Irlanda

Se despidió diciendo que se iba de vacaciones y murió por suicidio asistido: su familia lo descubrió por WhatsApp

Maureen Slough, de 58 años, viajó en secreto a Suiza para morir con la organización Pegasos. Su familia recibió un mensaje que anunciaba su muerte y el envío de sus cenizas

Un hombre arroja las cenizas al mar
Maureen Slough, de 58 años, viajó en secreto a Suiza para morir con la organización Pegasos. Su familia recibió un mensaje que anunciaba su muerte y el envío de sus cenizaslarazon

La historia de Maureen Slough, una mujer de 58 años de Cavan, Irlanda, ha conmocionado a su entorno familiar y reabierto el debate sobre los protocolos del suicidio asistido internacional. Slough viajó en secreto a Suiza para someterse a un procedimiento con la organización Pegasos, sin informar a sus seres queridos. La noticia de su fallecimiento llegó a través de un escueto mensaje de WhatsApp, que además anunciaba el envío postal de sus cenizas.

La familia quedó devastada por la forma en que se enteraron del desenlace. No hubo carta de despedida, ni comunicación previa, ni acompañamiento emocional. Solo un mensaje frío que dejó más preguntas que respuestas.

Pegasos sostiene que Slough fue evaluada por un psiquiatra independiente, quien determinó que estaba en pleno uso de sus facultades y que sufría un dolor crónico insoportable. Sin embargo, su hija Megan Royal cuestiona esta versión, asegurando que su madre no padecía una enfermedad terminal, sino que atravesaba un “momento oscuro” emocional.

La familia denuncia irregularidades en el proceso de consentimiento, y sospecha que Maureen gestionó sola toda la documentación, sin supervisión ni acompañamiento. El hecho de que las cenizas llegaran por correo, sin una carta de condolencias ni advertencias sobre su fragilidad, aumentó la sensación de impersonalidad y desconcierto.

El hermano de Maureen, Philip Slough, abogado en Reino Unido, ha solicitado una investigación conjunta con las autoridades suizas para esclarecer todos los aspectos del caso. El procedimiento, que tuvo un coste de 15.000 libras esterlinas (unos 17.000 euros), se realizó bajo la legislación suiza, donde el suicidio asistido es legal desde 1942, siempre que la persona autoadministre la medicación letal. La eutanasia directa, en cambio, sigue prohibida.