Racionamiento en Venezuela
El Ejército en Miraflores
l ¿Los venezolanos se sienten decepcionados con el último mensaje de Maduro?
–Había la ilusión de que anunciaría rectificaciones dirigidas al fondo de la cuestión, es decir, a un cambio del modelo económico que el Gobierno impone desde hace 14-15 años. Era una falsa ilusión. No hay nada nuevo. No hay liberalización de la economía, más bien lo contrario. Maduro anunció más controles de precios, más presencia del Estado en la economía. Más que rectificación hubo ratificación.
l ¿El nombramiento del general Rodolfo Marcos al frente de Economía ha venido a subrayar ese control de la economía?
–Sí, paradójicamente, con Chávez, la presencia de los militares no fue notoria en labores de Gobierno, y menos en una labor tan especializada como la económica. Quizás la condición de civil del heredero, Maduro, y el temor de que al final del camino la suerte la decida el «cuenteo» de cañones llevó a éste a extender presencia militar en los ámbitos del Gobierno.
l Y el ciudadano de a pie, ¿cómo vive la escasez y la tremenda inflación?
–Hay una paradoja difícil de comprender. A pesar de que el nivel de vida ha caído, de que la inflación sube mucho más que los salarios, la población confía aún en el chavismo. Quizás es achacable a que la oposición ha sido incapaz de sacar provecho político de eso. Pero también se debe a que las políticas sociales de Chávez dejan sentir todavía su efecto.
l Y respecto a la seguridad, ¿se ha calmado la inquietud en la calle?
–Maduro convocó ayer a un acuerdo de reconciliación nacional, pero son saludos a la bandera. El hecho concreto es que en 1999, cuando Chávez asume el poder, morían 4.500 personas al año por homicidios. El año pasado fueron casi 25.000. Eso implica casi tres muertos cada hora. Eso es un fenómeno que podría equipararse a una guerra civil.
l ¿Será capaz Maduro de controlar la violencia?
–No lo veo. Esta crisis de violencia, como todos los fenómenos así, tiene un comienzo, un desarrollo, un recorrido y tendrá un desenlace. Estamos viendo lo que está pasando en Michoacán, que los civiles se defienden ante la pasividad del Estado, cosa que ocurrió en Colombia en los 80 y 90. En Venezuela eso no ha ocurrido, pero uno se imagina que la tranquilidad con que el pueblo convive con esta violencia desde hace 15 años no puede ser eterna.
*Columnista de «El Universal»
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