Guerra en Siria
«Con la ayuda de Alá, en un mes habrá caído Al Qusair»
Hizbulá explica a LA RAZÓN su plan para doblegar a los rebeldes en su bastión
Las explosiones de los cohetes lanzados desde Siria recuerdan a los 45.000 vecinos de Hermel (feudo de Hizbulá en el valle de la Bekaa) que el Partido de Dios ha arrastrado a esta localidad a la guerra por su participación en la ofensiva de Al Qusair. Más de 100 obuses han sido disparados contra esta localidad chií en los últimos 20 días. El martes, los vecinos de Hermel, fronteriza con Al Qusair, enterraron a una joven de 17 años, Loul Awad, que murió a causa de las esquirlas de una bomba.
De nada ha servido el ultimátum de 24 horas dado por el Ejército Libre de Siria (ELS) al presidente libanés, Michel Suleiman, para que detenga la operación militar de Hizbulá en esta estratégica ciudad siria, fronteriza con Líbano. «Si los ataques de Hizbulá contra territorio sirio no se detienen en 24 horas, vamos a tomar todas las medidas que sean necesarias para capturar a sus combatientes, incluso los perseguiremos en el infierno», advirtió el Salim Idris, jefe del ELS. «Que el mundo perdone al ELS por las represalias», justificó el comandante Idris. El grupo chií, aliado de Damasco e Irán, ha incrementado en los últimos días el número de combatientes en lo que parece ser el asalto final a Al Qusair, en el que el régimen ha recuperado el 80% de la ciudad, según fuentes cercanas a Hizbulá.
Sin embargo, un combatiente de la milicia chií asegura a LA RAZÓN que «tenemos bajo control más del 60% del territorio de Al Qusair y, con la ayuda de Alá, en un mes habrá caído la ciudad», advierte Jafar, que utiliza un nombre falso.
Jafar, de 23 años, reconoce que desde hace dos años está luchando dentro de Siria, «primero para proteger las siete localidades sirias donde residen libaneses y el centro de peregrinación de Saida Zeinab, a las afueras de Damasco».
«Nuestro líder, Hasan Nasrala, llamó a la lucha por Al Qusair para ayudar a las tropas de Asad y por eso estamos combatiendo a los rebeldes suníes para recuperar la ciudad», explica el guerrero de Hizbulá. «Resistiremos hasta el final porque así lo quiere Alá», asegura. Según Jafar, unos 500 combatientes de Hermel han sido llamados para el asalto a Al Qusair».
Aviones de guerra bombardearon ayer los barrios del norte y el oeste, todavía bajo control de los rebeldes, para preparar el camino a las tropas de asalto. Según la Prensa libanesa, unos 1.700 soldados de Hizbulá apoyan a las tropas de la Guardia Republicana de élite en la batalla de Al Qusair, bautizada la «madre de todas las batallas». «Nosotros estamos bien entrenados en la guerra de guerrillas urbana, pero hemos encontrado algunas dificultades a la hora de cómo atacarlos porque los rebeldes han construido túneles para escabullirse entre los edificios», indica el combatiente de Hizbulá.
A pesar de los intensos bombardeos del régimen, los rebeldes resisten ferozmente en la ciudad porque saben que si pierden Al Qusair se cortaría la ruta más importante de suministros y municiones que provienen de Líbano. La mayoría de mercancías y armas para Siria llegan a través de la localidad fronteriza de Arsal, la única de mayoría suní en el valle de la Bekaa, controlado por Hizbulá.
«El Ejército Libre de Siria cuenta con el apoyo y la protección de las autoridades locales», advierte un vecino de Hermel. «Arabia Saudí y Qatar están poniendo mucho dinero en Arsal para construir mezquitas salafistas y enviar a yihadistas a Siria para luchar contra las tropas del régimen y Hizbulá», condena Hasan.
La lucha en Al Qusair se está volviendo cada vez más sectaria, donde suníes (sirios, libaneses y de todos los países árabes) están luchando contra combatientes chiíes de Hizbulá y la secta minoritaria alauí, la rama chií a la que pertenece el presidente Asad. «Hay yihadistas libios, egipcios, iraquíes, incluso europeos –británicos, franceses y chechenos– y también de Afganistán y Pakistán», afirma Jafar, antes de agregar que ha visto a «cinco mujeres libias combatiendo en Al Qusair».
"Los civiles no se han marchado porque los rebeldes los utilizan como escudos humanos", sentencia el combatiente de Hizbulá.
Hermel, el campo de tiro de los rebeldes sirios
En la casa de la familia Awad no cabe un alma. Todos los vecinos han venido a dar el pésame a los padres de Loul Awad, que murió el lunes por el impacto de un cohete. Las mujeres, vestidas de negro riguroso, velan el cuerpo ausente de la joven en una habitación, mientras los hombres se reúnen en el porche, según la tradición musulmana. Un vecino dice que «los insurgentes sirios cruzan la frontera en vehículos cargados con proyectiles, suben a la montaña para lanzar desde allí los obuses contra Hermel y después regresan a Siria». A unas calles del Ayuntamiento, un grupo de vecinos inspecciona los daños en una vivienda alcanzada por un cohete. Afortunadamente, la casa estaba vacía. Sin embargo, el impacto del obús rompió los cristales de la casa contigua e hirió al bebé de Imad. «Tenemos que protegernos. Y Hizbulá es el único que nos protege. Si cae el régimen de Asad, nosotros seremos los siguientes», sentencia Imad. Los vecinos de Hermel han creado comités populares de protección. «Lo hacemos para proteger a nuestras mujeres e hijos porque el Gobierno libanés no nos protege», asegura otro vecino.
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