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El pulso de Italia a la UE amenaza a España

El Gobierno populista se niega a modificar su proyecto de Presupuestos. «Bruselas puede estar enviando cartitas hasta Navidad», se mofa el ultra Salvini.

El vicepresidente y ministro del Interior italiano, el ultraderechista Matteo Salvini, confía en obtener réditos electorales de su desafío a la UE
El vicepresidente y ministro del Interior italiano, el ultraderechista Matteo Salvini, confía en obtener réditos electorales de su desafío a la UElarazon

El Gobierno populista se niega a modificar su proyecto de Presupuestos. «Bruselas puede estar enviando cartitas hasta Navidad», se mofa el ultra Salvini.

El día después de que la Comisión Europea vetara por primera vez en su historia los presupuestos de un país, el vicepresidente italiano, Matteo Salvini, respondió que «Bruselas puede estar mandando cartitas hasta Navidad», pero sus cuentas «no van a cambiar». Por el tono, la pregunta sigue siendo si se trata de un farol o si el Gobierno populista, formado por el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga, mantendrá el órdago hasta el final. Y la respuesta del líder ultraderechista es que «hasta ahora todos los presupuestos aceptados por Bruselas han hecho aumentar la deuda», por lo que un veto a este planteamiento expansivo representa «un ataque a la economía italiana».

Fuentes del Ejecutivo van más allá. Desde el M5E aseguran a LA RAZÓN que la postura de la Comisión va contra «los gobiernos que están guiando un cambio en Europa». Es lo que mantiene públicamente su líder, Luigi Di Maio, que poco después del veto europeo afirmó en televisión que se encuentra tranquilo porque lo que está en juego son dos modelos políticos: «el de una vieja Europa, que está en vías de desaparición y el de una nueva política». En el horizonte están siempre las próximas elecciones al Parlamento europeo, en las que Italia espera que haya un vuelco en la configuración de fuerzas. Tras la cita electoral, el M5E y la Liga confían en que conservadores y socialdemócratas, que ahora guían las instituciones, den paso a una corriente populista.

Y en ese sentido el choque se ve como una oportunidad. El presidente de la Comisión parlamentaria de Políticas Comunitarias, Sergio Battelli, sostiene que es necesario «aprovechar este precedente para convencer a todos los Estados miembros de acabar con el Pacto de Estabilidad, que es un acuerdo intergubernamental, que nunca ha entrado en los tratados y que es absurdo». Los principales actores del Gobierno defienden en estos momentos que no pretenden salir de la Unión Europea, sino modificarla desde dentro, acabando con sus normas. Ni siquiera el presidente de la República, Sergio Mattarella, que ha reiterado la necesidad de equilibrar las cuentas, es capaz de frenar a estos dos partidos.

El M5E y la Liga recuerdan que forman uno de los Ejecutivos con mayor grado de popularidad de la UE. Sin embargo, según el economista Mario La Torre, «Italia se equivoca si quiere emprender este camino en solitario». «No obtendrá un gran éxito si no encuentra aliados a su estrategia en la Unión Europea». De momento, países como Austria, con la que Salvini dice buscar un frente para frenar los flujos migratorios, se han manifestado en contra del choque presupuestario italiano. Por no hablar del núcleo duro comunitario, a los que Salvini y Di Maio suelen utilizar como blanco de sus críticas.

Desde Bruselas confían en que el castigo de los mercados sea suficiente para que Italia rectifique, sin tener que entrar en una confrontación política de mayor calado. Y en este sentido, el ministro de Economía, Giovanni Tria, reconoció ayer que una prima de riesgo por encima de los 300 puntos no es un nivel que se pueda mantener por un periodo largo. Mañana Italia tendrá un nuevo examen con un nuevo análisis de su deuda, a cargo de Standard & Poor’s.

Mario La Torre considera que «sí puede haber un contagio a los países del sur». Sin embargo, Italia tiene pendiente colocar unos 400.000 millones de deuda en el mercado en 2019, una cantidad mucho mayor que sus vecinos. Sin el apoyo del paquete de compra del BCE, se buscan compradores. Ayer el primer ministro, Giuseppe Conte, se reunió con Vladimir Putin en Moscú. Mientras que en las últimas semanas la plana mayor del Gobierno italiano ha pasado por China y hasta Donald Trump se ofreció para comprar bonos del país transalpino.

Bruselas ha tomado esta decisión sin precedentes consciente de los riesgos. Todo indica que la voladura ha sido controlada. El Ejecutivo comunitario cuidó con esmero la redacción de las misivas enviadas la semana pasada a España, Portugal, Francia, Bélgica y Eslovenia en las que cuestionaba los anteproyectos de presupuestos con el propósito de que los mercados no equiparasen la situación de estos países con la italiana. Una reedición de la crisis de la deuda soberana vivida en los peores años de la crisis desencadenaría una auténtica pesadilla, en un momento en el que el debate migratorio y el auge de los populismos han debilitado el proyecto de integración europeo a unos niveles nunca vistos en sus 60 años de historia.

Por el momento, el efecto contagio en los parqués parece contenido y la Comisión Europea confía en que Roma acabe claudicando ante la sangría en los mercados financieros. Como gran salvador, la acción del Banco Central Europeo a la hora de evitar una nueva crisis en las economías periféricas. Los riesgos de no actuar también eran evidentes: una cesión peligrosa ante el Ejecutivo populista italiano que podría utilizar esta baza también en otros frentes y una oleada de ira por parte de los «halcones» de la ortodoxia presupuestaria. Si Bruselas consigue apagar este fuego, quizás el camino para reformar la zona euro, como ambiciona el francés Emmanuel Macron, sea más fácil. Pero primero debe apagarlo.