
EE UU
El divorcio Trump-Musk, una disputa también con consecuencias económicas
Trump amenaza con cancelar los contratos del magnate con el Gobierno federal, mientras el millonario trata de tumbar la reforma fiscal en el Senado

La famosa regla del “contacto cero” que aplican millones de parejas en el mundo apenas rompen una relación, no funcionó para matizar el choque de trenes entre el presidente de Estados Unidos y el hombre más rico del mundo. En lugar del silencio incómodo y la distancia, la relación entre el magnate tecnológico Elon Musk y el republicano Donald Trump, alguna vez aliada y funcional, ha estallado en una guerra abierta de acusaciones, insultos y amenazas políticas que ha capturado la atención del mundo.
El conflicto, que comenzó con diferencias sobre un paquete legislativo, escaló a un enfrentamiento personal sin precedentes entre dos de las figuras más poderosas, impredecibles y polarizadoras del panorama público estadounidense.
La noche del jueves, Musk pareció extender una tenue rama de olivo. En la plataforma X —de su propiedad— respondió con un simple "True" (Verdadero) a un post de Bill Ackman, CEO de Pershing Square y aliado de ambos, que abogaba por la reconciliación: “Apoyo a @realDonaldTrump y @elonmusk y deberían hacer las paces por el bien de nuestro gran país. Somos mucho más fuertes juntos que separados”.
Sin embargo, esta señal fue poco más que simbólica. Según NewsNation, hasta la mañana del viernes no se había producido ningún contacto directo entre Trump y Musk, y no había llamada telefónica programada, pese a los esfuerzos reportados por la Casa Blanca para coordinar una conversación que calmara las aguas.
La disputa se intensificó luego de que Musk criticara con dureza el paquete legislativo promovido por Trump, conocido como el “gran y hermoso proyecto de ley”, que contempla recortes de impuestos y un aumento significativo del gasto público. Musk calificó la propuesta de "ruina fiscal" y afirmó que “el Congreso está llevando a Estados Unidos a la bancarrota”, citando las proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso, que estiman un aumento del déficit de 2.4 billones de dólares en la próxima década.
Pero el jueves, el desacuerdo político escaló al terreno personal de forma explosiva. Musk acusó públicamente a Trump de estar involucrado con Jeffrey Epstein, el millonario condenado por delitos sexuales que murió en prisión en 2019 en circunstancias sospechosas. En un post provocador, Musk aseguró: “El nombre de Trump está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos”. Añadió un sarcástico: “¡Que tengas un buen día, DJT!”
Aunque no existen pruebas que vinculen directamente a Trump con actividades ilegales en el caso Epstein, el simple hecho de revivir esa conexión ante sus 220 millones de seguidores causó conmoción en los círculos cercanos al expresidente.
La reacción de Trump no se hizo esperar. Durante una reunión con el canciller alemán Friedrich Merz, arremetió contra Musk, acusándolo de haber perdido su posición en el gobierno por motivos personales y alegando que su enojo se debía a la eliminación de incentivos fiscales para vehículos eléctricos en el nuevo proyecto de ley.
Sin embargo, hacia la noche, el mandatario pareció optar por el silencio, posiblemente en un intento de evitar escalar aún más el conflicto. Politico reportó que asesores de la Casa Blanca estaban buscando una llamada conciliadora entre ambos para el viernes.
Y lo cierto es que ambos les convendría resolver los problemas en casa. Este enfrentamiento no solo tiene implicaciones políticas. Tesla, la empresa insignia de Musk, sufrió una caída bursátil de más del 14% tras los ataques públicos entre ambos líderes. El valor de la compañía se vio afectado por el temor de represalias políticas y por la pérdida de apoyo tanto del público liberal como del conservador, dos segmentos que han oscilado en su relación con el empresario en los últimos años.
El propio Trump insinuó que la retirada de los subsidios a los autos eléctricos podría estar motivada por el distanciamiento con Musk, una amenaza velada que confirma su historial de venganzas políticas.
Musk no es precisamente una figura popular entre el público general. Las encuestas muestran que su índice de aprobación es incluso más bajo que el de Trump. Sin embargo, conserva una base ferviente entre sectores de la derecha digital: jóvenes, mayormente hombres, críticos del progresismo y admiradores de su retórica contra lo que llaman la “cultura woke”.
Entre estos seguidores, Musk podría causar un daño profundo a la imagen de Trump. Ya hay señales de esto. El influencer Ian Miles Cheong, con 1.2 millones de seguidores en X, tuiteó: “Mi dinero está con Elon” y agregó que Trump debería ser destituido, proponiendo al senador J.D. Vance como su reemplazo. Musk no tardó en replicar con un lacónico pero explosivo: “Yes”.
La pregunta central, en medio de esta telenovela política, es si la confrontación tendrá efectos reales en la agenda legislativa. Y todo apunta a que sí.
Aunque la mayoría de los republicanos en el Congreso siguen siendo leales a Trump, el poder de influencia de Musk y su capacidad de movilizar opinión pública podría hacer tambalear el apoyo a la ley. El empresario no solo atacó a al mandatario, sino también al presidente de la Cámara, Mike Johnson, y al líder de la mayoría en el Senado, John Thune, citando sus antiguas advertencias sobre el gasto público descontrolado.
Los republicanos moderados que ya estaban incómodos con el costo del proyecto podrían ver en Musk una justificación para oponerse.
Sin embargo, pese a lo dramático del enfrentamiento, pocos están realmente sorprendidos. La alianza Musk-Trump siempre estuvo construida sobre un terreno inestable, plagado de egos descomunales y ambiciones desmedidas que han terminado por poner en la balanza la fuerza del dinero contra la del poder.
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