Estado Islámico

Erbil, la úlima frontera segura en medio del horror

Si cayese en manos del Estado Islámico, su riqueza convertiría a los radicales en una amenaza global

Una niña yazidí es evacuada en un camión del Monte Sinyar, al norte de Irak
Una niña yazidí es evacuada en un camión del Monte Sinyar, al norte de Iraklarazon

El presidente del Kurdistán, Masud Barzani, esbozó una sonrisa maliciosa cuando las tropas de Irak abandonaron Kirkuk y otras áreas disputadas de la provincia de Ninive en junio y colocó allí a sus fuerzas pesmergas. Los kurdos aprovecharon la crisis en Bagdad y el vacío de la seguridad para controlar, además de los yacimientos petroleros, tres áreas estratégicas del norte de Irak. Barzani se frotaba las manos, viéndose ya como el mandatario que iba a conseguir la independencia del Kurdistán. Pero sus sueños se han visto truncados estas dos últimas semanas tras la embestida del Estado Islámico, que se encontraría ya a la las puertas de Erbil si no hubiera sido frenado por los bombardeos estadounidenses. ¿Por qué los yihadistas han puesto sus miras en Erbil? ¿Qué importancia tiene la capital del Kurdistán para suscitar una movilización militar internacional?

Las provincias norteñas de Erbil, Suleimaniya y Dohuk –que forman la región autónoma kurda– han experimentado un «boom» económico en los últimos años, ya que se han mantenido estables y lejos de los atentados suicidas que sacuden Irak. El Kurdistán tiene una de las tasas más rápidas de crecimiento en el mundo, un 8%, impulsado por el gas y el petróleo. El PIB per cápita es de alrededor de 6.000 dólares, un 50% mayor que en el resto de Irak. Tras el alzamiento de los kurdos contra Sadam Husein, en 1991, que coincidió con la primera guerra del Golfo, se creó una zona de exclusión aérea en el norte de Irak y el Kurdistán iraquí consiguió de facto su autonomía, reconocida en la Constitución iraquí en 2006. Desde entonces, ha sido la región más segura, próspera y tolerante de Irak. Prueba de ello ha sido la oleada de refugiados cristianos y yazidis que han escapado del Estado Islámico.

Esta emergente región alejada de la violencia sectaria que asola al resto del país tiene unas reservas de 45.000 millones de barriles de petróleo, de 2,8 a 5,6 billones de metros cúbicos de gas natural y 57 yacimientos de gas y petróleo ya descubiertos. Este potencial ha atraído a multinacionales petroleras como ExxonMobil, Chevron, Repsol y Total, que en los últimos años han incrementado su presencia en la zona. Pero no sólo las reservas de gas y petróleo hacen atractiva esta región a los inversores extranjeros. Las empresas constructoras, y las cadenas hoteleras ven en Erbil, capital kurda y tercera ciudad de Irak, un oasis virgen a explotar. Debido a que la región no es un estado, el Gobierno regional tuvo que adaptarse a nuevas políticas financieras que benefician a los inversores, y en 2006 se creó la ley de inversiones extranjeras. Gracias a ella, los extranjeros pueden tener la propiedad del 100% de sus acciones en el Kurdistán, mientras que en el resto de Irak tienen que tener socios locales como accionistas. Ahora Erbil tiene 17 consulados y representaciones extranjeras, siete universidades y dos aeropuertos internacionales. En la carretera hacia su aeropuerto internacional, se abre un paisaje salpicado de grúas y nuevos complejos de viviendas. Su rápido crecimiento le ganó el apodo de «La Nueva Dubai», pero las autoridades locales prefieren que el Kurdistán sea conocido como «el otro Irak», para destacar su estabilidad frente a las matanzas sectarias y los bombardeos diarios que asolan otras zonas del país.

Tras la caída de Mosul que llevó a una estampida de las tropas iraquíes, los pesmerga han defendido los alrededores de Mosul y otras localidades de Nínive para impedir el avance yihadista. Pero hace dos semanas el Estado Islámico atacó por sorpresa y las tropas kurdas no pudieron contratacar a un enemigo más fuerte, con armas más potentes y modernas y en menos de tres días perdieron Sinyar, Majmur y Gwer, y la presa de Mosul, la más grande e importante de Irak. Tras estas pérdidas, el principal socio del Kurdistán iraquí, EE UU, no vaciló en actuar y defender sus intereses. Gracias a sus ataques selectivos, las fuerzas kurdas han conseguido detener al EI en su avance a Erbil y han recuperado Majmur y Gwer. Armar a los milicianos kurdos parece ser la única opción tanto para Washington como para la UE para impedir que el EI se convierta en una amenaza global. La formación del nuevo Gobierno de unidad nacional podría ser un paso para la reconciliación de Bagdad con el Kurdistán, cuyas relaciones se deterioraron con el régimen de Al Maliki.