Reino Unido
El conflicto en Gaza entra en la campaña electoral británica
Keir Starmer trata de aplacar la revuelta en el Partido Laborista por su posición sobre el alto el fuego en la Franja
El conflicto en Oriente Medio ha entrado de lleno en la campaña electoral de Reino Unido creando grandes dificultades para el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, favorito para convertirse en el próximo primer ministro en las elecciones generales previstas para el próximo año.
Su negativa a pedir un alto el fuego en la Franja de Gaza le ha enfrentado con gran parte de sus propias filas e incluso con miembros de su equipo -el llamada Gabinete en la sombra-, pero insiste en que “ese no es el camino correcto a seguir”, ya que eso “congelaría” la situación tal como está, lo que permitiría a Hamás a continuar con los ataques.
En su lugar, al igual que propone el actual inquilino de Downing Street, Rishi Sunak, y el presidente estadounidense, Joe Biden, el líder laborista aboga por una “pausa humanitaria” para poder ayudar a los civiles.
Starmer expuso este martes su argumento en un esperado discurso en el reputado "think tank" Chatham House con el que intentó unir a sus filas.
En los últimos días, un gran número de diputados laboristas y otros representantes de la formación -como el alcalde de Londres, Sadiq Khan, o el responsable del partido en Escocia, Anas Sarwar- se han mostrado públicamente en contra de la posición oficial del líder.
En un tono más que conciliador, Starmer recalcó ayer que “entendía” las peticiones de un alto el fuego porque “todo el mundo queremos aliviar el dolor que están sufriendo” tanto los civiles palestinos como israelíes. Con todo, remarcó que eso no ayudaría a solucionar el conflicto.
A su juicio, las “pausas humanitarias” para socorrer a la población son “la solución práctica, factible y viable, que podría ser implementada de forma realista en el corto plazo”.
Pese a las insistentes preguntas sobre posibles represalias a los rebeldes, entre ellos, trece miembros del Gabinete en la sombra, Starmer se limitó a decir que entendía su postura, pero su liderazgo se ha visto más que mermado y la imagen de unidad de la formación está ahora más que cuestionada.
“Hay unidad en intentar aliviar la horrorosa situación en Gaza”, defendió Starmer. “Nadie en el Partido Laborista defiende otra cosa. Debemos aliviar el sufrimiento y debemos reivindicar el derecho de Israel a defenderse. También hay unidad en que la respuesta a largo plazo es la solución de los dos Estados, (pero) hay diferentes visiones sobre cómo se consigue eso”, agregó.
Durante su intervención, el líder laborista también matizó que, pese a que Israel tenía “derecho a defenderse” eso no era un “cheque en blanco”, intentando así calmar el malestar entre los suyos tras una entrevista realizada con LBC el pasado 11 de octubre donde pareció sugerir que Israel tenía derecho a cortar el suministro de energía y agua a Gaza.
Es más, a su salida de Chatham House, la Policía tuvo que acompañar a Starmer hasta su coche oficial para protegerle ante un grupo de manifestantes que le gritaban «criminal de guerra» y «vergüenza»
Lo cierto es que la gestión del conflicto le está pasando factura en los sondeos. Pese a que los laboristas siguen sacando gran ventaja ante los conservadores, el ratio de popularidad de Starmer ha bajado hasta trece puntos en la última semana.
Como era de esperar, la crisis de la oposición no está siendo desaprovechada por el Gobierno de Rishi Sunak, quien ha prescindido de los servicios del diputado Paul Bristow -hasta ahora asesor de tecnología- precisamente por exigir un alto el fuego “permanente” entre Israel y Hamás.
Inusualmente para un diputado conservador, el escaño que representa Bristow tiene una alta proporción de votantes musulmanes y todo en Reino Unido se mide ahora en clave electoral.
Tras el despido de Bristow, Starmer expulsó de las filas laboristas a Andy McDonald -un diputado veterano, que ahora se sentará como independiente- por sus comentarios en una manifestación propalestina el pasado fin de semana, donde coreó el eslogan “del río al mar, Palestina será libre”, un mensaje calificado de antisemita.
La ministra del Interior, Suella Braverman, afirmó que era “ampliamente entendido” como pedir la destrucción de Israel. En plena polémica, un portavoz del Número 10 señaló: “El primer ministro, una persona bastante ocupada, tardó dos horas en actuar despidiendo a Bristow. ¿Cuántos días necesitó Starmer?”.
El asunto palestino-israelí siempre ha sido complicado para los laboristas. Poco después de ser elegido como líder de su formación, en 2020, Starmer purgó a su predecesor, el radical Jeremy Corbyn, de sus responsabilidades en el partido bajo el argumento de que no había hecho lo suficiente para erradicar el antisemitismo en el seno de los laboristas.
Con todo, sus críticos aseguran ahora que su postura cercana a Israel puede acarrearle problemas a la hora de buscar el voto de la numerosa comunidad musulmana en Reino Unido, así como entre el electorado situado más a la izquierda.
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