Elecciones el 20-A

Elecciones anticipadas en Ecuador, ¿cómo se ha llegado hasta aquí?

Ecuador, un viaje apresurado del socialismo al abismo. La presidencia de Lasso no solucionó los problemas económicos y agravó la inseguridad

El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso
El presidente de Ecuador, Guillermo LassoRicardo Maldonado RozoAgencia EFE

Las cosas han cambiado mucho en Ecuador en los últimos años. Cuando en mayo de 2021 Guillermo Lasso asumió la presidencia de manos de Lenín Moreno, el país parecía desencantado de los años de populismo socialista de Rafael Correa, que dejaron muy maltrechas las arcas del Estado, y se orientaba hacia el centro-derecha. El propio Moreno, vicepresidente de Correa y que llegó al poder como candidato de su partido en 2017, renegó de los postulados de su predecesor e inició un giro económico que Lasso intentó completar.

La economía y la recuperación del golpe de la pandemia eran al comienzo de la gestión de Lasso la prioridad, pero la sangrienta escalada de violencia en los últimos dos años y el asesinato del candidato Fernando Villavicencio han convertido la inseguridad en el tema clave de las elecciones de las que este domingo saldrán el nuevo presidente y los nuevos integrantes de la Asamblea Nacional. “Las elecciones se llevarán a cabo en un contexto de violencia sin precedentes y la inseguridad es ahora la principal preocupación del votante ecuatoriano”, señaló Gabriela Patricia García, experta de la Universidad de Exeter, en Reino Unido.

Banquero y abogado, bien visto por el mundo de los negocios por sus años de trayectoria en la banca privada, Lasso prometió terminar con la era de los “caudillos”, en alusión a Correa, y un agresivo plan de saneamiento fiscal para sacar a Ecuador de la espiral de despilfarro y dependencia petrolera que lo había llevado a tener que solicitar la ayuda del Fondo Monetario Internacional.

En su discurso de juramentación, ofreció “equilibrio entre el crecimiento económico y la justicia social”, como “bases para un país más próspero y equitativo”, pero el público percibió que su gobierno se esforzó mucho más en reducir el déficit que en mejorar las condiciones de vida en un país que tiene la segunda tasa de desnutrición infantil más alta de América Latina y donde solo 3 de cada 10 tienen un empleo formal.

No tardó mucho en tropezar con obstáculos que resultarían insalvables. Poco después de cumplirse un año de su gobierno, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) emprendía un paro general para protestar contra las subidas del precio de los combustibles y de los artículos de primera necesidad. El poderoso movimiento indígena logró paralizar gran parte de la economía del país y se vivieron violentos enfrentamientos con la Policía en las principales ciudades. A finales de mes, Lasso claudicó y retiró la mayoría de las medidas que indignaron a los manifestantes, entre ellas la reducción del subsidio a los combustibles.

Para entonces ya se había hecho evidente el otro gran problema, el cáncer del crimen organizado y el narcotráfico que había ido carcomiendo en silencio a la sociedad ecuatoriana. El país se vio sacudido por una sucesión de motines carcelarios que se saldaron con docenas de muertos y Guayaquil, una de las ciudades más grandes, se convirtió en el epicentro de la guerra entre bandas criminales que se disputaban el territorio y el lucrativo negocio del narcotráfico. En agosto de 2022, después de que cinco personas murieran en una explosión allí, Lasso decretó el estado de emergencia, una medida tachada de tibia por los críticos y que no ha servido para frenar la escalada de secuestros, extorsiones y asesinatos por encargo.

Cada vez más debilitado e impopular, Lasso vio cómo sus rivales correístas activaban en mayo un juicio político en el Parlamento para derribarlo aprovechando un escándalo de supuesta corrupción en la petrolera estatal. Para evitar que se salieran con la suya, Lasso activó entonces el mecanismo constitucional conocido como “muerte cruzada”, por el que el presidente puede disolver el legislativo y llamar a elecciones invocando una “grave crisis política y conmoción interna” en el país.

Sabedor de que no tenía posibilidades, Lasso decidió no presentarse a la reelección. El nuevo presidente y los nuevos congresistas lo serán solo hasta 2025, cuando vencía el mandato original de los anteriores. Aunque las encuestas daban como favorita a la correísta Luisa González, el asesinato de Villavicencio lo ha cambiado todo.

Los ecuatorianos podrían decantarse por el candidato que ofrezca mayor firmeza frente a la criminalidad rampante. Los medios destacan en los últimos días el nombre de Jan Topic, que tratar de hacer valer sus propuestas de mano dura y su pasado como miembro de la Legión francesa. Pero la única apuesta segura es que el nuevo presidente tendrá difícil devolver la normalidad a un país en estado de "shock".