Guerra en Ucrania
El pacto de Minsk refuerza el papel mediador de Alemania
El periódico alemán «Bild» se refirió ayer a «las treinta horas más duras en la vida de la canciller». No es para menos. Más de 16 horas estuvo Angela Merkel negociando la noche del pasado miércoles en Minsk el cese del fuego en el este de Ucrania, a las que hay que sumar los desplazamientos y la cumbre que se celebró en Bruselas, en donde, además de la crisis griega, Ucrania estuvo muy presente en la agenda de la canciller. Desde el canal de televisión N-tv se refieren a ella como «Merkel la infatigable» y el diario «Die Welt» se pregunta incluso «¿cómo es capaz de arreglárselas?». Conjeturas aparte, la canciller es muy consciente del papel principal, e incluso a menudo decisivo, que desempeña en muchos escenarios políticos, dentro y fuera de Alemania. Motivo de más para que, como señaló «Bild», «todo el mundo haya observado a Merkel en la crisis de Ucrania». Una vez más, la paciente diplomacia de la canciller en momentos de crisis –germinada en un modelo de pensamiento y, sobre todo, de contención de la emociones tan típica en la dictadura de la ex RDA– ha sido clave en el acuerdo de paz de Minsk, que podría poner fin a un conflicto que amenaza con romper la estabilidad en territorio europea. Por encima de Europa, Alemania ha conseguido recuperar su papel diplomático con el conflicto de Ucrania gracias a la inagotable y calmada diplomacia de Merkel quien, por ejemplo, y a pesar de enfadar a Estados Unidos, está de acuerdo con imponer sanciones a Rusia, pero no con gestos amenazantes y marciales. Esto fue lo que le llevó a negarse a armar a régimen de Kiev, en contra del criterio de la Casa Blanca.
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