Rusia
El arte del vandalismo arde en Moscú
El “performer” Pyotr Pavlensky es detenido tras pegar fuego a las puertas de la sede del FSB (Servicios de seguridad federales rusos) situada en la Plaza de Lubyanka
El “performer” Pyotr Pavlensky es detenido tras pegar fuego a las puertas de la sede del FSB (Servicios de seguridad federales rusos) situada en la Plaza de Lubyanka
Una de la mañana del lunes 9 de noviembre en Moscú. Un encapuchado se acerca al edificio del FSB (Servicios de seguridad federales rusos) situado en la famosa Plaza de Lubyanka. Las instalaciones fueron el refugio del anterior cuerpo estatal de seguridad, el KGB, durante la era soviética, realizándose en sus sótanos todo tipo de atrocidades con los detenidos, que fueron torturados en los interrogatorios. Para el encapuchado, el FSB no ha dejado de ser el KGB en la práctica, acusándoles de “terrorismo”. Tomándose la justicia por su mano abre una lata de gasolina y vierte su contenido sobre las puertas de la sede policial de Lubyanka, desenfunda un mechero, y pega fuego a la entrada del histórico edificio. Un agente que merodea por los alrededores atrapa al hombre que permanece frente al fuego y lo identifica como el artista contemporáneo famoso por sus “performance” Pyotr Pavlensky (de 31 años) quien declaró que su acto se debe a que “el FSB actúa usando un método de terror sin fin y tiene poder sobre 146 millones de personas”, gracias a “la amenaza de inevitables represalias que se cierne sobre todos nosotros debido a las cámaras de seguridad, las escuchas telefónicas y el control de pasaportes en las fronteras”.
En el momento de su detención, asegura la abogada de Pavlenskky, Olga Chavdar, el artista fue “preguntado insistentemente por los policías sobre qué muerte quería lograr”, a lo que él respondía: “¿Qué estáis diciendo?, yo no quiero matar a nadie”. Y es que sus “performance” no tienen objetivo criminal, ni siquiera de vandalismo, para él son una forma de arte contemporáneo como instrumento de reivindicación política. Y funciona. Sus actos tienen una repercusión mucho más global y permanente que las manifestaciones y protestas masificadas.
El 23 de julio de 2012 Pavlensky entró en la Catedral de Nuestra Señora de Kazán en San Petersburgo con la boca totalmente cosida como protesta por la detención de las miembros del grupo punk Pussy Riot. Con los labios sellados por los hilos, no pudo callarse y levantó un cartel en el que se leía: “La acción de las Pussy Riot era una réplica de la famosa acción de Cristo”, en relación a la “performance” que la banda llevó a cabo en febrero de ese mismo año en la Catedral de Cristo el Salvador como queja por el apoyo de los líderes de la Iglesia ortodoxa a la campaña electoral de Vladimir Putin. A Pavlensky le bastó su presencia para alcanzar la fama. Su foto al estilo DNI con la boca suturada formando parte de una cara desnutrida fue catalogada como una de las mejores imágenes de 2012.
Su segundo acto reconocido lo realizó el 3 de mayo de 2013 en la entrada de la Asamblea Legislativa de San Petersburgo, cubriendo su cuerpo desnudo con un alambre de espino hasta que la policía le liberó. El propio Pavlensky llamó a su acción “Carcass”, la cual tenía como objetivo reivindicar las leyes que “animan a suprimir el activismo cívico, la intimidación de la población y el aumento de los presos políticos”, declaró en Radio Liberty el artista.
Quizá su “performance” más “gore” fue la del 10 de noviembre de 2013, día nacional de la policía rusa. Pavlensky, desnudo, como es habitual, se sentó frente al mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú y clavó su escroto en el pavimento. En su acción, el artista observaba sus testículo sin levantar a penas la cabeza. Para él, se trató de “una metáfora de la apatía, la indiferencia política y el fatalismo de la sociedad rusa contemporánea. El Gobierno convierte al país en una gran prisión, roba a la gente y usa el dinero para enriquecer la estructura policial y otros aparatos represivos, y la sociedad lo permite olvidando su ventaja numérica”.
Su escenario más multitudinario fue el Puente Tripartito de San Petersburgo, donde, rodeado de un grupo de activistas, formó una barricada en apoyo a la revolución ucraniana proeuropea (el movimiento Euromaidan), oponiéndose al proyecto de Putin de invadir el este de Ucrania tras la caída del gobierno prorruso de Yanukóvich en el país vecino. Aunque fue detenido ese mismo día, el 23 de febrero de 2014, Pavlensky fue absuelto posteriormente debido a irregularidades policiales durante el arresto.
La última “performance” conocida hasta hoy de Pavlensky la había producido el 19 de octubre de 2014, cuando sentado desnudo en uno de los muros del hospital psiquiátrico de Moscú Serbsky Center, se cortó el lóbulo de la oreja derecha con un cuchillo de cocina como protesta por el uso político de la psiquiatría, es decir, la utilización de herramientas psiquiátricas, que vulneran los derechos humanos, en los presos disidentes. Un abuso que se relaciona con el último acto llevado a cabo por Pavlensky, ya que, al igual que en octubre de 2014, ha reivindicado el uso ilegítimo de todos los instrumentos posibles (en este caso por parte del FSB) para obtener beneficios políticos e imponer terror y poder en la sociedad rusa. Con todo este “background”, parece que para Pavlensky quemar las puertas de Lubyanka se antoja una chiquillada... que le costará la cárcel con casi total seguridad.
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