Desgobierno en Venezuela

Según la Constitución, creada y llevada a opinión popular por el propio Hugo Chávez en 2009, en el artículo 233, si un candidato no puede asumir el poder por «su muerte, su renuncia o su destitución decretada por el Tribunal Supremo de Justicia; su incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Alto Tribunal y con aprobación de la Asamblea Nacional; el abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional; así como la revocatoria popular de su mandato», se deben realizar elecciones para elegir a un nuevo mandatario. De no poder asumir el poder por «falta temporal», el artículo 234 señala que el presidente «será suplido por el vicepresidente hasta 90 días, prorrogables por decisión de la Asamblea Nacional por 90 días más. Si una falta temporal se prolonga por más de 90 días consecutivos, la Asamblea decidirá por mayoría si debe considerarse que hay falta absoluta». Éste es el esbozo de la situación a la que parece que quiere llegar Chávez. Si bien, no está en tela de juicio que todos esperamos la pronta recuperación del presidente.

Sin embargo, nos cabe más preguntarnos ¿qué grado de madurez política puede tener un país cuyo futuro depende de una sola persona? ¿Qué grado de confianza tiene el líder en su pueblo y en la democracia, para alargar situaciones de desgobierno e imponer a otro teniente coronel de su confianza para atrasar unas nuevas elecciones? Es inevitable pensar, después del secretismo y hermetismo sobre la comunicación oficial de la salud del presidente venezolano, fielmente copiando el modelo cubano, que la voluntad de Chávez es perpetuarse en el poder por seis años más a toda costa, incluso por encima del bien común del pueblo venezolano y eso no es legítimo. Ya lo dijo el libertador, al que Chávez hace alusión permanentemente como líder de la revolución, Simón Bolívar: «Huid del país donde uno sólo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos», y en esta ocasión no puedo estar más de acuerdo.