Terrorismo yihadista

Muere Al Baghdadi en una operación de EEUU en Siria

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Trump anunció que el terrorista más buscado del mundo detonó un cinturón de explosivos para no ser atrapado por las fuerzas especiales.

Abu Bakr al-Baghdadi, el "califa" del Estado Islámico hasta que se suicidó para no ser detenido por tropas USA
Abu Bakr al-Baghdadi, el "califa" del Estado Islámico hasta que se suicidó para no ser detenido por tropas USAlarazon

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Trump anunció que el terrorista más buscado del mundo detonó un cinturón de explosivos para no ser atrapado por las fuerzas especiales.

«Ha muerto como un cobarde». Así, sin medias tintas, anunció ayer Donald Trump la muerte del líder del Estado Islámico (EI), Abu Bakr al Bagdadi. «Murió como un perro», enfatizó el presidente de EE UU. «Murió como un cobarde. El mundo ahora es un lugar mucho más seguro». Por si alguien dudaba de la identidad,, Trump aseguró que un técnico forense que iba con el equipo de las fuerzas especiales había constatado «in situ» que se trataba sin dudas de Al Baghdadi.

También subrayó que el lider terrorista «pasó sus últimos momentos con miedo, con pánico y temor, aterrorizado por las fuerzas estadounidenses que lo atacaban». Acorralado al final de un túnel, perseguido y acosado por los equipos de las fuerzas especiales y los perros de la unidad que seguían su rastro, el cabecilla del EI, que declaró el califato islámico en 2014, detonó un cinturón explosivo. Murió en el acto, junto a dos de sus esposas, que también activaron sus respectivos cinturones, así como tres niños, despedazados en el acto. El equipo de operaciones especiales habría rescatado a otros 11 menores.

Rodeado de cámaras, en una intervención desde la Casa Blanca que tenía mucho de triunfo personal y político, en la semana en la que EE UU acababa de lograr un alto el fuego de Turquía en Siria, Trump tenía motivos para exhibir su satisfacción. Pero cuando le preguntaron si la muerte del terrorista tenía algo que ver con la salida de las tropas de EE UU, cuando insinuaron que a lo mejor lo habían liquidado para acallar las voces más críticas, respondió que «la retirada no tuvo nada que ver. De hecho, descubrimos esto hace poco. Estamos detrás de esta gente y tenemos a otros localizados».

Trump confirmó que el Ejército y los servicios especiales habían logrado dar con el paradero del terrorista hace dos semanas. En el curso de estos días fueron tres las misiones para intentar atraparlo o abatirlo, y fue a la tercera. Los resultados de la operación no se resumen en la eliminación física de Al Bagdadi, aunque resulta imposible despreciar su potente carga simbólica.

«Material e información altamente sensibles de la redada, que tienen mucho que ver con el ISIS: orígenes, planes futuros, cosas que realmente queremos», informó el presidente de le EE UU.

Trump aseguró que había seguido la operación desde la «Situation Room» de la Casa Blanca. La misma desde la que Barack Obama y otros miembros de su Gobierno siguieron en su momento la caza de Osama Bin Laden. A su lado, el vicepresidente, Mike Pence; el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien; el secretario de Defensa, Mark Esper; el jefe del Estado Mayor, el general Mark A. Milley; el general de brigada Marcus Evans; y el director de Operaciones Especiales. Trump aseguró que había avisado de la operación a algunos destacados congresistas y senadores republicanos como Lindsey Graham, pero que no había dicho nada a los líderes de la oposición demócrata.

En su relato de lo ocurrido, Trump dijo que prefería «no hablar de ello», pero que Al Bagdadi había muerto «llorando, gimiendo, gritando y arrastrando a tres niños con él. Está muerto. Muerte segura». Tras insistir en que éste era un día importante para EE UU y el mundo, el presidente insistió en la necesidad de mantener la operación con la mayor discreción posible.

«Se lo hemos notificado a algunas personas, otras están siendo notificadas ahora, mientras hablo. Íbamos a decírselo esta noche, pero decidimos no hacerlo porque en Washington hay filtraciones como nunca antes».

En cualquier caso, Estados Unidos acaba de apuntarse otro importante tanto en la lucha contra el terrorismo yihadista, que se suma a las operaciones que concluyeron con la muerte del hijo de Osama Bin Laden, Abu Hamza, llamado a ser su sucesor en Al Qaeda, este mismo año; y la de su padre, en 2011, en la localidad paquistaní de Abbottabad. Conviene recordar que el Tribunal Supremo de este país avaló en su momento que las tropas norteamericanas pudieran actuar contra los enemigos de la nación allí donde se encontraran. Por lo tanto, los soldados saben que están plenamente respaldados en sus actuaciones que, además, como ha ocurrido ahora, son autorizadas por el presidente, como jefe de las Fuerzas Armadas.

El terrorista más buscado, uno de los individuos más sanguinarios de las últimas décadas, no había logrado, por lo tanto, huir a Afganistán como ya han logrado algunos de los jefes de la banda yihadista. El objetivo del Daesh es reorganizar en este territorio sus «aparatos» terroristas. El hecho de que Bagdadi se escondiera a cinco kilómetros de la frontera con Turquía puede indicar que se preparaba para, cuando pudiera, abandonar un territorio tan peligroso para él. El túnel donde intentó refugiarse y donde hizo estallar el cinturón explosivo, no era una guarida segura, como quedó demostrado.

Sobre quién puede ser el sucesor de Bagdadi, expertos consultados por LA RAZÓN señalaron que, a diferencia de Al Qaeda, en el Estado Islámico no hay una jerarquización establecida aunque pronto se sabrá quién se pone al frente de la banda.

En la operación de Barhisa se desplegó un equipo de la Delta Force, altamente entrenado con la participación de soldados a bordo de ocho helicópteros, que realizaron el ataque directo y aseguraron la zona.

Elementos sofisticados como drones dieron cobertura tecnológica para que nada fallara. La intervención de la Delta Force estuvo precedida de una rigurosa labor de los Servicios de Información que trabajaron durante muchos meses hasta dar con el paradero del terrorista.

Según informan medios norteamericanos, el comando que realizó la operación tiene su base en Fort Bragg, en Carolina del Norte. A este conjunto de unidades pertenecía también el grupo que dio muerte a Bin Laden.