Restringido

Cómo gobernar Francia a golpe de SMS

Hollande no se separa de su móvil en ningún momento pese a haber prohibido su uso en los consejos de ministros. Ha convertido el sms en un método de gobierno paralelo que rozaría la adicción

Cómo gobernar Francia a golpe de SMS
Cómo gobernar Francia a golpe de SMSlarazon

Hollande no se separa de su móvil en ningún momento pese a haber prohibido su uso en los consejos de ministros. Ha convertido el sms en un método de gobierno paralelo que rozaría la adicción

«No sin mi móvil». Ese parece ser el grito de guerra de François Hollande, que ha hecho de su teléfono celular una suerte de extensión de su mano. No sólo el presidente francés tiene dificultades para separarse de dicho aparato, sino que desde que se instaló en el Elíseo dirige los designios de Francia a golpe de SMS.

Costaba imaginar a un político tan mesurado y templado como Hollande, víctima de alguna adicción. Pues lejos de esa imagen de hombre moderado se esconde un fanático del móvil. Un «yonqui» del SMS llega a asegurar el diario «Libération» que ayer desvelaba pormenorizadamente los «usos y abusos» del dirigente socialista, «un fanático de primera» que, si tras su elección como presidente tuvo que limar su aspecto y moldear su actitud para encajar en el traje presidencial con todas las concesiones que eso conlleva, se negó sin embargo a abandonar ciertas costumbres o renunciar al teléfono. El mismo número que siendo primer secretario del Partido Socialista y posteriormente candidato a la presidencia de Francia le servía para comunicarse con el mundillo político-mediático, practicar su proverbial sentido del humor o consumir la actualidad.

Por eso resulta curioso que hace apenas unos meses el presidente galo vetara el uso del móvil durante el Consejo de Ministros, obligando a los miembros de su gabinete a depositar sus teléfonos portátiles en el exterior de la sala hasta el final de la reunión para evitar su«dispersión». Y esto después de que varios de ellos fueran sorprendidos aporreando las teclas de sus respectivos aparatos en pleno Consejo, desatendiendo la palabra presidencial o ignorando la intervención de sus colegas. Claro que algunos de esos ministros, como en el caso de la ex responsable de Vivienda, Cécile Duflot, no hacía sino responder a los mensajes que el propio Hollande le enviaba. «Era fácil de detectar porque después de cada mensaje ambos intercambiaban una mirada cómplice» relata el diario citando a uno de los presentes.

Adepto del «haced lo que yo digo pero no lo yo que hago», Hollande es el único que tras proscribir su uso se permite llevarlo consigo durante dichas reuniones, oficialmente, por obligaciones del cargo. Eso sí, a más de un ministro le entró una incontenible risa interna cuando conociendo la obsesión del jefe del Estado por el mensajeo, éste se arrancó con dicha prohibición.

Quienes bien le conocen saben precisamente que el móvil y el mensaje corto es la mejor manera de comunicarse con el mandatario, Pero solo un puñado goza de ese privilegio. De hecho, la cantidad de SMS intercambiados opera como una suerte de barómetro sobre la simpatía o no que un ministro o colaborador despierta en el gobernante. Aunque, no siempre hay respuesta. Es lo que sucede cuando alguno de sus interlocutores le hace algún comentario sobre su rival Nicolas Sarkozy. Con su silencio, el socialista sabe que nunca podrán tenderle trampas si esos mensajes cayeran en manos perversas. Porque el presidente sigue utilizando para mensajearse con los suyos la misma línea desde hace muchos años, reservando un segundo número, especialmente protegido y codificado, para tratar los asuntos de máxima seguridad.

Tal es su adicción al SMS que François Hollande lo ha convertido casi en un método de gobierno paralelo a la vía protocolaria, decidiendo directamente asuntos con sus ministros sin informar a colaboradores ni prevenir a veces al primer ministro. «Aunque esas decisiones no son irrevocables ni definitivas» según un allegado del presidente que relativiza está compulsiva práctica del mensaje de texto.

En realidad, a Hollande le pierde una cierta impaciencia. La misma que le lleva a empuñar su móvil e interpelar a uno de sus ministros, a un diputado e incluso a gestionar una entrevista con periodistas obviando a su jefe de comunicación. Así sucedió con la que concedió hace unos meses al «Journal du Dimanche», sin contar con su asesor de prensa, que descubrió la entrevista una vez realizada.

Aunque al llegar al Elíseo, el socialista se vio obligado por sus nuevas funciones a contener su conocido e incisivo sentido del humor, en cuanto puede, Hollande, apodado con el sobrenombre de «Señor bromitas» («Monsieur petites blagues»), se despacha a gusto con sus más allegados vía SMS. Sea para comentar con su ministro de Trabajo el «Molière – similar a los premios Max de teatro – de la traición» concedido simbólicamente por un indignado sector del espectáculo: «Creo que ha te han dado un Molière» le escribía con cierta sorna; o para dar consignas a los miembros de su gabinete visiblemente inquietos el día en que Manuel Valls pronunció su discurso de política general: «Sonreíd, que estáis muy tensos», recibieron cada uno de ellos en sus respectivos móviles. «Está constantemente encima de nosotros» confiaba uno a «Libération».

Tal es la obsesión por el envío de mensajes intempestivos que se llegó a organizar una reunión de crisis en el Elíseo que concluía poco después al constatar que el presidente Hollande no está dispuesto a renunciar a su «texto-manía». Porque es una adicción y porque para alguien que hace poco se quejaba de la «soledad del poder» es quizá la única manera de estar en contacto con la realidad.

¿Contagioso?

Un SMS para votar al mismo son

La política 2.0 ha cautivado también a nuestros representantes públicos y algunas decisiones políticas se dan a conocer a través de SMS. En el congreso que el PP europeo celebró en Dublín para designar a su candidato a la comisión europea, después de negociaciones y hasta encuentros improvisados en los pasillos, la delegación española recibió un SMS minutos antes de la votación con el nombre del candidato que debían apoyar : Jean-Claude Juncker. Así evitaron filtraciones a destiempo . En el Congreso de los Diputados las convocatorias se envían por SMS al secretario general de cada grupo, quien se encarga de difundirlo al resto de sus compañeros. El diario de sesiones también está en la red y ya que sólo se imprime un ejemplar en papel para archivarlo. Algunos utilizan el móvil para desempeñar su trabajo en la distancia, con el que dan instrucciones o «asesoran». Los ministros también viven pendientes del móvil, pero para lo «trascendente» o «sensible» siguen empleando el cara a cara.