Argelia

«El Tuerto» buscaba afianzar su liderazgo en Al Qaeda

El cerebro del asalto en Argelia pretendía demostrar su capacidad con una operación contra Occidente

La Razón
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Mojtar Belmojtar, jefe del nuevo grupo de Al Qaeda, escindido de la rama magrebí, pretendía, con la toma de rehenes en la planta gasística argelina, la obtención de una gran cantidad de dinero de los gobiernos de los países a los que pertenecían los secuestrados, según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas conocedoras del asunto. La acción criminal estaba planificada desde hace al menos dos meses, y su realización se precipitó a raíz de la intervención militar francesa en Mali.

La facción de Belmojtar, llamada «Los firmantes por la sangre», se escindió de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), por discrepancias con su dirigente máximo, Abdemalek Droukdel, que no estaba de acuerdo con la actuación de Mojtar al frente de la «katiba» (unidad de combate), llamada Moutelamine.

Se dedicaba más a la delincuencia pura y dura (tráfico de drogas, armas y otro tipo de productos, secuestros con fines económicos, etcétera) que a la lucha «yihadista» y a la «guerra santa».

Incluso, Droukdel había llegado a nombrar un nuevo jefe para esa «katiba», hecho que rechazó Mojtar. La mayor parte de los integrantes del grupo se quedaron con él, y sólo un reducido grupo de mujaidines obedecidó las órdenes del jefe de AQMI.

Mojtar Belmojtar, que había sentado sus bases en la ciudad maliense de Gao, optó entonces por escindirse e iniciar una aproximación al Muyao (Movimiento Islamista para la Yihad en África Occidental), pero con la intención de seguir con sus negocios, de los que haría partícipe a este movimiento.

Al producirse la intervención francesa en Mali, «Mister Marlboro», como se llama a Mojtar por su control del tráfico de tabaco, se encontró, pensaba él, con una gran ocasión.

Por un lado, la toma de un importante número de rehenes occidentales (con lo que ello suponía de obtención de grandes sumas de dinero como rescate); y, de paso, una acción de fuerza frente a Droukdel y los otros grupos «yihadistas» que operan en el Sahel, al demostrar una gran capacidad operativa para responder al ataque francés.

La exigencia de liberación de presos islamistas, estuvieran en Argelia, Francia o Estados Unidos, ponía la «guinda» a su presunto idealismo y fines altruistas.

No parecía contar, y es raro, pues Mojtar es argelino y conoce perfectamente a las autoridades de este país, con la reacción inmediata que se ha producido y el asalto, sin ningún tipo de miramiento, a la planta gasística.

En el ataque ha perdido a tres de sus «lugartenientes»: Lamine Boucheneb, alias «Taher», que actuaba como jefe; Abous Al Barra Aljzairi y el joven mauritano de 18 años Abdallha Ould Hmeida, muertos en los enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad.

Los planes del responsable de «Los firmantes por la sangre» (y del propio Muyao) eran obtener, en el plazo más breve posible, el reconocimiento de Al Qaeda Central, al frente de la cual, tras la muerte de Osama Bin Laden, se encuentra el médico egipcio Aymar Alzawahiri.

Un éxito en el asalto a la planta gasística argelina le habría valido ese reconocimiento, en detrimento de AQMI y Droukdel, que quedarían relegados y se verían obligados a subir el nivel de violencia terrorista, dentro de la «lógica» de los fanáticos de «cuanto peor, mejor».

Nacido en junio de 1972 en Ghardaia, a 600 kilómetros al sur de Argel, Belmojtar se integró desde muy joven en los movimientos islamistas radicales, hasta el punto de viajar a Afganistán para luchar con los mujaidines contra el Ejército soviético en la década de 1980.

Con sólo 19 años, empezó a entrenarse en un movimiento que, con el paso del tiempo, se convertiría en Al Qaeda. En uno de los combates, al ser alcanzado por la metralla de una bomba, perdió un ojo. De ahí, uno de sus alias: «El Tuerto», «Lawar» en árabe.

Cuando volvió a Argelia, se incorporó al FIS (Frente Islámico de Salvación), tras la anulación de las elecciones que habían ganado los islamistas. Después pasó a ser uno de los responsables del Grupo Islámico Armado (GIA) en su región natal.

Participó en la fundación del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), que se convirtió, en 2007, en la rama magrebí de Al Qaeda (AQMI).

Quienes le conocen, dicen de él que es un hombre astuto y desconfiado, que tiene varias esposas tuaregs (hasta seis, se ha comentado), en función de los pactos que ha llegado con las tribus de esta raza con el fin de que le protejan de sus enemigos.

Sus fuentes de financiación provienen del secuestro de occidentales (de España ha logrado sustanciosos rescates), el contrabando de tabaco, drogas, gasolina y gasoil, armas, etcétera.

Se le imputó en su día el atentado que, en 2007, costó la vida a cuatro ciudadanos franceses, tras lo cual quedó suspendido sine die el rallie París-Dakar.