Defensa

Trump amenaza a España con aranceles si no llega al 5%: "Deben ser castigados"

En la Casa Blanca tras recibir a Milei, dice que el Gobierno está siendo "terriblemente irrespetuoso" con la OTAN

La Casa Blanca aprieta y no suelta la presa. Poco después de que el embajador de EE UU ante la OTAN, Matthew Whitaker, remarcara en Bruselas que los 32 aliados —«incluida España»— deben cumplir el objetivo del 5% del PIB acordado en La Haya, Donald Trump ha lanzado otro misil. Desde la Casa Blanca, donde se ha reunido con Javier Milei, el republicano ha asegurado que nuestro país debe ser castigado con más aranceles si no cumple: "Están siendo terriblemente irrespetuosos".

El presidente de Estados Unidos se ha declarado “muy descontento con España”. Tras apuntar que “es el único país de la OTAN que no va a subir su gasto militar al 5%”, ha indicado que se plantea imponer aranceles a este país, una medida de presión que no es nueva. “Es posible que lo haga... España es el único país, deben ser castigados por eso”, ha puntualizado.

Whitaker había reiterado a las puertas de la reunión de ministros de Defensa en la capital belga que no habrá «salvedades». «Todos los aliados acordaron hacer eso. No hubo excepciones. Todos los 32 aliados acordaron el mismo pacto», comentó. Añadió que si todos los miembros de la OTAN cumplen con el artículo 3 de la Alianza, «que dice que gastarán en su defensa individual y colectiva, se impulsará la innovación y la modernización en toda la Alianza y garantizará que nuestras fuerzas estén preparadas para las amenazas cambiantes». «Finalmente, la OTAN ha garantizado la paz en la Alianza durante 76 años, pero el mundo es demasiado peligroso como para dar por hecha la seguridad» recalcó.

Whitaker evitó pronunciarse sobre la escalada verbal de la semana pasada, cuando el presidente de EE UU, Donald Trump, sugirió que España podría ser «expulsada» de la Alianza si continuaba con el desafío abierto de Pedro Sánchez. «No tienen excusa para no hacerlo. Pero no pasa nada. Tal vez deberían expulsarlos de la OTAN, francamente», dijo. «Deben llamarles (a España) y averiguar por qué están rezagados. Y además les va bien, por muchas de las cosas que hemos hecho», apuntó.

Moncloa sigue insistiendo en que su 2,1% es «suficiente y realista», a lo que la Casa Blanca contestó con el amago de elevar aún más las tarifas comerciales como represalia. Todo este ruido y la tensión diplomática subsiguiente no es inocua. España ha quedado aislada como único socio que no se suma al 5% y Washington capitaliza el malestar por el reparto de cargas atacando al Gobierno cada vez que la escena pública ofrece una posibilidad a Trump. La última, el lunes durante la firma del acuerdo para detener la guerra en Gaza. Con bastante mejor tono del que acostumbra debido a su protagonismo en ese día «histórico», el líder republicano volvió a insistir a los aliados allí presentes en que sigan pidiendo a España que cumpla con sus compromisos.

Ateniéndonos a la legalidad estricta, conviene recordar que el Tratado del Atlántico Norte no prevé mecanismo de expulsión; solo contempla la salida voluntaria (artículo 13) con preaviso de un año al depositario (EE UU). Además, en Estados Unidos hoy día la ley impide a un presidente sacar al país de la OTAN sin una aprobación explícita de la Cámara de Representantes. Esto significa que el trumpismo puede presionar, amenazar y encarecer el coste político, pero no echar a España de la organización.

El núcleo del choque tuvo lugar en la cumbre de La Haya. Rutte anunció el salto histórico al 5% y dejó claro que el nuevo estándar «se aplica a todos, también a España». Dos días antes, Moncloa había tratado de desmarcarse ateniéndose a una supuesta «flexibilidad» por carta que, a juicio de aliados y de la propia OTAN, no equivale sin embargo a una cláusula de exención.

El Gobierno sigue erre que erre con lo suyo. Y es que España puede cumplir los objetivos de las capacidades exigidas con solo un 2,1% de aumento del gasto en Defensa, un relato que no compra nadie. Ni en la OTAN ni en la Unión Europea. El próximo corte será la revisión de capacidades de 2029: ahí se verá de verdad quién llega al 3,5% real y quién no.

Sánchez sigue apostándolo todo a un pulso que parece convenirle a nivel de consumo interno más que externo. El choque ya contamina también el aspecto económico. Trump ha usado todo lo que ha podido la palanca comercial para forzar el alineamiento, a lo que Sánchez ha echado mano del mismo mantra una y otra vez: que la política comercial es competencia de la UE, no bilateral, en un intento de trasladar la fricción a Bruselas y complicar la agenda transatlántica en plena guerra arancelaria larvada.

Pese a los dimes y diretes posibles, el mensaje de Washington, con Whitaker como correa de transmisión, es cristalino: o el 5% o coste reputacional y político dentro de la OTAN. La Alianza ha fijado un listón ambicioso y EE UU va a pasar la factura. O el Gobierno reescribe su senda presupuestario o tendrá que atenerse a las consecuencias.