Senegal

Continúan los disturbios en Senegal con 19 muertos tras los enfrentamientos con la policía

La oleada de protestas iniciada tras la condena a dos años de cárcel al líder de la oposición han transformado la capital senegalesa en un campo de batalla

Las llamas no se extinguen en Senegal. Continúa la violencia que erupcionó en las calles de sus principales ciudades tras la sentencia judicial del 1 de junio, donde se condenaba al líder de la oposición, Ousmane Sonko, a dos años de cárcel por “corromper a la juventud” y amenazar de muerte a una masajista. En los últimos tres días, hasta 19 personas habrían muerto en los enfrentamientos con la policía y 357 han resultado heridas.

La visión de Dakar es desoladora: gruesas columnas de humo negro engullen la soleada ciudad y su famosa universidad se asemeja hoy a un campo de batalla. Los jóvenes que exigen la liberación de Sonko y la dimisión de Macky Sall como presidente del gobierno hablan de un momento histórico, mientras que Naciones Unidas y la Unión Africana han hecho sendos llamamientos para que regrese la paz social, hasta ahora infructuosos. Frente a la vorágine que se le viene encima, Sall ha ordenado el despliegue del ejército para mantener el control de zonas clave de Dakar, Ziguinchor y Cap-Skirring. Además, ha suprimido el internet de la telefonía móvil y ha vetado el uso de determinadas redes sociales para prevenir los disturbios, aunque estas medidas se han visto como una forma de censura o de autoritarismo que no ha hecho sino enfurecer todavía más a los furiosos.

A cada jornada que transcurre, los manifestantes encuentran nuevos motivos para su causa. Se difunden como la pólvora las imágenes de gendarmes senegaleses utilizando como escudos humanos a civiles, e incluso a niños. Salen a la luz casos de violencia policial donde las fuerzas de seguridad apalean a culatazos a los detenidos. El partido de Ousmane Sonko, PASTEF, emite a diario comunicados donde llama a la sublevación popular y al posicionamiento de las Fuerzas Armadas en favor de los manifestantes. En el comunicado de este domingo, PASTEF condenó el uso de niños como escudos humanos y denunció el uso de “milicias privadas” por parte del Gobierno para hacer frente a los manifestantes. Acusa a Macky Sall de “alta traición” contra la patria senegalesa y de organizar asimismo “un plan malvado para atacar los centros religiosos e imputar a los manifestantes”.

Los líderes guardan silencio

El Ministro de Interior senegalés, Antoine Diome, anunció en contrapartida que se habían realizado 500 arrestos en los últimos días, a la vez que denunció que “poderes ocultos” se encuentran detrás de unos disturbios que considera “un ataque contra Senegal”. Tanto él como otros miembros del gobierno han criticado duramente los pillajes registrados durante la oleada de protestas. Ya fueran bancos, una sucursal de Alcampo en Dakar o la sede nacional de telefonía Orange.

Aparte de la condena a Sonko y de los episodios de violencia policial que han acontecido en los últimos días, existe otro motivo que impulsa los disturbios. Pese a que todavía no es oficial, se sospecha desde hace meses que Macky Sall pretende presentarse por tercera vez consecutiva a las elecciones presidenciales que tendrán lugar en 2024, algo que la Constitución senegalesa prohíbe expresamente al establecer un máximo de dos legislaturas por cada presidente. Macky Sall aún no ha confirmado su decisión, igual que tampoco se ha dirigido a la nación desde que se iniciaron las protestas ni ha escrito ningún comentario en Twitter. Tanto él como Sonko han optado por dejar que sean sus adláteres quienes hablen en sus respectivos nombres.

Alioune Tine, Secretario General y miembro fundador de Asamblea Africana para la Defensa de los Derechos Humanos, instó a Macky Sall a dirigirse con urgencia a la nación, además de animarle a “usar su autoridad y su liderazgo para mostrar clemencia liberando a todos los detenidos políticos”. Sin embargo, el presidente senegalés se encuentra en una difícil encrucijada a este respecto: ¿debería absolver a Sonko para conseguir la paz social, aún a riesgo de intervenir en el poder judicial, o debería esperar a (y rezar para) que las protestas se mitiguen por sí solas?