Bruselas
Difícil de gobernar
El primer ministro belga, Elio di Rupo, dio ayer al nuevo rey el mejor de los consejos posibles: que intente estar por encima de la «melé». El líder socialista recomendaba así a Felipe la misma receta que su padre, Alberto II, ha aplicado en sus 20 años en el trono, pero además, daba en la diana de los problemas del país: la gobernabilidad. La sucesión en el trono está manchada por el temor de la capacidad de Felipe, que tiene fama de tímido pero impulsivo, para intervenir en caso de necesidad como árbitro entre las diversas comunidades lingüísticas y partidos del país. Muchos temen que no esté a la altura de las circunstancias si en las elecciones de 2014 vuelve a repetirse el escenario de 2010, cuando el país quedó sin gobierno y a la deriva más de 500 días por la falta de entendimiento entre flamencos y valones. El rey envió entonces una fuerte advertencia a los diferentes partidos. Unas horas más tarde, ocho formaciones se pusieron de acuerdo para formar gobierno. De ahí que la sombra de su padre se cerniera ayer sobre el acto de jura del rey Felipe, quien dijo que trabajará «en perfecto entendimiento con el Gobierno y en el respeto a la Constitución». Para ello, dijo, intensificará el diálogo con las instituciones y los ciudadanos. Felipe subrayó el carácter federal del Estado y que las reformas que ha realizado le han dado fuerza, ante el temor de que la sexta reforma del Estado vuelva a abrir el debate sobre la independencia y la difícil situación de Bruselas, la única región oficialmente bilingüe.
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