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El doble juego de Yanukovich

El presidente ucraniano acepta una tregua y destituye al jefe del Ejército. Declara el estado de sitio tras denunciar un «complot terrorista» de la oposición

Policías antidisturbios disparan a los manifestantes durante las protestas de hoy en la Plaza de la Independencia d Kiev
Policías antidisturbios disparan a los manifestantes durante las protestas de hoy en la Plaza de la Independencia d Kievlarazon

El presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, y los principales líderes opositores han acordado una tregua para poder iniciar conversaciones con el objetivo de poner fin a la violencia.

Al caer ayer la noche se reavivaron los enfrentamientos entre la Policía y los opositores en el corazón de Kiev. Unos disturbios que se habían moderado, que no detenido, durante la mañana y la tarde, tras casi 24 horas continuadas en la brutal jornada de martes, que se saldó con 27 muertos (10 policías) y 751 heridos, de los que 147 siguen hospitalizados.

Sin embargo, al cierre de esta edició y ante la presión internacional, se abió una pequeña esperanza. El presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, y la oposición acordaron una tregua. «Hay buenas noticias. Ahora se ha declarado una tregua y ha comenzado un proceso negociador para la estabilización de la situación», afirmó Arseni Yatseniuk, líder del principal partido opositor, Batkivschina (Patria). Además, el dirigente opositor destacó que «se han cancelado el previsto asalto y la dispersión» del Maidan o plaza de la Independencia de Kiev, donde se concentran varios miles de manifestantes opositores desde hace casi tres meses.

El rebrote de la violencia tuvo ayer sus primeras consecuencias políticas con el cese del jefe de Estado Mayor, el general Volodimir Zamana, al que sustituirá el comandante de la Marina Yuriy Ilyin.

Un movimiento que los analistas interpretan como un golpe de mando de Yanukovich en el Ejército, cuyo seno está probablemente dividido en su postura respecto a la crisis. Las Fuerzas de Seguridad, armadas con balas de goma, cócteles molotov y botes de gas lacrimógeno, mantuvieron ayer su ofensiva para tomar el bastión opositor de la plaza de la Independencia, de la que al cierre de esta edición controlaban ya una tercera parte. Una operación que el Ministerio de Interior calificó de «antiterrorista». Durante la noche y parte del día las llamas devoraron la Casa de los Sindicatos y obligaron a su desalojo, un edificio colindante a la plaza que el Euromaidan venía utilizado como centro de operaciones. Todos los edificios públicos de Kiev permanecieron ayer cerrados por orden ministerial, también el metro y las escuelas. Algunas iglesias céntricas hicieron las veces de hospitales de campaña para acoger a los opositores heridos. Cabe recordar que, a diferencia de Rusia, donde la Iglesia ortodoxa es muy cercana y afín al Kremlin, en Ucrania la misma institución ha mostrado durante la crisis su apoyo al movimiento ciudadano.

Fue el de ayer un día de declaraciones políticas, tras el reavivamiento de los disturbios. El presidente Yanukovich se reunió el martes de madrugada con los líderes políticos de la oposición, a los que exigió la evacuación de la plaza. Vitaly Klitschko, del partido UDAR, cuya petición era la opuesta, la retirada de los antidisturbios, sencillamente se levantó de la mesa. Ayer a primera hora de la mañana el presidente se dirigió a la nación en una declaración institucional televisada en la que se mostró especialmente crítico con la oposición, a la que exhortó a «distanciarse inmediatamente de las fuerzas radicales que provocan el derramamiento de sangre o tendrán que responder ante los tribunales por connivencia». Yanukovich añadió: «Han cruzado la línea al llamar a la gente a tomar las armas y han ignorado los principios básicos de la democracia: el poder no se obtiene en las plazas sino en los colegios electorales. Ya hemos pagado un precio demasiado alto por las ambiciones de los que se precipitan hacia el poder, pero para que el precio no sea aún más alto, les exhorto a recapacitar, a sentarse a negociar para salvar Ucrania». Pese a la dureza de sus palabras, a última hora de ayer Yanukovich trató de organizar una nueva reunión con la oposición. El presidente, por cierto, decretó para hoy jueves día de luto oficial en el país, por lo que se suspende el partido de fútbol que debía enfrentar en la capital al Dinamo de Kiev y al Valencia, correspondiente a los dieciseisavos de final de la Europa League. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, que calificó los disturbios del martes en Ucrania de «intento de golpe de Estado», confirmó una conversación telefónica de madrugada entre Putin y Yanukovich, aunque remarcó que el presidente ruso «nunca ha dado consejos a su colega ucraniano sobre lo que hacer o cómo hacerlo». Unas declaraciones que en cierto modo se contradicen con las de Sergei Lavrov, ministro de Exteriores: «Ucrania es un socio estratégico, usaremos toda nuestra influencia para que reine la paz y la tranquilidad en el país». El titular de Exteriores ruso volvió a señalar a Occidente: «No vemos una reacción clara de parte de los políticos europeos, que se niegan a reconocer toda la responsabilidad por las acciones de las fuerzas radicales de la oposición». Por la mañana, el Parlamento ruso aprobó una resolución muy crítica con la Unión Europa, a la que acusa de «intervenir desvergonzadamente en los asuntos internos de Ucrania y de provocar intencionadamente la desestabilización». La chispa de las protestas en Kiev se extendió ya el martes a provincias, pero fue ayer cuando se vivieron importantes disturbios en ciudades de la mitad occidental, de mayoría europeísta. Pese a que el Ministerio de Interior afirmó haber ampliado al resto del país la «operación antiterrorista» desplegada en Kiev, los opositores lograron tomar edificios oficiales en varios centros urbanos.