Unión Europea
El acuerdo con Turquía agrieta a los Veintiocho
Juncker cree que Turquía y Grecia tendrán que cambiar sus leyes
Juncker cree que Turquía y Grecia tendrán que cambiar sus leyes
Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Después de que los países de la ruta de los Balcanes hayan cerrado sus fronteras a los refugiados, crecen los temores entre algunos países de que el flujo de demandantes de asilo, lejos de frenarse, se desvíe hacia otros caminos. A este respecto, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, aseguró que España «no bajará la guardia» ante el potencial peligro que supondría un desvío de las rutas migratorias. «Si se cierra la ruta de los Balcanes y del Mediterráneo central, evidentemente, la tendencia o el peligro de que sea el Mediterráneo occidental, de manera especial la costa argelina, marroquí, mauritana, senegalesa y, por parte de la UE, España, es evidente. Estamos muy atentos, porque eso supondría trasladar el problema», señalaba a la Prensa en Bruselas ayer.
Los ministros del Interior se reunieron, precisamente, para debatir sobre el grado de aplicación de las medidas que se han ido adoptando para detener rápidamente los flujos, proteger las fronteras exteriores de la Unión Europea y reducir así la migración ilegal con dos claros objetivos: salvaguardar la integridad del amenazado espacio Schengen y reducir las consecuencias negativas a nivel humanitario que conlleva la situación migratoria actual.
«El Consejo aplaudió el resultado de la cooperación entre el Consejo Europeo y Turquía, que ayudará a frenar los flujos migratorios y a evitar que la gente ponga en peligro su vida en manos de los traficantes. Cuando se alcanza un acuerdo, los ministros de Inmigración juegan un papel importante a la hora de implementar las medidas. Y estamos listos para hacerlo», señaló al concluir la reunión el ministro de Migración de los Países Bajos, Klaas Dijkhoff. También durante la reunión de ministros algunas delegaciones plantearon sus reservas a que el acuerdo pueda ser implementado sin más en lo que se refiere a la devolución de refugiados a Turquía y otras, especialmente la francesa, han recalcado que Ankara tiene que cumplir con todas las exigencias si se va a proceder a la eliminación del visado a sus ciudadanos. En un tono muy duro se expresó la ministra austriaca, Johanna Mikl-Leitner, quien se preguntó si «Europa todavía tiene respeto por sí misma y por sus valores». Mikl-Leitner criticó que tres días después de que Turquía cerrase uno de los principales diarios críticos «Zaman» presente una «lista de deseos» a la UE y que sean aceptados. Suecia por su parte se preguntó si los países más reticentes a acoger refugiados deberían también dejar Schengen, en una clara alusión a los socios del Este.
Respecto al primer punto, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, reconoció que es probable que tanto Turquía como Grecia tengan que modificar su legislación y modernizarla para poder garantizar totalmente que se cumplen los requisitos básicos de la Convención de Ginebra sobre el tercer país seguro. «Fácilmente tanto en Grecia como en Turquía puede ser que algunas legislaciones tengan que ser aprobadas por el Parlamento, pero esto es algo que tenemos que ver a lo largo de esta semana», explicaba en una rueda de prensa conjunta con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. ACNUR y varias organizaciones humanitarias internacionales han puesto en duda el principio de acuerdo que la UE cerró este lunes con Turquía. Concretamente, han señalado que atenta contra la Convención de Ginebra, por un lado, y la Carta Europea de Derechos Fundamentales, por otro.
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