Caracas
De la choza al Palacio de Miraflores
«Ser rico es malo», decía el desaparecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías. Pero si el comandante levantase la cabeza comprobaría que el credo bolivariano no es aplicable al clan de los Chávez, convertidos en una especie de familia real con todo tipo de privilegios. Tampoco parecen entender otro mandamiento: «No robarás».
En 1998, tras un fallido golpe de Estado, dos años en la cárcel y la llegada a la Presidencia con un proyecto socialista, Hugo Chávez incita y apoya a su padre para que se convierta en el gobernador de Barinas, con lo que se inicia un visible cambio en la forma de vida de su familia. «Lo peor fue la remodelación del estadio de Barinas para la Copa América de 2007. La obra, que aún no se ha terminado, costó 140 millones de dólares, con un sobreprecio de 35 millones. Sirvió para jugar un solo partido: Estados Unidos contra Paraguay», asegura a LA RAZÓN Wilmer Azuaje, el ex diputado chavista que fue expulsado del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, después de que denunciara penalmente la mala gestión del padre de la saga.
En este proyecto participó también uno de los hermanos, Adelis Chávez, quien fue nombrado vicepresidente ejecutivo de la Copa América, junto a Argenis Chávez, a quien se le creó el cargo de secretario de Estado de Barinas, para ayudar a su anciano padre. «En el mundo sólo hay dos secretarios de Estado: Condoleezza Rice y Argenis Chávez», era el chiste de moda entonces entre los barinenses. Argenis asumió esta semana la jefatura de todos los jueces de Venezuela. Su último cargo en la administración pública venezolana había sido el de presidente de la Corporación Eléctrica de Venezuela (Corpoelec), designado todavía por el comandante Chávez en septiembre de 2011. En abril, tras el triunfo de Nicolás Maduro en las presidenciales, presentó su renuncia después de que el Gobierno admitiera la existencia de redes de corrupción dentro de la empresa estatal.
Por su parte, otro hermano, Adán, renunció al cargo de ministro de Educación y reemplazó a su padre en la gobernación de Barinas, mientras que Aníbal, el menor de la familia, es el actual alcalde de Sabaneta, la polvorienta ciudad donde nacieron los Chávez. Otros parientes también figuran en la nómina gubernamental: el primo Asdrúbal es el vicepresidente de Petróleos de Venezuela. El sobrino Cléber se encarga de los programas sociales de Barinas. Enzo, otro sobrino, dirige en Cuba la refinería de Cienfuegos.
A doña Elena, la madre de los Chávez, quien, como nos contó una vendedora de teléfonos móviles, «es de carácter fuerte y hasta dice groserías, igualita al presidente», también le ha cambiado la vida. De mostrarse como una mujer humilde y sencilla al comienzo del Gobierno de su hijo pasó a ser una señora encopetada y enjoyada cuyo rostro muestra a la legua que ha pasado muchas veces por el quirófano. En su papel de primera dama preside la Fundación del Niño. Desde el año 2000 ha sido denunciada varias veces por irregularidades en la institución. Curiosamente, en 2008 se difundió que la cuenta bancaria de doña Elena contaba con 16,3 millones de dólares, que ahora deben haber aumentado.
No se sabe cuánto tiene la saga en efectivo en el exterior. Ya en 2004, la DEA estimaba que la familia de Chávez tenía una fortuna de 140 millones de dólares. En la actualidad se estima que del patrimonio familiar, que alcanza un valor de 535 millones de dólares, 265 millones están depositados en cuentas bancarias en el exterior. Otro informe presentado por Jerry Brewer, presidente de la ONG Criminal Justice International Associates (CJIA) de Virginia del Norte, habla de entre 1.800 y 2.000 millones de dólares la fortuna amasada por la familia presidencial.
Mención aparte merecen las hijas de Hugo Chávez. Rosinés y María Gabriela han colgado fotografías en las redes sociales de ellas sonrientes de vacaciones, en yates, montadas en el «jet presidencial»... En las redes sociales también se han dejado capturar con fajos de dinero o relojes exclusivos. Ahora la hija mayor encabeza la denominada Misión Milagro, un programa en el que también participa Cuba para atender padecimientos oculares de personas de escasos recursos. Por su parte María Gabriela, la niña bonita del líder, y quien llegó a hacer de primera dama, tiene debilidad por los coches de carreras y también por los actores de telenovela. Su último romance –admitido por ella misma– ha sido con el atractivo Manuel «Coco» Sosa.
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