alentada por el apoyo de Obama a la Hermandad y por su hostilidad al estado judío.

Característica de este estímulo fue su intervención ilegal en Libia, que vulneró todos los principios que invocaban Obama y los Demócratas a la hora de atacar al presidente Bush y minar la guerra de EE UU contra el régimen de Sadam y los terroristas de Irak. Gracias a Obama, Libia está hoy en manos de los terroristas, y miles de libios huyen con destino a Egipto y Túnez gracias a Obama: las minorías cristianas de Irak, que datan de los tiempos de Jesucristo, están siendo diezmadas.

A causa de la aversión de Obama al papel de Estados Unidos como garante de la paz internacional, el tirano Putin ha podido engullir Crimea y amenazar al resto de Ucrania. Desde su elección en 2009, las políticas de Obama vienen siendo las responsables de las muertes de decenas de miles de personas. Gracias a sus esfuerzos por desarticular las fronteras de EE UU, puede que haya estadounidenses incluidos en este pesimista recuento. Desde luego, los estadounidenses están hoy más amenazados por los terroristas que nunca.

* Escritor estadounidense, autor de los «bestseller»: «Los Rockefeller» (1976), «Los Kennedy» (1984) y «Los Ford» (1987).