Nueva Guerra Fría
El derribo del dron aumenta el temor a un choque directo entre EE UU y Rusia
Tras el incidente en el mar Negro, Washington y Moscú mantienen las primeras conversaciones tras meses sin contactos
En una medida inusual, el Pentágono desclasificó esta semana información confidencial para mostrar al mundo las imágenes de la destrucción del dron sobre el mar Negro que dejaban a Rusia en evidencia. El Kremlin había negado rotundamente cualquier tipo de contacto directo con el dispositivo de vigilancia militar, pero el clip de 42 segundos publicado por el Departamento de Defensa no dejaba lugar a dudas: dos cazas rusos entraron en contacto con el avión no tripulado antes de derribarlo.
«En el vídeo se ve obviamente que se trata de un incidente intencional», afirma Luis Fleishman, analista político y académico de Palm Beach State Collage en Florida. «Recordamos que este tipo de drones toman fotos de inteligencia, es decir, son una amenaza y, por otro lado, al ser aviones no pilotados por personas, Rusia pudo pensar que derribarlo en realidad, no causaría muertos ni tampoco un incidente mayor».
La respuesta de EE UU, que no creyó la versión de Rusia y calificó de maniobra «insegura y poco profesional» la interacción con su dron en el espacio aéreo internacional, fue contundente. A través del general del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, el Pentágono confirmó haber «tomado medidas de mitigación», por lo que afirman «estar seguros» de que «todo lo que tenía valor ya no lo tiene»
A través de un alto funcionario en calidad de anonimato, el Pentágono explicó que «toda información de inteligencia sensible» que portara el dron habría sido «borrada de forma remota» por el Departamento de Defensa.
«La Administración Biden reaccionó con fuerza y le aclaró a Rusia que eso era intolerable, lo supone un paso muy importante porque demuestra lo fácilmente que uno puede llegar a escalar una guerra», señala Fleishman.
Maniobra que se producía en la zona ucraniana de Crimea anexionada por Rusia, a muy poca distancia de la actual guerra en Ucrania. El incidente pone de manifiesto que cualquier acontecimiento de materia sensible puede convertirse en un punto de inflexión. Y, a la vez, «demuestra que hay comunicación, una línea de contacto, algo que también es muy importante porque existió durante la Guerra Fría y está existiendo ahora durante la guerra de Ucrania», recalca el académico, agregando: «El diálogo puede evitar escalar el conflicto, que ya de por sí es bastante grave».
Pequeño acercamiento muy simbólico, que gana relevancia al recordar que no se producía ningún tipo de contacto entre ambas potencias mundiales desde octubre de 2022. Han sido varias las conversaciones que han mantenido EE UU y Rusia a raíz del reciente altercado con el dron en aguas del mar Negro. El primer encuentro se produjo en la sede del Departamento de Estado en Washington, con la destacada cita presencial del embajador de Rusia, Anatoly Antonov, en la capital estadounidense.
A la salida de la reunión, el embajador ruso aseguró que «Rusia no quiere confrontación con Estados Unidos», a quien le recordó que «ya habían informado que ese espacio fue identificado como zona para operaciones militares especiales» a pesar de negar la autoría de los hechos. Pero Washington quiso dejar claro que no detendrá vuelos de vigilancia pese al derribo de su dron y que «seguirá volando y operando donde lo permita el Derecho Internacional», recalcó Lloyd Austin, secretario de Defensa de Estados Unidos.
La situación también se coordinó con la embajadora de Estados Unidos en Moscú, Lynne Tracy, quien transmitió «un fuerte mensaje» al Ministerio de Exteriores de Rusia, según confirmó el portavoz del Departamento de Estado. Además de esos encuentros, se produjeron varias llamadas telefónicas entre altos cargos de ambos países.
Aunque, a juzgar por las palabras textuales del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, las relaciones entre Moscú y Washington se encuentran «en su punto más bajo» y en un «estado deplorable» ante la inminente amenaza a una escalada del conflicto.
Y es que, esta misma semana y de manera paralela, también se conocía que Polonia se convertirá en el primer país de la OTAN en entregar cazas a Ucrania. El presidente polaco, Andrzej Duda, dio a conocer la noticia explicando en una conferencia de prensa que su país entregará un total de cuatro aviones caza MiG-29 de fabricación soviética a Ucrania para ayudarle a defenderse ante la invasión de Rusia. La portavoz de la Fuerza Aérea ucraniana agradeció la contribución, que «ayudará a reforzar sus capacidades», pero adelantó que «los MiG no resolverían los problemas».
Ucrania ha pedido en numerosas ocasiones a sus aliados occidentales que les envíen cazas bombarderos modernos, como los F-16 estadounidenses, pero por ahora Estados Unidos se ha mantenido firme en su decisión de no facilitar este tipo de defensa militar en lo que se entendería como una maniobra de alto riesgo con posibles represalias de Rusia con catastróficas consecuencias.
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