Corrupción política
El presidente peruano esquiva su destitución
Gracias a la división de la oposición fujimorista y contra todos los pronósticos, Pedro Pablo Kuczynski frena el «impeachment».
Gracias a la división de la oposición fujimorista y contra todos los pronósticos, Pedro Pablo Kuczynski frena el «impeachment».
Frente a todos los pronósticos, Pedro Pablo Kuczynski consigue frenar el «impeachment» que la oposición impulsó por su supuesta vinculación con la empresa brasileña Odebrecht. El Congreso peruano vivió el jueves una jornada histórica con un pleno de más de 14 horas que no logró el consenso necesario para destituir al presidente por «permanente incapacidad moral». Éste al menos era el objetivo del fujimorismo, con amplia mayoría en la Cámara y con ganas de revancha tras su derrota en las presidenciales de 2016. El resultado final fue de 78 votos a favor, 19 en contra y 21 abstenciones. Kuczynski se quedó a nueve votos de perder una presidencia de la que sólo ha podido disfrutar un año y medio.
El escándalo estalló hace apenas 10 días, cuando Odebrecht reconoció que entre 2004 y 2013 pagó 4,8 millones de dólares a dos firmas vinculadas con el ex banquero de 79 años. De ese total, 782.000 dólares fueron a Westfield Capital, firma de Kuczynski cuando era ministro de Economía y presidente del Consejo de Ministros de Alejandro Toledo (2001-2006). El resto fue para First Capital, que pertenece a su ex socio y con la que niega relación directa.
La noticia sacudió como un torbellino a la opinión pública y concedió a la oposición la excusa perfecta para intentar un jaque mate presidencial. Fuerza Popular, con 73 de 130 congresistas, ya había conseguido destituir a dos ministros y tampoco tuvo problemas para aprobar que se debatiera el «impeachment» en el Congreso. De hecho, otras fuerzas se sumaron a su petición, alcanzando un total de 93 votos. De haberse mantenido esas cifras, Perú hoy tendría un nuevo presidente.
«Lo que está en juego no es la vacancia de un presidente, sino la democracia, que tanto le costó a Perú recuperar». Con estas palabras arrancó Kuczynski su defensa de una hora. La maratoniana jornada se aletargó entre intervenciones, recesos y barullos que invitaban a pensar que la sesión se tendría que posponer hasta ayer. Pero no fue así, en parte, gracias a la presión inesperada de uno de los estandartes de la oposición: Kenji Fujimori, hijo del ex presidente Alberto Fujimori.
Actualmente, el ex líder peruano cumple una condena de 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y corrupción, cometidos durante su Gobierno (1990-2000). No obstante, en un caso sin precedentes en la política latinoamericana, son sus hijos Kenji y Keiko, ex candidata presidencial por Fuerza Popular, los que han recogido el testigo para indignación de sus rivales, que ansían borrar el legado del apellido Fujimori. La enemistad entre los dos hermanos es de sobra conocida y Kenji se ha convertido en líder de un grupo de insurrectos que no siempre vota lo que dicta el partido. El resultado del «impeachemnt» da buena fe de ello.
«Frente a estas interrogantes, optamos no apoyar la vacancia. Daremos prioridad al fortalecimiento de la gestión de un presidente antes de dirigir a un país hacia la incertidumbre», dijo Kenji. Junto a él, otros ocho representantes de la formación evitaron votar contra el presidente, mermando así las opciones de la moción.
Entre vítores y aplausos, Kuzcynski salió «a hombros» de una sesión que pudo haber acabado con su presidencia. «Peruanos, mañana empieza un nuevo capítulo en nuestra historia: reconciliación y reconstrucción de nuestro país. Una sola fuerza, un solo Perú», dijo el mandatario. El presidente supera así su primer obstáculo, pero su puesto sigue en peligro. Ayer, declaró ante los investigadores del «caso Lava Jato» y el 28 ante la Fiscalía. De revelarse nuevas informaciones, Kuzcynski tendrá difícil si quiere aguantar lo que le resta de mandato frente a un Congreso de mayoría fujimorista.
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