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Daniel Kutner: «Los palestinos no tienen voluntad de aceptar una reconciliación verdadera»

Daniel Kutner: «Los palestinos no tienen voluntad de aceptar una reconciliación verdadera»
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Daniel Kutner, argentino de 59 años, es un enamorado de España, de su arte y su literatura. De ascendencia polaca, con 18 años se fue de Buenos Aires y se instaló en un kibutz en Israel. Es experto en el mundo árabe y su tesis versó sobre las relaciones de España y Oriente Medio. Madrid siempre ha sido el objetivo de su carrera como diplomático, y treinta años después de su primera visita a Madrid ha visto cumplido su sueño. Durante sus seis lustros en la diplomacia ha pasado por las legaciones consulares de Filadelfia, La Paz, Caracas y Nueva York. Su inmersión en España se produce cuando Israel vive agitado por una oleada de violencia. Kutner cree que las relaciones entre palestinos e israelíes sólo pueden ir hacia adelante a pesar de la coyuntura de tensión actual.

–¿Cuál es el origen de la llama que ha prendido la ola de violencia en Israel y Cisjordania?

–Es difícil señalar un elemento cuando se trata de actos espontáneos de individuos que un día se levantan y en un ataque de pasión suicida salen a acuchillar a gente en la calle. El ambiente es de agitación por parte de la Autoridad Palestina y de su líder, Mahmud Abas. En vez de ayudar a bajar la tensión parece que tiene un interés en mantener la tensión. Sus discursos no son apaciguantes sino que movilizan produciendo indignación entre la gente. Además, usa información incorrecta diciendo que Israel quiere cambiar el estatus del Monte del Templo. El primer ministro israelí ha asegurado que esos acuerdos no se van a cambiar. En la Explanada del Templo van a rezar los musulmanes y se mantendrá abierta para visitantes de otras religiones.

–¿Calificaría de intifada esta situación?

–No, todavía no. Puede ser que tampoco se desarrolle una intifada. Estamos hablando de asesinos individuales, no de un levantamiento generalizado que caracterizó la Intifada. Lo que nos duele es que los ataques de una minoría nos ha obligado a tomar medidas que afectan a una población grande.

–¿A qué atribuye el discurso provocador de Mahmud Abas?

–Está el debate en la Asamblea General de la ONU y también su esfuerzo por mantener una relevancia dentro del campo palestino, donde está siendo atacado por los sectores aún más recalcitrantes que ponen en duda su liderazgo y legitimidad. Eso explica la política de movilizar a la opinión internacional para que ejerza supuestamente presiones sobre Israel, y por otro lado, mantener una efervescencia en la calle para mantener el tema palestino en los titulares.

–¿Ve posible que Israel asuma la gestión de toda Cisjordania?

–No. No lo queremos. Los acuerdos de Oslo son muy criticados y han fallado en su objetivo principal, pero han impuesto una cierta realidad asumida sobre la existencia de la Autoridad Palestina. Tenemos que avanzar y no me parece que haya lugar a épocas en las que Israel administraba toda la zona.

–¿Cree que las sociedades israelí y palestina han evolucionado de la misma manera en su concepción de lo que puede ser un acuerdo?

–En los últimos 20 años ha habido un proceso de maduración del público israelí. A pesar de la situación de confrontación actual estamos más cerca de una medida de acuerdo. Israel entiende hoy que cuando se den las condiciones, la solución va a ser dos estados para los dos pueblos, a pesar de los problemas coyunturales que hoy se ven como monumentales. Lamentablemente, no vemos un proceso paralelo por el lado palestino, en el que hay una vuelta a posiciones del pasado, una falta de voluntad de llegar a un acuerdo y de aceptar una reconciliación verdadera que nos permitiría vivir en paz.

–¿Los asentamientos son un gran obstáculo para la paz?

–El tema de los asentamientos no fue un problema en el pasado a la hora de negociar con los palestinos. Israel ha demostrado en el pasado que está dispuesto a hacer sacrificios serios, incluso dolorosos, en aras de la paz. Israel se ha retirado de territorios donde había comunidades judías. Si los palestinos volvieran a la mesa de negociaciones podríamos llegar por ahí a algún acuerdo. Eso es más una excusa que una razón.

–¿Abas es más un estorbo ahora para un acercamiento de Israel con los palestinos?

–Nos gustaría ver en Abas a un interlocutor para la paz. En el pasado hemos mantenido con él profundas negociaciones, si bien en los últimos años no quiere sentarse con nosotros. Por ejemplo, con el primer ministro Olmert tuvo largas conversaciones, que lamentablemente no dieron fruto. Es más, cuando le preguntamos si los palestinos estarían dispuestos a poner punto final a sus reclamos y firmar una paz definitiva con Israel si llegáramos a un acuerdo total, Abas no nos dio una respuesta.

–¿Cree que Israel está más aislado internacionalmente?

–No sé qué decirle. Nosotros tenemos un diálogo muy abierto con muchos países. En la Unión Europea tenemos nuestros acuerdos y divergencias. Pero no lo vemos como una situación de aislamiento. Obviamente cuando nos llueven cohetes de Líbano o Gaza tenemos que reaccionar. Lo que se ve acá no se ve desde allá. Países que han tenido la suerte de gozar de paz durante varias décadas hay veces que no comprenden la realidad que vivimos, y eso produce ciertas divergencias de opinión.

–¿Piensa que Irán tendrá algún día la bomba nuclear?

–No lo sé, esperemos que no. Para nosotros es esencial que no tenga la capacidad de fabricarla. Y ésa es nuestra crítica al acuerdo firmado, porque no le impide a Irán seguir desarrollando la capacidad de desarrollar su tecnología nuclear.

–¿Quedan todavía moderados en la guerra de Siria?

–Hay moderados, pero lamentablemente hoy en día no es lo que prevalece en el terreno. A veces tienen una presencia internacional, pero en el terreno son más débiles que los grupos yihadistas.

-¿Ha percibido posos de antisemitismo en España?

-Hasta ahora he encontrado nada más que buena voluntad y simpatía. Somos conscientes del bagaje histórico que conllevan nuestros pueblos, pero queremos ir para delante y explotar el potencial de colaboración que tenemos entre ambos países. A veces hemos visto manifestaciones de oposición extrema a Israel que tiene un leve aroma a antisemitismo escondido. Cuando se le exige a un cantante norteamericano judío que haga declaraciones para mostrar su adhesión a la verdadera fe y se analizan sus escritos pasados buscando huellas de filosionismo nos hacen pensar. Pero hablando de la gran mayoría del pueblo español estamos en una etapa de gran madurez que nos permite mirar al futuro con optimismo.