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El éxito del «Trump brasilero»

La Razón
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uego de su victoria en primera vuelta, el ultraderechista Jair Bolsonaro lidera los sondeos. «El Trump brasilero» –como se le conoce mediáticamente– ha subido más de 10% en sus preferencias con respecto a la primera vuelta electoral. Por su parte, el delfín de Lula, Fernando Haddad lo hace con un insuficiente 13%. En consecuencia, y para la segunda vuelta, Bolsonaro registra un 58% en la intención de voto, a diferencia del líder del Partido de los Trabajadores, quien obtendría un 42%. Meses atrás nadie hubiese imaginado que la mitad de los brasileros apoyara a un hombre de extrema derecha. Sobre todo porque al principio de la contienda y previo a la condena a prisión contra Lula, el ex presidente izquierdista mostraba un liderazgo sólido para retornar al poder. Su condena no solamente ha desvanecido las esperanzas de convertirse nuevamente en presidente del Brasil, su prisión ha polarizado de tal manera a la sociedad brasilera que en tan solo días pone las esperanzas de su futuro en un ex militar radicalmente opuesto al ex presidente.

Quizás decepción o el mismo hartazgo producto de la corrupción. Lo cierto es que la opinión pública dio un giro de 180 grados en tan solo días. La repugnancia hacia los partidos tradicionales es de tal magnitud que la volatilidad en las preferencias y la consolidación de un hombre antisistema es muestra de que los brasileros parecen buscar más un vengador que alguien que siembre esperanza. El hecho de que sea de derecha parece lo menos relevante. Sí lo es su intención en limpiar el sistema, abrir la economía y acabar con la inseguridad. En este sentido, hay dos temas fundamentales en la agenda electoral: el crecimiento económico y la seguridad ciudadana. En lo primero, ha decidido sumar en su equipo al economista Paulo Guedes, ultraliberal y regresado de la Universidad de Chicago, la más liberal en el mundo occidental. Con respecto a la inseguridad, su pasado militar parece darle legitimidad para convencer a los brasileros de que tendrá una política estricta y casi represiva en contra de las bandas criminales. Días atrás aseguró: «Vamos a abarrotar la cárcel de bandidos, abarrotar. ¿Está mal? Yo prefiero la cárcel repleta de bandidos a un cementerio lleno de inocentes».

Como ocurre usualmente con este tipo de liderazgos disruptivos, la expectativa que ha sembrado en la mayoría de los brasileros es alta. Junto con la volatilidad de los votantes y las incertidumbres en la comunidad internacional, Bolsonaro – de convertirse en presidente– tendrá que gestionar hábilmente la «luna de miel» y comenzar a dar muestras tempranas de que sus comentarios y promesas traspasan la buena intención. Que realmente ha llegado para dar un giro a su país, que ha llegado a poner orden.

Director general de Motta Focus motta@mottafocus.com @mottafocus