Elecciones en Turquía

El ocaso del sultán Erdogan

La segunda y rotunda victoria del opositor Ekrem Imamoglu en la capital financiera supone un duro golpe para los islamistas del AKP, que ven amenazada su hegemonía tras décadas de poder unipersonal. La mala gestión económica ha alimentado las ansias del cambio en Turquía

Ekrem Imamoglu, ganador de las elecciones municipales de Estambul
Ekrem Imamoglu, ganador de las elecciones municipales de Estambullarazon

La segunda y rotunda victoria del opositor Ekrem Imamoglu en la capital financiera supone un duro golpe para los islamistas del AKP, que ven amenazada su hegemonía tras décadas de poder unipersonal. La mala gestión económica ha alimentado las ansias del cambio en Turquía

La masiva participación ayer, que superó el 84%, en la nueva votación para la alcaldía de Estambul demostró que el electorado turco está cansado de la deriva autoritaria de Recep Tayyip Erdogan y de la mala gestión financiera del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en el poder desde 2003, que ha hecho que la economía del país caiga en recesión. Así, con un 54,3% de los votos el candidato opositor Ekrem Imamoglu, del partido socialdemócrata CHP, ganó ayer de nuevo la alcaldía de Estambul. Su rival del AKP, el ex primer ministro Binali Yildirim, le tocó reconocer públicamente su derrota y felicitó a Imamoglu,

La jornada electoral transcurrió sin incidentes de gravedad. Lo más destacable fue que la policía amonestó a 111 personas por altercados menores o pequeñas irregularidades, como intentar votar juntos o fotografiar la papeleta. El temor a la falta de transparencia en los resultados llevó a 80.000 voluntarios a inscribirse para monitorear los votos contra el fraude electoral o las irregularidades. De hecho, la oposición movilizó a un ejército de abogados para vigilar las urnas. El colegio de abogados de Estambul instaló un enorme cartel en la fachada de su sede llamando a «hacer guardia por la democracia». El CHP anunció antes de la jornada electoral haber enviado a dos observadores y un abogado a cada una de las 31.124 mesas electorales

Gracias a este despliegue de voluntarios apenas se contaron unas irregularidades leves como la presencia de sobres electorales no sellados de forma reglamentaria, pero que finalmente la Junta Electoral decidió considerarlos válidos.

La crisis económica ha jugado un papel decisivo para darle la victoria a la oposición. parte del electorado estambulí emitió ayer su voto de castigo al AKP, al que culpan de haber malgastado miles de millones de liras en el municipio de Estambul, que tiene un presupuesto de alrededor de 4.000 millones de dólares.

Muchos turcos ven a Yildirim como la sombra de Erdogan, ya que fue él mismo quien encabezó la transición de un sistema parlamentario de gobierno a presidencia ejecutiva, que fue avalado en el referéndum de 2017, que delegó mayor poder a la oficina del presidente y acabó con el cargo de primer ministro. El polémico referendo hizo que muchos turcos perdieran la esperanza de un cambio democrático en Turquía.

En cambio, Imamoglu es visto por muchos turcos como el hombre que podrá traer una transición democrática. Su nueva victoria podría desencadenar incluso unas elecciones nacionales antes de 2023, la remodelación del gabinete y un posible ajuste de la política exterior.

Otro factor que ha jugado en contra del candidato a alcalde del AKP ha sido su política represiva contra los kurdos que, a pesar de en las últimas semanas el AKP ha suavizado su discurso sobre la cuestión kurda, de nuevo, volvieron a votar por el candidato secularista. El factor kurdo ha vuelto a ser determinante en la victoria del secular CHP. La decisión de la formación prokurda Partido Democrático de los Pueblos (HDP) de no presentar a un candidato y aunar esfuerzos en torno a Ekrem Imamoglu ha sido fundamental para orquestar el triunfo del candidato secular en la capital financiera.

El AKP, sin embargo, ha querido sacar ventaja de los refugiados sirios en estos comicios. Mientras la oposición se ha valido de la retórica nacionalista y antisiria para tratar de ganarse a los votantes turcos, el AKP se ha presentado durante mucho tiempo como el salvador de los refugiados sirios. Unos 75.000 sirios, aproximadamente el 2% de los casi 4 millones de ellos en Turquía, ahora son ciudadanos naturalizados y aunque no son muchos, sus votos cuentan para el AKP.

La oposición también ha jugado sus cartas, alentado a sus partidarios a votar y pidiendo a los ciudadanos de Estambul que más importante que sus vacaciones era ir a votar y hacerlo por Imamoglu.

«He votado a Imamoglu, para hacer frente al fascismo», dijo Ismail a Efe, un vecino de mediana edad que, asegura, lleva solo tres años dando su voto al CHP, mientras que antes se inclinaba por «otros partidos», que prefiere no especificar.

Otra votante, Ebru, subraya que ha sellado su papeleta a favor del candidato opositor «porque en marzo pisotearon sus derechos», al anular su victoria y ordenar la repetición de los comicios. «Es realmente ridículo que la elección se esté repitiendo. Fue una elección ganada con todas las de la ley», dijo a Reuters por su parte, Asim Solak, de 50 años, quien votó por el candidato de la oposición en el bastión del CHP de Tesvikiye.

Efecto «boomerang»

El propio Imamoglu, dijo a la salida del colegio electoral tras depositar su voto que «arreglaremos un problema que afecta a la democracia y la legitimidad de las futuras elecciones».

Pero más que la elección de un nuevo alcalde, la repetición de estas comicios municipales se ha visto más como un plebiscito a Erdogan, en el que no sólo estaba en juego conservar la capital económica y cultural del país, sino que esta segunda derrota marcará sin duda el declive del AKP y su credibilidad y poder como presidente sufriría un daño mucho peor el golpe que le asestaron en las elecciones del 31 de marzo. Estambul representa la mitad de la economía y el comercio de Turquía.

Con la doble victoria primero el 31 de marzo con un margen de sólo 12.000 votos y con una amplia mayoría ayer, Imamoglu se convierte en el líder de la oposición capaz de desafiar al jefe de Estado en las próximas elecciones presidenciales.