Bruselas

El auge eurófobo escapa al control de Bruselas

Norbert Hofer, candidato presidencial ultranacionalista, y la presidenta del Parlamento Doris Bures, ofrecen una rueda de prensa en Vien
Norbert Hofer, candidato presidencial ultranacionalista, y la presidenta del Parlamento Doris Bures, ofrecen una rueda de prensa en Vienlarazon

El proyecto europeo podría enfrentarse a otro serio quebradero de cabeza tras la repetición de las elecciones en Austria y ante una eventual victoria de la ultraderecha.

El proyecto europeo podría enfrentarse a otro serio quebradero de cabeza tras la repetición de las elecciones en Austria y ante una eventual victoria de la ultraderecha. Los anteriores comicios dejaron un triunfo pírrico a favor del candidato ecologista (31.000 votos) que evidencia un auge preocupante de las posiciones eurófobas. Entonces, la respuesta de Bruselas fue el silencio, la misma estrategia mantenida durante la campaña del referéndum británico. Las instituciones europeas creyeron que cualquier mensaje podría ser interpretado como injerencista por el bando contrario y dar alas al victimismo. Por eso, no cantaron las bondades de la permanencia en el club europeo ni tampoco alertaron sobre la escalada de apoyo en Austria del partido FPÖ, más allá de los mensajes genéricos contra el populismo.

Pero la victoria del Brexit está dando alas a estos partidos. Marine Le Pen, jefa de filas de la extrema derecha francesa, y Geert Wilders, líder del partido xenófobo holandés, ya han anunciado que si alcanzan el poder convocarán referendos en sus territorios. Los dos países se enfrentan a elecciones el año que viene y el pasado martes, en la sesión extraordinaria del Parlamento Europeo a raíz del referéndum británico, las dos formaciones no ocultaron su euforia. En Francia, los sondeos auguran una segunda vuelta con la derecha y la ultraderecha como los dos combatientes finales, aunque en este caso lo más seguro es que acabara estableciéndose un «cordón sanitario» conjunto con los socialistas franceses que acabara desalojando a Le Pen del poder. Las encuestas también son propicias para Wilder –lo sitúan como primera fuerza–, que en la anterior legislatura incluso fue socio de Gobierno de los liberales hasta que su falta de apoyo hizo caer al Gobierno.

Los tics autoritarios no sólo escalan puestos en los países fundadores de Europa. El último caso en el que se muestra la falta de guía de Bruselas para actuar ante este tipo de situaciones es Polonia. El partido ultraconservador Ley y Justicia emprendió una reforma del Tribunal Constitucional este pasado mes de noviembre que es vista en Bruselas como contraria al acervo comunitario, al no respetar el principio de separación de poderes. El pasado 1 de junio, la Comisión Europea (CE) envió al país un ultimátum de quince días para que Polonia diera una respuesta en lo que constituye un paso más hacia un proceso en el que, en última instancia, se puede dejar al país sin derecho de voto en el Consejo. Ésta sería una sanción sin precedentes en la historia de integración europea. Consciente de la dificultad de pulsar el botón nuclear y ante la crisis por el Brexit, nueve días después de que venciera este plazo Polonia respondió con un acuse de recibo y la CE se limitó el pasado jueves a anunciar que proseguirá el diálogo con las autoridades polacas.