Corea del Norte
EE UU y sus aliados asiáticos negocian un escudo antimisiles
Máxima preocupación en la región tras el dudoso ensayo de la Bomba-H de Kim
Máxima preocupación en la región tras el dudoso ensayo de la Bomba-H de Kim
Los Gobiernos de Washington y Seúl comenzaron ayer a negociar un posible despliegue de arsenales nucleares estratégicos y sistemas de defensa de misiles norteamericanos en la península de Corea tan sólo un día después del supuesto lanzamiento de la bomba de hidrógeno de Corea del Norte. «Es hora de que nosotros mismos nos armemos pacíficamente con material nuclear en el contexto de la autodefensa para así luchar contra el terror y la destrucción de Corea del Norte», señaló el legislador surcoreano Won Yoo-Cheol a la agencia Yonhap. La acción podría verse como una oportunidad para que EE UU amplíe su presencia militar en la península coreana, que fue retirada de la zona en los años 90. Una maniobra que no es bienvenida por China, pues lo ve como una amenaza directa hacia su propia seguridad.
Esta vez China –principal apoyo económico y diplomático de Corea del Norte– sí condenó el último desafío nuclear del régimen de Kim Jong Un. Pekín se «opone firmemente» a ésta y a futuras pruebas nucleares llevadas a cabo por Corea del Norte, indicó el portavoz del Ministerio de Exteriores Hua Chunying, que añadió que convocaría al embajador norcoreano en China para elevar una protesta formal. Mientras, EE UU trabaja en verificar la detonación de la bomba-H, ya que es cuestionable que Pyongyang puede haber dado ese salto tecnologico. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se comprometió ayer a tomar nuevas medidas contra «una clara violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad» por parte de Corea del Norte. «Este acto es profundamente desestabilizador para la seguridad regional e internacional y socava gravemente los esfuerzos de no proliferación», dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Sin entrar en detalles sobre qué tipo de acciones podrían llevarse a cabo para castigar al país asiático, diplomáticos señalaron que se barajaría aplicar las más duras.
La presidenta surcoreana, Park Geun-hye, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, mantuvieron ayer una charla telefónica en la que aceptaron tomar fuertes resoluciones contra la última provocación de Pyongyang. Manifestantes surcoreanos salieron a las calles de Seúl para denunciar las prácticas nucleares y para pedir a su gobierno que tome represalias contra su vecino enemigo mientras quemaron una efigie del líder norcoreano y cortaron una bandera del país. Seúl anunció ayer que reactivará los altavoces propagandísticos situados en la frontera, destinados a emitir mensajes contra el régimen comunista, una medida considerada como un pseudoacto de guerra para el Gobierno de Pyongyang.
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