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El G9 de la señora Clegg

Nick Clegg y su esposa Miriam Gonzalez-Durantez, durante una visita a una escuela de Primaria en Kirkintilloch
Nick Clegg y su esposa Miriam Gonzalez-Durantez, durante una visita a una escuela de Primaria en Kirkintillochlarazon

Miriam González, esposa del viceprimer ministro británico, inicia este jueves una campaña en las escuelas con sólidos referentes de mujeres trabajadoras

«Tú pones tus límites. Si alguna vez no llegas a algo, dilo. Pero ten confianza en lo que haces». Miriam González recibió el consejo hace más de una década. Vino de la mano de Anna Lindh, la que fuera ministra de Exteriores sueca. Entonces, la vallisoletana trabajaba en la Comisión Europea y acababa de ser madre por primera vez. Por aquella época ya existían demasiados estereotipos que taladraban la cabeza de cualquier mujer que llegara tan sólo a plantearse combinar la vida profesional con la personal. Todas aquellas frases manidas chirriaban en su interior. Por eso hoy será ella quien hable a las niñas británicas para que las etiquetas «absurdas y exigentes» no les impidan que tomen decisiones libres sobre sus vidas.

La esposa de Nick Clegg, el viceprimer ministro del Reino Unido, se ha convertido en la feminista de Downing Street, pese a que la familia sigue viviendo en su casa de siempre, al suroeste de Londres. Fue precisamente el logro de compaginar trabajo y familia lo que llamó poderosamente la atención de los medios durante la campaña electoral de 2010. Los comicios dejaron al parlamento sin mayoría absoluta, un hecho insólito que no se vivía desde 1974. El líder de los Liberal Demócratas se convirtió en el hombre del momento. «Soy la esposa de un político, pero no tengo un rol. Simplemente estoy casada con él», explicó entonces en una entrevista con LA RAZON. La frase sentó cátedra.

Su elección de no abandonar sus obligaciones al frente del despacho de abogados DLA Piper para convertirse en una permanente «cheerleader» descolocó por completo a la feroz prensa británica. En aquel momento, los rotativos ya destacaron el hecho de que no se hubiera cambiado su apellido por el de su marido tras la boda, costumbre arraigada en las islas, pero nada seguida por las extranjeras que se casan con británicos. «Mucha gente piensa que lo hago por ser feminista y mira que lo soy, pero simplemente es una cuestión cultural. En España no se cambia y nunca se me ha ocurrido cambiarlo aquí. Él tampoco me lo ha planteado. Una de las cosas maravillosas del Reino Unido es el respeto a la diversidad», matizó entonces.

Cuatro años después, Miriam, hija de José Antonio González Caviedes -alcalde de Olmedo y senador del PP- sigue rigiéndose por sus principios, sin importarle demasiado las convenciones sociales. Hace contadas apariciones públicas y en la oficina no pone una reunión después de las seis para poder pasar el máximo tiempo con sus tres hijos, Antonio (de 11 años), Alberto (de 9) y Miguel (de 4). «Aunque una parte de mí se lamenta de no haber tenido una hija, también siento una cierta sensación de alivio al saber que ellos no tendrán que pasar por algunas de las muchas dificultades que esperan a las niñas de su edad», señala Miriam en un artículo publicado recientemente en el diario «The Telegraph».

Quizá por este motivo, por el que no está en primera plana continuamente como se le pide a una mujer de un viceprimer ministro, cada entrevista que concede o cada artículo que escribe causa tanto revuelo. Bueno, por eso y porque habla sin tapujos sobre lo que sigue suponiendo hoy en día ser mujer. «Si conseguimos el éxito profesional, intimidamos; si seguimos la moda somos superficiales, si nos gusta la ciencia somos frikis, si leemos revistas somos unas blandas y si defendemos nuestros derechos somos duras e inflexibles», escribe. A la hora de hablar de la maternidad tampoco se muerde la lengua. «Si no tenemos hijos, se asume que estamos frustradas. Si cuidamos de nuestros niños en casa dicen que no trabajamos. Si tenemos un empleo se nos retrata como madres a tiempo parcial e incluso como malas madres», recalca.

Este jueves, cuando se reúna con cien niñas de entre 15 y 17 años de diferentes colegios de Londres, quizá las palabras de su discurso sean distintas. Lo que está claro es que el mensaje será el mismo. La abogada y otras nueve mujeres de bandera (entre ellas la fundadora de una web dedicada a las madres) serán las encargadas de dar el pistoletazo de salida a «Inspiring Women» (Inspirando a las mujeres), una campaña de carácter nacional englobada en la charity «Inspiring the Future». Ésta se dedica a poner en contacto a profesionales de todos los ámbitos con los colegios, con el objetivo de dar charlas a los adolescentes.

Miriam se sumó a esta iniciativa como voluntaria y cuando la Guía del Reino Unido publicó que el 55 por ciento de las estudiantes comprendidas entre los 11 y 21 consideran que no hay suficientes modelos femeninos, fue ella misma la que planteó el proyecto. «Sí, se necesita tiempo. Y no siempre es fácil encajarlo en el malabarismo cotidiano de niños, familia, trabajo, viajes ocasionales y tareas. Pero merece la pena. Para mí, cada una de esas conversaciones ha sido una terapia de choque: una hora con esas chicas es suficiente para convencer a cualquiera de que el futuro de las generaciones que vienen es brillante», recalca.

No es la primera vez que colabora con una ONG. Desde hace años, trabaja regularmente con «The Anthony Nolan Trust» –dedicada a cáncer-, «Barnardo´s» –contra tráfico de menores- y «The Circle», donde fue la cofundadora de un proyecto llamado «The Legal Circle», para luchar por los derechos de la mujer en países en desarrollo, principalmente en África.

Sin embargo, esta última campaña ha acaparado toda la atención, protagonizando las páginas de los principales rotativos del país. En el Reino Unido, cuando a un niño menor de 16 le preguntan por cuál es el trabajo de su vida, responde: «Aquel que me aporte mucho dinero, que me convierta en líder y me permita viajar». Cuando se les pregunta a ellas, la respuesta es totalmente distinta: «Aquel que me permita compatibilizarlo con mi familia y me dé seguridad».

Con las charlas propuestas por la vallisoletana lo único que se pretende conseguir es que estas niñas sean libres para elegir en un futuro lo que quieran. «Todas las mujeres tienen una historia que contar», recalca.