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Diez días de duelo por Mandela

Los homenajes comenzarán con una jornada de oración y terminarán con un funeral de Estado que reunirá a los líderes del mundo. Su cuerpo será embalsamado.

Unidos por Madiba. Dos surafricanos, blanco y negro, se abrazan en un acto de homenaje a Mandela
Unidos por Madiba. Dos surafricanos, blanco y negro, se abrazan en un acto de homenaje a Mandelalarazon

Los homenajes comenzarán con una jornada de oración y terminarán con un funeral de Estado que reunirá a los líderes del mundo. Su cuerpo será embalsamado.

En un duelo vestido también de fiesta, Suráfrica se apresta a dar el salto a la madurez como nación. La muerte de Madiba deja huérfanos a sus hijos, que saben que a partir de ahora caminarán solos guiados por su recuerdo y su testimonio. Mandela deja un país libre, un país ilusionado, un valioso legado, y sobran las palabras cuando uno recorre las calles de cualquier ciudad de Suráfrica. Desde que el presidente de la República, Jacob Zuma, anunciara el pasado jueves el fallecimiento del que se considera fundador de la nación del arcoíris, personas de todas las razas y religiones lloran su figura y cantan al unísono para despedirle. Estos gestos son, básicamente, el mejor resumen de su herencia.

Ante este hecho histórico, que quedará grabado a fuego en la memoria del país y de todo el continente, el presidente Zuma ha decretado una semana de luto hasta que el 15 de diciembre, cuando los restos mortales de Nelson Mandela recibirán sepultura en Qunu, la localidad del Cabo Oriental donde nació y a la que vuelve para descansar eternamente. Hasta entonces, se sucederán los homenajes y actos de recuerdo en todo el país. «Debemos trabajar juntos para organizar unos funerales acordes con la figura del hijo más destacado de nuestro país y el padre de nuestra nación», dijo Zuma ayer. Durante estos días de luto se sucederán actos para recordar la memoria de Madiba por todas las provincias de Suráfrica.

Masticar el dolor

El próximo domingo se ha declarado una jornada nacional de rezo y oración por el alma del primer presidente de la democracia de este país. Dos días después, el 10 de diciembre, según anunció Zuma, se celebrará el funeral de Estado, en el que todos los surafricanos podrán dedicar a Madiba sus últimos cánticos y homenajes. Será en el FNB Stadium en Johannesburgo, donde la Selección española disputó y ganó la final de la Copa del Mundo de Fútbol en 2010, en un acto que será retransmitido a todo el mundo. Y se repetirá en todas las ciudades y pueblos del país. De Johannesburgo Mandela, que ahora está siendo embalsamado, será trasladado a la sede del Gobierno en Pretoria, donde permanecerá expuesto en una urna de cristal durante tres días para recibir el homenaje de sus «hijos», como les gusta llamarse a muchos de los habitantes de este país. Finalmente, el día 15, Mandela será enterrado en Qunu, el modesto pueblo donde pasó «los mejores años de mi infancia», según reconoció en su biografía. Allí acudirán políticos y personajes de todo el mundo, entre ellos Barack Obama y su mujer, Michelle; David Cameron y Hillary Clinton, que ya han confirmado su asistencia.

Hasta ese día, Suráfrica, conmocionada aún por la noticia, tratará de masticar el dolor. Pese a lo previsible de la noticia, sus ciudadanos apenas pueden creer que haya llegado el momento de su partida. «No sé lo que va a pasar a partir de ahora», nos cuenta Molly Makhado en la puerta de la casa de Nelson Mandela. «Cuando me lo dijeron no lo podía creer», relata Franklyn, residente en Suráfrica pero original de Uganda. «Llevo desde la mañana aquí para cantarle a Tata Madiba», dice Motsewa Lugenwa.

Otro punto de reunión de surafricanos, además de las puertas de su casa en Johannnesburgo, es Soweto, un gueto de Johannnesburgo donde Madiba pasó un periodo trascendental de su vida. Allí, la puerta de la casa convertida en museo apenas se puede cruzar por la cantidad de flores que se acumulan en la acera. «Mi hija de cuatro años adora a Mandela y ni siquiera lo ha conocido, es un sentimiento que tenemos todos», nos cuenta Anna, profesora en la Universidad de Pretoria y natural de la provincia de Limpopo.

El «aparheid» es ya historia en este país, pero este viernes de luto ha sido una excepción en la que negros y blancos han acudido juntos a mostrar sus condolencias a la familia y a expresar su pésame por la muerte del líder fallecido. Asociaciones en defensa de los derechos humanos han copado las calles portando pancartas; sus flores y cánticos se convierten en homenaje en todos los puntos neurálgicos del país. Varias zonas de Suráfrica están acordonadas por la Policía y los accesos a los puntos de homenaje al padre de la nación están escrupulosamente controlados, y se respira en ellos paz y respeto. La historia ha cambiado en Suráfrica, y sus vecinos están dando una lección de civismo y de cariño al premio Nobel de la Paz. Seguro que él estará escuchando, desde algún lugar, los cánticos sentimentales y de lucha política que se entonan en su honor por toda la geografía de esta patria huérfana.