Afganistán
El espectro de la guerra civil marca las elecciones afganas
El doctor Abdulá Abdulá, el candidato que ocupó el segundo puesto en las elecciones presidenciales de 2009, se erige como el favorito en las elecciones de mañana en Afganistán para sustituir a Hamid Karzai, que termina su segundo mandato.
El doctor Abdulá Abdulá, el candidato que ocupó el segundo puesto en las elecciones presidenciales de 2009, se erige como el favorito en las elecciones de mañana en Afganistán para sustituir al presidente saliente Hamid Karzai, que termina su segundo mandato. Su candidatura es la más fuerte de las no pastunes entre los grandes aspirantes de estas elecciones. Abdulá, oftalmólogo de profesión, es el candidato de la etnia tayika por parte de madre, un grupo minoritario, por lo que si no obtuviera un triunfo arrollador en la primera vuelta, en la segunda no conseguiría ganar. Algunos analistas opinan que el doctor Ahmad Ghani es el candidato ideal de Estados Unidos, un pensador que no tiene las manos manchadas de sangre ni un pasado demasiado corrupto. Muchos opinan que el origen pastún de los principales rivales de Abdulá reducen sus opciones si se llega a una segunda vuelta, ya que Ghani (extitular de Exteriores) aunará probablemente buena parte del voto de los pastunes, que integran cerca del 40 por ciento de la población.
Abdulá fue ministro de Exteriores en el primer mandato de Karzai, entre 2001 y 2004. Este medico educado en Inglaterra hizo gala de su perfecto inglés y su buena presencia durante los inicios del Gobierno del presidente saliente, Hami Karzai, que dejó en 2006 para pasar a la oposición y presentarse como rival electoral Sin embargo, su carrera como imagen de Afganistán hacia el exterior se había iniciado en 1998 como responsable diplomático de la Alianza del Norte, coalición creada por antiguos guerrilleros muyahidín del norte y el oeste cuando en 1996 los talibanes llegaron al poder.
Tras graduarse, Abdulá ejerció como oftalmólogo en Kabul hasta 1985, cuando se trasladó a Pakistán para trabajar con los refugiados afganos y entró en contacto por primera vez con la resistencia antisoviética afgana.
Cuando era joven este médico decidió además de seguir con su vocación alistarse en las filas del comandante Sha Ahmad Masud, el principal líder de la insurgencia contra los soviéticos. Su pasado como muyahidín primero contra los soviéticos y después en la encarnizada guerra civil podría abrir de nuevo las heridas de los afganos. El aspirante tayiko se ampara bajo el recuerdo de Burhanudin Rabbani, el último presidente tayiko que ocupó el mandato presidencial entre 1992 y 1996, época teñida por los estragos de la guerra civil y los peores crímenes, su elección podría avivar las llamas de un conflicto tribal todavía latente en la memoria colectiva de un pueblo anclado en una continua espiral de violencia. Mientras, el camino a la democracia se dilata en el tiempo. Si Abdulá se declara vencedor en las elecciones de este sábado, este oftalmólogo de 54 años deberá enfrentarse a la imperiosa necesidad de evitar una nueva guerra civil y de manejar un país en el que la democracia está lejos de haberse consolidado. Por eso, Abdulá defiende la necesidad de implantar un sistema parlamentario frente al presidencialista e insiste en el empoderamiento de las instituciones democráticas, aisladas de la violencia sectaria del islam más radical que salpica al antiguo gobierno. Desde que perdió las elecciones en 2009 ha trabajado en la oposición, formando el el Movimiento por el Cambio y la Esperanza, con la intención, según dijo en su presentación, de «abrir un nuevo capítulo» en su país y buscar un mayor protagonismo para las formaciones política.
El proceso de paz
El reto del próximo presidente será lidiar con el movimiento Talibán ya que en cierta manera representa al asesinado comandante Masud por los talibanes el 08 de septiembre de 2001. Abdulá no es partidario del diálogo con los talibanes ya que desconfía de sus intenciones. Y no es de extrañar. En un acto electoral el mes pasado el candidato presidencial fue víctima de un atentado terrorista del que afortunadamente salió ileso, aunque tres de sus guardaespaldas murieron. El ataque fue ejecutado por milicianos talibán contra su convoy cuando circulaba por la carretera que une las localidades de Kabul y Jalalabad. Además, ese mismo mes fueron asesinados dos miembros de su equipo de campaña en la provincia de Herat (oeste) y un líder tribal que hacía campaña a favor de Abdulá en la provincia de Sar-e-Pul (norte). Sin embargo, no todos piensan como Abdulá a la hora de hablar con los insurgentes talibanes. Para el analista afgano Syed Daud «los talibanes han cambiado respecto a los años noventa y saben que no van a tener los apoyos que tuvieron entonces para hacerse con el poder», por lo que estarán abiertos a dialogar incluso aunque se mantenga un contingente de Estados Unidos en el país. La negociación talibán centrará esta nueva etapa.
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