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El gueto de Varsovia, apenas un recuerdo 70 años después del levantamiento

Imagen de los combates
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La capital polaca apenas conserva un puñado de restos del que fue su gueto durante la II Guerra Mundial, construcciones que hace 70 años fueron testigos del levantamiento de la población judía contra la agresión nazi y que hoy resisten al avance de la nueva ciudad como huellas de una tragedia.

Una docena de edificios, en su mayoría en estado ruinoso, una sinagoga y escuetos fragmentos del muro de 18 kilómetros y tres metros de alto que rodeó al gueto son los únicos recuerdos de la prisión agónica que la población judía de Varsovia sufrió entre 1940 y 1944.

El Gueto de Varsovia llegó a contar con una población inicial cercana a las 400.000 personas, el 30% del total de habitantes de la ciudad aunque su tamaño ocupaba apenas el 2,4% del territorio, y en los meses posteriores fue recibiendo más judíos trasladados desde localidades cercanas hasta crear un espacio saturado donde se multiplicaban los enfermos y se extendía la hambruna.

Fue precisamente esa miseria y desesperación lo que llevó a los judíos a rebelarse contra la ocupación nazi en abril de 1943, una insurrección que desembocó en la práctica aniquilación del gueto (se estima que 13.000 judíos fallecieron en los enfrentamientos) y el traslado de la mayoría de los 50.000 supervivientes a campos de concentración.

Precisamente mañana se conmemora el 70 aniversario del comienzo de esa insurrección, el 19 de abril de 1943, un acto de valentía desesperada que actualmente recuerda el monumento a los héroes del gueto, en el centro de Varsovia.

Será en torno a ese monumento donde este viernes tendrá lugar la ceremonia principal en recuerdo de las víctimas de este alzamiento, un acto en el que estará presente el presidente del Estado de Israel y premio Nobel de la Paz, Simon Peres, quien precisamente nació en Wiszniewo (entonces Polonia y hoy Bielorrusia) en 1923.

A pocos metros de ese monumento, en una zona de feroces combates durante el levantamiento, se encuentra el nuevo museo de Historia Judía de Varsovia, un edificio diseñado por el finlandés Rainer Mahlamaki donde se recorrerán los 700 años de presencia judía en este país.

El museo promete abordar sin complejos la complicada relación que a lo largo de la historia mantuvieron judíos y gentiles en Polonia, donde hasta la II Guerra Mundial residía la mayor proporción de población judía de Europa, con episodios tan dolorosos como los pogromos de finales del siglo XIX, el boicot a los negocios judíos en los años 20 y 30 o las expulsiones masivas de 1968.

Uno de los episodios más vergonzosos de esa complicada coexistencia es el que tuvo lugar en 1940 en el pueblo de Jedwabne, donde según el profesor Jan T. Gross los gentiles persiguieron a sus vecinos judíos hasta encerrarlos en un granero al que prendieron fuego, provocando la muerte de al menos 300 personas.

Mañana y el sábado este museo podrá ser visitado, aunque todavía vacío de contenido hasta que albergue la exposición definitiva, dentro de los actos conmemorativos del levantamiento del gueto de Varsovia.

Un museo que pretende dejar atrás la sombra del antisemitismo en Polonia, país donde aunque actualmente residen solo alrededor de 40.000 judíos (frente a la población de 3,5 millones previa a la Guerra) todavía son visibles las trazas de un recelo antiguo.

De hecho, una reciente encuesta revelaba que un 44% de los estudiantes de instituto de Varsovia no querrían tener un vecino judío, mientras que un 60% reconocían que preferiría no tener una pareja judía.

Joanna Korzeniewska, portavoz de la comunidad judía en Varsovia, reconoce que los resultados de esta encuesta hacen necesarios programas educativos "más de lo que se creía que era necesario".