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El Ejército egipcio asfixia las protestas

Fracaso de las marchas de los Hermanos Musulmanes en el «viernes de los mártires». Los soldados toman El Cairo y evitan más sentadas

Partidarios de Hosni Mubarak, ayer en las calles de El Cairo
Partidarios de Hosni Mubarak, ayer en las calles de El Cairolarazon

Ayer debía ser otro día de grandes manifestaciones en El Cairo. Los seguidores del depuesto presidente Mohamed Mursi convocaron 28 marchas desde 28 mezquitas en todos los barrios de la capital egipcia en el «viernes de los mártires», en memoria de los centenares de manifestantes que han fallecido desde el golpe de Estado del 3 de julio.

Pero las marchas que salieron después del rezo del mediodía, el más importante de la semana, no fueron tan multitudinarias, y en muchos casos no completaron su recorrido, se dispersaron antes de tiempo o ni siquiera llegaron a partir. La mezquita de Al Fatah, donde los manifestantes se atrincheraron la semana pasada, permanecía clausurada y el Ejército se desplegó en las principales plazas y arterias cairotas para evitar las marchas y abortar el nacimiento de cualquier sentada o acampada.

Los islamistas están cada vez más asfixiados y con menos margen de maniobra para seguir movilizándose y hacerse escuchar de alguna forma. Silenciados por los medios de comunicación y reprimidos por las autoridades, su única posibilidad es seguir bajando a la calle, o al menos, intentarlo. A lo largo de la semana, los Hermanos Musulmanes no pudieron cumplir las promesas de grandes movilizaciones diarias y las protestas quedaron marginadas a los suburbios de la capital, lejos de la mirada de todos.

Ayer, pocos centenares de personas se congregaban junto a la mezquita de Is-taqba, cerca de la plaza de la Universidad de El Cairo; los coches que pasaban se solidarizaban con los manifestantes, pero nadie se unía a ellos. «No tengo miedo, la libertad siempre tiene un precio», aseguraba Mahmud, un trabajador del sector del turismo ahora en paro. «No podemos regresar a nuestras casas y seguir viviendo después de todos los muertos», añadía.

Desde hace algunos días, los manifestantes han asumido un nuevo símbolo: una mano mostrando cuatro dedos, en memoria de la acampada de Rabaa al Adauiya, donde fallecieron unas 300 personas el pasado 14 de agosto. Rabaa significa cuarta en árabe, de ahí los cuatro dedos, y la mano levantada representa los manifestantes pacíficos que fueron tiroteados.

La represión violenta ha hecho que las protestas ya no sean sólo en apoyo al ex presidente. «Bajamos a la calle para defender la legitimidad de Mursi, el resultado de las urnas y la democracia, y nos mataron», denuncia Aya, una joven universitaria que votó al candidato islamista en las elecciones de junio de 2012. «No estoy aquí sólo por el primer presidente elegido democráticamente en la historia de Egipto, sino también por todos los fallecidos», asegura. Los manifestantes también están cambiando su discurso, casi dos meses después del golpe de Estado contra Mursi, y sin que éste haya sido visto en público desde entonces. Cada vez más aislados de la sociedad, perseguidos por el Estado y sintiéndose abandonados por la comunidad internacional, los islamistas vuelven al victimismo y a la clandestinidad, donde siempre han estado en el pasado.

La mayor parte de los cánticos eran en contra del Ejército y la Policía, y también alguna queja por la excarcelación del ex presidente Hosni Mubarak, aunque se encuentra custodiado en un hospital militar. Sólo algunos grupos revolucionarios protestaron en contra de esta decisión, mientras el resto del país se preparaba angustiado para un nuevo viernes violento, que finalmente acabó con una sola víctima mortal, en la localidad de Tanta, en el Delta del Nilo. En esta zona se registraron enfrentamientos en varias ciudades, mientras que en el Valle del Nilo la tensión permanece al máximo debido también a los ataques de tipo sectario contra la minoría cristiana.

La Hermandad pierde también en los sondeos

El desalojo de las acampadas de Rabaa al Adawiya y Al Nahda, en el que murieron 600 personas, no ha sido contestado en la calle y, según un encuesta, la mayoría lo respalda. Un estudio del centro Basiira muestra que el 67% de los egipcios está a favor y el 24% en contra. El 70% cree que los islamistas agotaron el tiempo para negociar.