
Defensa
Los drones de combate pasan al siguiente nivel: ahora estarán impulsados por IA y atacarán en enjambres
La guerra en Ucrania ha entrado en una nueva dimensión. El ejército de Kiev utiliza ya de forma rutinaria enjambres de drones que, gracias a la inteligencia artificial, se coordinan entre sí para atacar objetivos rusos

La guerra en Ucrania se ha convertido en el primer campo de batalla donde se está empleando de forma generalizada una nueva y temible arma: enjambres de drones que se coordinan mediante inteligencia artificial para atacar posiciones rusas. Esta táctica, que hasta hace muy poco pertenecía al ámbito de la ciencia ficción, supone un avance de enorme magnitud en el uso de vehículos no tripulados en conflictos armados. El software que lo hace posible ha sido desarrollado por la empresa ucraniana Swarmer.
En la práctica, esta tecnología permite que un grupo de drones se comunique entre sí de forma autónoma, sin necesidad de intervención humana directa, para decidir la mejor estrategia para alcanzar un objetivo y el momento preciso para ejecutarla. La principal ventaja operativa es una eficiencia abrumadora, ya que un solo operador puede controlar múltiples aparatos simultáneamente, lo que reduce el personal necesario para una misión de nueve a solo tres personas. Al comunicarse entre ellos a corta distancia, se minimiza además el riesgo de que las señales sean interceptadas o interferidas por las defensas electrónicas del enemigo.
De hecho, el ejército ucraniano lleva aproximadamente un año utilizando este sistema, cuyas primeras aplicaciones se centraron en la colocación de minas en territorio hostil. Sin embargo, su uso ha evolucionado rápidamente hacia el ataque directo contra soldados, vehículos acorazados e infraestructuras críticas, multiplicando la letalidad y el alcance de sus operaciones, tal y como recogen desde The Wall Street Journal.
Una carrera tecnológica con implicaciones éticas
Por otro lado, Ucrania no es la única nación inmersa en esta carrera tecnológica. Potencias militares como Estados Unidos, China, Francia, Rusia o Corea del Sur también están invirtiendo notables recursos en el desarrollo de sistemas similares, conscientes de la ventaja estratégica que pueden suponer en el futuro. Este avance, no obstante, no está exento de inconvenientes, ya que la creciente sofisticación del software incorporado aumenta considerablemente el coste de fabricación de cada dron. En el caso estadounidense, el Pentágono ya tiene un plan para aumentar su poderío militar con miles de nuevos sistemas autónomos en los próximos años. Mientras tanto, Rusia explora otras vías de automatización bélica, como su proyecto para convertir tanques de la era soviética en robots de guerra no tripulados.
Ante esta nueva realidad, el despliegue de la inteligencia artificial en el combate ha abierto un complejo debate ético sobre la autonomía de las máquinas para tomar decisiones de vida o muerte. La empresa Swarmer ha querido salir al paso de esta preocupación, aclarando que, en su sistema, la decisión final nunca recae en el algoritmo. Según sus responsables, siempre es un operador humano quien conserva el control y tiene la última palabra para autorizar un ataque, garantizando así una supervisión directa sobre las acciones letales.
✕
Accede a tu cuenta para comentar