Israel
La concesión de «Bibi» no frena a los manifestantes
El presidente israelí reúne a Gobierno y oposición para negociar una salida a la crisis desatada por la reforma judicial
«La resistencia a la dictadura sigue con todas sus fuerzas, es una lucha por nuestra casa. Los últimos días fueron una victoria impresionante para la mayor revuelta ocurrida en Israel», celebraron los manifestantes antigubernamentales en Israel. Ante las movilizaciones masivas desatadas tras el cese del ministro de Defensa, Yoav Gallant, Benjamin Netanyahu anunció un parón temporal de la reforma judicial. Sus detractores denuncian que se trata de una estrategia para ganar tiempo, y avisan que las movilizaciones no se detendrán.
Tras la esperada comparecencia de «Bibi», en las calles se produjeron las primeras escenas de violencia, con grupos de ultraderechistas agrediendo a árabes, periodistas e izquierdistas. Durante la jornada de ayer la tensión se rebajó, aunque las protestas contra el Gobierno no cesaron en Tel Aviv, Jerusalén y los cruces de carretera por todo el país.
El presidente de Israel, Isaac Herzog, invitó anoche a representantes de la coalición y la oposición, en un nuevo intento de llegar a una solución intermedia que logre satisfacer a ambas partes. «Estamos ante una crisis que está poniendo en peligro nuestra unidad, y requiere que actuemos con responsabilidad», aseguró Netanyahu, que a su vez acusó a una «minoría extremista» de avivar las llamas de la guerra civil por incitar la insumisión militar o fomentar escraches a ministros.
El ministro de Justicia, Yariv Levin (Likud), y el presidente de la Comisión Legislativa de la «Knesset», Simcha Rotman (Sionismo Religioso), arquitectos del paquete de leyes que está lastrando la separación de poderes, no estarán presentes en las negociaciones. Con el inesperado cese de Yoav Gallant, «Bibi» pretendió acallar más voces críticas en el seno de la coalición, pero la jugada le acabó perjudicando. Dadas las evidentes amenazas a la seguridad nacional –observadas atentamente por los enemigos de Israel–, otros pesos pesados del Likud también advirtieron de los peligros de avanzar la «reforma judicial». «No se puede manejar una negociación mientras Netanyahu y sus socios prosiguen con el proceso legislativo. Llamo a las facciones opositores a retirar a los equipos enviados a la residencia presidencial, así no se negocia», exigió el opositor Avigdor Liberman, cuya formación, Israel Beitenu, rechazó enviar representantes.
Pese al receso temporal anunciado por «Bibi», ayer la coalición prosiguió el debate parlamentario para modificar el mecanismo para la selección de jueces del Tribunal Supremo. La propuesta de ley fue presentada para su aprobación en segunda y tercera lectura, por lo que puede llevarse a votación en la «Knesset» en tan solo 24 horas.
Para contentar a sus aliados de extrema derecha, Netanyahu se comprometió a establecer una «guardia nacional» bajo control directo de Itamar Ben Gvir, el ministro de Seguridad Nacional (policía). El ministro radical, que amenazó con abandonar la coalición ante los primeros indicios de que «Bibi» frenaría sus planes, acabó cediendo a cambio de la promesa firmada para formar una milicia bajo su control directo. El temor desatado es que dicha unidad, que no responderá a las cadenas de mando policiales, será utilizada por Ben Gvir para reprimir a opositores y palestinos. Dados los continuos incumplimientos del líder del Likud, no está garantizada la inminente formación de la «guardia nacional».
Para el opositor centrista Yair Lapid, «Ben Gvir quiere convertir su milicia de matones en un cuerpo que expandirá el terror y la violencia por todo el país». Exmandos policiales insinuaron que el ministro pretende reclutar a jóvenes colonos radicales, cuyas agresiones a palestinos en Cisjordania se han incrementado desde la toma de posesión del Gobierno más derechista de la historia del país.
Desde Washington, oficiales norteamericanos insinuaron que próximamente Netanyahu será invitado a la Casa Blanca. La pasada semana, Joe Biden reclamó a «Bibi» por teléfono que los valores democráticos «han sido siempre, y deben continuar siendo, el sello de las relaciones entre EE UU e Israel». Entre bambalinas, la Administración Biden ha ejercido fuertes presiones, insinuando que la concepción del Estado judío como la única democracia de Oriente Medio está en peligro.
El «premier» israelí mostró su descontento por no haber recibido una invitación formal de la Casa Blanca desde que retomó el poder hace tres meses. Desde Washington avisaron de las consecuencias de su plan para politizar la justicia, y exigieron un acuerdo amplio para emprender cualquier reforma que modifique la separación de poderes.
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