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Corea del Norte culmina su desafío nuclear

El régimen del joven Kim Jong Un lanza con éxito su primer misil de largo alcance n La ONU condena la violación de los compromisos internacionales

Un ciudadano observa una noticia sobre el lanzamiento de un cohete de largo alcance Unha-3 por parte de Corea del Norte en Dongchang-ri
Un ciudadano observa una noticia sobre el lanzamiento de un cohete de largo alcance Unha-3 por parte de Corea del Norte en Dongchang-rilarazon

Corea del Norte volvió ayer a desafiar al mundo lanzando un cohete de largo alcance que cayó a 300 kilómetros al este de las costas de Filipinas y que, según se aventuró desde Washington, Tokio y Seúl, podría encubrir el enésimo ensayo balístico de una dictadura que lleva años jugando con armas nucleares. El régimen de Kim Jong Un lo ha presentado, por el contrario, como un legítimo y pacífico programa espacial para poner en órbita un satélite, algo que ya se habría intentado hace meses, aunque en aquella ocasión el aparato se estrelló a los dos minutos de su partida. Esta vez, la mismísima Defensa Aeroespacial estadounidense ha admitido que el artefacto lanzado desde territorio coreano «desplegó un objeto que aparentemente habría entrado en órbita», una frase que venía a confirmar de alguna manera la versión del régimen, cuya propaganda celebró el éxito durante todo el día en la televisión estatal. La noticia, ofrecida por una presentadora en traje folclórico, fue aliñada con canciones patrióticas que festejaban que «Corea del Norte siempre hace lo que promete».

La agencia de noticias KCNA lo adornó después con un poco de poesía totalitaria. «En tiempos en los que grandes llantos y reverencias ocupaban a la nación entera, los científicos y técnicos sacaban adelante de manera brillante la misión de lanzar un satélite antes de que acabase 2012, el año en el que celebramos el 100º aniversario del nacimiento del presidente Kim Il Sung». En respuesta, y siguiendo un guión que se repite desde hace décadas, los tres grandes rivales de la «dinastía Kim» (Estados Unidos, Japón y Corea del Sur) se quejaron profusamente de las «provocaciones de Pyongyang», insistiendo en que el programa espacial norcoreano es una tapadera para continuar con los ensayos balísticos sin cumplir las resoluciones de la ONU y los compromisos firmados a cambio de ayuda humanitaria. Desde la Casa Blanca se pronunciaron las mismas palabras de siempre: «La comunidad internacional debería trabajar unida para enviar a Corea del Norte el mensaje de que sus violaciones a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tienen consecuencias». La frase encierra una alusión a Rusia y, sobre todo, a China, el único aliado medianamente sólido del aislado régimen de Kim Jong Un. Pese a que los analistas no creen que Pekín y Moscú estén dispuestos a votar a favor de nuevas sanciones contra Pyongyang, tanto Rusia como China condenaron públicamente el lanzamiento del cohete. Como siempre, con matices.

Las pruebas balísticas de largo alcance fueron una constante durante el «reinado» de Kim Jong Il (fallecido de un infarto el año pasado), pero es la primera vez que el régimen consigue colocar un artefacto en órbita después de cinco intentos. Algunos analistas aseguraban ayer que este éxito refuerza el liderazgo de Kim Jong Un, quien todavía no habría cumplido los 30 años, aunque su edad exacta es un misterio. La Inteligencia estadounidense asegura que, para conseguirlo, Pyongyang ha contado con la ayuda de Irán, algo que, hasta el momento, desde Teherán insisten en desmentir.