Análisis

Donald Trump se reposiciona en el mundo

El presidente de Estados Unidos encarna una paradoja política: sólido en lo interno, pero incapaz de proyectar esa autoridad en la arena internacional

El presidente Donald Trump llega con el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth para hablar desde la Sala Este de la Casa Blanca en Washington
El presidente Donald Trump llega con el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth para hablar desde la Sala Este de la Casa Blanca en WashingtonASSOCIATED PRESSAgencia AP

Henry Kissinger desarrolló la noción de que el rol global de los Estados Unidos obliga a sus presidentes a pensar primero en la escena internacional. En este sentido, quienes pretenden gobernar ese país hacen campaña planteando, principalmente, temas domésticos y, al llegar a la Casa Blanca, asumen una agenda global.

A pesar de los asuntos internos, Trump afirmó en campaña que «la guerra en Ucrania se acabaría en 24 horas» si llegaba al poder. China, por su parte, no se ha dejado doblegar frente a las amenazas arancelarias. En términos generales, hoy, el mundo es un lugar más inestable, polarizado e incierto. Sumando las guerras que padecemos, la influencia del presidente norteamericano resulta precaria. La única excepción que se puede hacer es Irán. El reciente ataque a Irán a importantes complejos nucleares le da una nueva oportunidad de reposicionarse como un jugador clave.

Donald J. Trump mantiene un nivel de aprobación de su trabajo del 46% entre los estadounidenses, según la última encuesta de Fox News. No es un número desdeñable considerando el récord de su predecesor. En temas de economía, los segmentos más críticos son demócratas, independientes, mujeres y personas sin estudios universitarios; en cambio, los hombres, universitarios y republicanos tienen una visión más favorable. Adicionalmente, el 53% de los encuestados a nivel nacional aprueban la gestión en lo que respecta a la seguridad fronteriza. De igual manera, entre republicanos, el 75% aprueba el manejo de la economía y un 68%, el control de la inflación.

Estos números seguirán vigentes en la medida en que no exista una alternativa clara de liderazgo en el partido demócrata. La izquierda norteamericana padece una de sus peores crisis políticas de los últimos veinte años. El liderazgo de la extrema izquierda encarnada en Bernie Sanders resulta poco eficaz en términos de equilibrios. Su postura afianza el polo socialista, pero también el voto duro pro-Trump.

El magnate presidente encarna una paradoja política: sólido en lo interno, pero incapaz de proyectar esa autoridad en la arena internacional; sobre todo en lo que respecta a la guerra en Ucrania y a China. El controversial mandatario ha logrado conservar la legitimidad de su narrativa interna -en gran medida por la mediocridad del liderazgo opositor- sin embargo, se le ve debilitado en Europa y en Asia. Y es probable que esto último le pese más que lo primero. ¿Por qué? Porque precisamente, y él de manera especial, asume su agenda como Kissinger lo planteó.

Por último, la misma encuesta de Fox revela que el 85% de los estadounidenses afirman que se encuentran «preocupados por el futuro de su país». Esto significa que la incertidumbre puede convivir con el apoyo al gobierno y que la falta de claridad sobre el destino de la nación resulta apabullante. En conclusión, ambas agendas son dos caballos que tiran de una misma carreta que marcha hacia un paradero incierto.