Restringido
El día más largo
Cualquier título de Hollywood sobre el desembarco en Normandía o los años cuarenta podría definir algo de lo ocurrido ayer en la conmemoración del histórico evento: «Salvar al soldado... Hollande» (el presidente francés, agradecido, saca pecho, ¿ganó Francia la guerra?, luchando por su imagen con 20% de aprobación y 75% de incumplimiento de sus promesas), «La gran escapada» (Obama se solaza por la gesta, no siempre reconocida, de sus compatriotas en 1944, pero en su país le espera la pesadilla de que el prisionero que ha canjeado por cinco talibanes puede no ser un héroe sino un desertor), «Perfidia» ( Putin, el pirómano de Ucrania, prometiéndole al ucraniano Porochenko que va a ser un angelical bombero en una guerra que no existiría si él no la atizase), «El gran dictador» (con la señora Merkel, mandamás europea, dominando pacíficamente el continente), «Ser o no ser» (con polacos, húngaros, checos... que vuelven a ser gracias a que el americano Reagan, con la ayuda de Juan Pablo II, derribó a la hidra soviética)...
Todos estaban allí, hasta la reina Isabel con su sempiterno sombrero. La ocasión lo merecía. Mañana resucitarán los problemas. Gran Bretaña, poniendo un pie fuera de Europa, Francia, que incluso con Valls no despega, Europa, dividida ante Rusia que le aprieta los testículos del gas y viendo que los pobres emigrantes siguen llegando en tropel (la Primavera Árabe funciona penosamente) y aquí... planteándonos un estéril e inoportuno referéndum entre monarquía y república o, en la formulación más esperpéntica de un líder, entre «monarquía y democracia» (?).
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