Política

Rojo

Macron cede ante los «chalecos amarillos» y suspende seis meses la subida de los carburantes

Conductores de ambulancias se sumaron ayer a la protesta ante la Asamblea Nacional. También se añadieron los estudiantes / Efe
Conductores de ambulancias se sumaron ayer a la protesta ante la Asamblea Nacional. También se añadieron los estudiantes / Efelarazon

El Gobierno francés se prepara para suspender la tasa sobre los carburantes, según fuentes del Ejecutivo de Macron.

El Gobierno francés ha anunciado que suspende durante seis meses la nueva subida de los impuestos sobre los carburantes, para aplacar la revuelta de de los denominados "chalecos amarillos" cuyas protestas han derivado en una crisis social sin precedente en el país. El primer ministro, Édouard Philippe, ha comunicado la moratoria de ese incremento fiscal tras una reunión que esta mañana con su grupo parlamentario en la Asamblea Nacional.

Alteración de la agenda de Macron

El Gobierno francés tenía solo cuatro días para intentar dar una respuesta satisfactoria al movimiento de los «chalecos amarillos», que ha convocado una nueva manifestación el sábado. El presidente de la República, Emmanuel Macron, y su primer ministro, Édouard Philippe, se afanaron ayer en busca de una salida a una crisis que se incrusta en el tiempo y se está convirtiendo en una revuelta social.

La situación ha obligado a Macron a alterar su agenda. El Elíseo anunció que cancelaba el viaje oficial a Serbia y ayer mismo anuló un almuerzo con los mejores chefs de la gastronomía mundial. En lugar de ello, el presidente francés fue a comer a una caserna del distrito XX de París para manifestar a los policías su apoyo tras las violencias a las que han debido hacer frente. Y por la tarde convocó una nueva reunión de crisis junto al jefe del Gobierno y los ministros de Economía, Bruno Le Maire, y Presupuesto, Gérald Darmanin.

Philippe dedicó toda la mañana a recibir, uno a uno, a los representantes de la quincena de partidos con representantes en la Asamblea Nacional, y antes anunció que mañana habrá un debate sobre esta crisis en la Asamblea y en el Senado.

La ronda de contactos comenzó con el líder de Los Republicanos, Laurent Wauquiez, que pide un referéndum sobre el sistema fiscal y «un gesto inmediato para calmar la situación: la anulación de las subidas de impuestos previstas para el 1 de enero». Para Wauquiez, el presidente de la República y su Gobierno debían tomar la palabra. El líder del Partido Socialista, Olivier Faure, también pidió una moratoria de los impuestos, y aseguró que si el Gobierno macronista no cambia las cosas, se unirán a los comunistas que van a impulsar una moción de censura.

Por la tarde, fue el turno de la extrema derecha y la extrema izquierda. El líder de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, fue el único que declinó la invitación y se hizo representar en la reunión con el jefe del Gobierno por una delegación formada por miembros de la directiva del partido, Charlotte Girard y Manuel Bompard, que explicaron a la salida que habían planteado a Philippe dos salidas de escenario posibles: «Ceda o váyase». Que ceda renunciando a subir la tasa sobre el precio de los carburantes más contaminantes y restableciendo el impuesto sobre la fortuna, o que proponga al presidente de la República la disolución de la Asamblea Nacional.

En cuanto a Marine Le Pen, líder de Reagrupación Nacional (antiguo Frente Nacional), no dudó en sacar tajada política de la crisis, denunciando la firma del Pacto Mundial sobre Migraciones seguras que organiza la ONU en Marrakech la próxima semana, y relacionando la revuelta de los «chalecos amarillos» con la acogida de inmigrantes. «No podemos acoger a cientos de miles de personas suplementarias sin que eso influya sobre el equilibrio de nuestros presupuestos sociales y de nuestros territorios». Tras el encuentro con Philippe, Le Pen condenó la «estrategia de confrontación que ha elegido Emmanuel Macron» frente a los «chalecos amarillos» y exigió la supresión «inmediata» del aumento de impuestos sobre el combustible, presentes y futuras, así como una reducción del precio de la luz y el gas.

Hoy, el primer ministro francés debía continuar con su ronda de consultas, esta vez con representantes de los «chalecos amarillos», pero no todos los convocados iban a estar presentes. Algunos, como los del colectivo «chalecos amarillos libres», anunciaron que no irían al Palacio de Matignon por «cuestiones de seguridad». El domingo firmaron una tribuna en el «Journal du Dimanche» en la que se presentaban como «portavoces de una ira constructiva» y aseguran que han recibido «amenazas de muerte».

Y mientras se instala el movimiento de «chalecos amarillos», surge otro, el de «pañuelos rojos», un movimiento lanzado también en las redes sociales por habitantes de Avignon para pedir el fin de los bloqueos en la región de Vaucluse. También se autodefinen como apolíticos y apoyan las reivindicaciones de los «chalecos amarillos», pero denuncian los métodos de violencia. Asimismo, al menos un centenar de liceos franceses se unieron ayer a las protestas y uno de los sindicatos más potentes, la CGT, ha llamado a una «gran jornada de acciones» el 14 de diciembre.

Las consecuencias económicas son visibles tras tres semanas de protestas. Según el ministro de Economía, Bruno Le Maire, el «impacto es severo y contínuo». Con pérdidas significativas en las cifras de negocios de los sectores de la gran distribución (entre 15% y 25%), la restauración (entre 20% y 50%) o el pequeño comercio (entre 20% y 40%) . A ello se suma el bloqueo de once depósitos de carburantes y 75 gasolineras.