Guerra en Siria

El peligroso avance de la yihad

Una mujer con la cara cubierta y perteneciente al Batallón de Al-Ikhlas, adherido al Ejército Libre de Siria, detiene a una furgoneta en un control en la ciudad de Alepo el pasado domingo
Una mujer con la cara cubierta y perteneciente al Batallón de Al-Ikhlas, adherido al Ejército Libre de Siria, detiene a una furgoneta en un control en la ciudad de Alepo el pasado domingolarazon

Uno de los temores de la comunidad internacional es que la revolución en Siria termine convirtiéndose en una insurrección islamista. Y lo cierto es que la insurgencia armada que lucha contra Bachar al Asad desde mediados de 2011 es una cuestión árabe suní. Mientras la Coalición Nacional Siria, principal órgano político opositor en el exilio, trata de dar una imagen pluralista, en el interior de Siria los rebeldes se han organizado en una división sectaria. A decir verdad, el Ejército Libre de Siria (ELS) es una mezcolanza de grupos mal organizados que sólo tienen en común el pertenecer a la secta suní. Entre los combatientes del ELS no hay ateos ni seculares, todos son musulmanes suníes, cada vez más influenciados por la ideología islamista.

Los combatientes se sienten naturalmente atraídos por la religión como una herramienta para hacer frente a las tensiones de la guerra. Además, la financiación extranjera es también un factor importante, ya que la mayoría de los principales donantes –incluidas las redes salafistas, expatriados sirios y los Gobiernos de Turquía, Qatar y Arabia Saudí– favorecen a los rebeldes islámicos sobre los grupos más moderados.

El factor religioso ha contribuido para fomentar el incremento de grupos extremistas y yihadistas en las filas del ELS. «La ideología del Frente al Nusra es islámica y, al final del día, todos somos musulmanes», asegura a LA RAZÓN, Abu Ahmad, un miliciano de Idlib. Este grupo radical, incluido en diciembre en la lista de grupos terroristas de Estados Unidos, se ha ganado la confianza de muchos sirios porque son los que vigilan para que no haya robos ni violencia callejera en las localidades que están bajo su control.

El problema es que el Frente al Nusra, considerado cercano a Al Qaeda, actúa por cuenta propia y no es una facción del ELS. Este frente islámico, que ha reivindicado la mayoría de atentados en Damasco, también controla parte del norte del país, en las provincias de Alepo, Idlid, y Jabal Zawiya.

Lo mismo ocurre con el Frente de Liberación de Siria (FLS), que agrupa a una veintena de grupos salafistas , y es considerado el movimiento armado opositor más numeroso del país, con 20.000 combatientes. Aunque dicen que están bajo el paraguas del ELS, la mayoría de ellos se ve ajeno al ejército rebelde, y le debe lealtad a sus propios líderes. El FLS está más orientado a la «guerra de guerrillas» que a perpetrar atentado espectaculares contra objetivos del Gobierno. El FSL se manifiesta abiertamente islamista y considera que la «sharia» (ley islámica) es el punto de referencia.

Los Hermanos Musulmanes, el grupo islamista más antiguo de Siria, que son mayoría en la Coalición Nacional Islámica (CNS), también tiene su milicia armada dentro de Siria: la Comisión de Protección Civil (CPC). Aunque el grupo armado niega cualquier relación con la Hermandad Musulmana, es una fachada de la organización islamista. El CPC cuenta con 18 facciones afiliadas, distribuidas en Homs, Damasco, Idlib y otros lugares.

Los rebeldes reconocen que no hay mucha colaboración ni coordinación entre las diferentes «katiba» (brigadas) del ELS y la mayoría de grupos de corte islamista no tienen apenas relación con el Ejército rebelde. Un ejemplo claro fue el asalto a mediados de enero del aeropuerto militar de Taftanas (en la provincia de Idlib), ejecutado por tres milicias islamistas. «En el ataque participaron el Frente de Liberación de Siria (FLS), Sukur al Sham, y el Frente al Nusra», asegura un combatiente de la brigada de Sukur al Sham.

Los rebeldes de Idlib cuentan ahora con más armas, gracias a los asaltos a instalaciones militares, pero «el control de Idlib esta prácticamente bajo la influencia de los grupos islamistas. Han ganado mucho terreno», afirma a LA RAZÓN Ibrahim , un activista de Taftanas.

Ahora que el régimen se está desmoronando, sin el control de las fronteras, el flujo de combatientes yihadistas desde Irak es mayor. Al Qaeda en Irak (AQI) está tratando de explotar la impopularidad del régimen alauí de Bachar al Asad entre los sunitas sirios, como una manera de hacerse un hueco en el nuevo mapa que se dibuja en Siria.