Siria
Siria elige Parlamento en una nueva farsa electoral de Asad
Sólo las zonas controladas por el Gobierno pudieron votar. La ofensiva sobre Alepo y las nuevas conversaciones de paz marcaron la jornada.
Sólo las zonas controladas por el Gobierno pudieron votar. La ofensiva sobre Alepo y las nuevas conversaciones de paz marcaron la jornada.
En una biblioteca damascena bautizada con el apellido de su dinastía, el presidente sirio, Bashar al Asad, depositaba su voto en las elecciones parlamentarias que se celebraron ayer. Acompañado de su mujer, Asma, el mandatario ofreció unas breves declaraciones a pie de urna: «El terrorismo ha logrado destruir gran parte de nuestras infraestructuras y ha conseguido derramar mucha sangre, pero ha fracasado en su principal objetivo, que es golpear la principal infraestructura de Siria: los cimientos de la sociedad y la identidad nacional», manifestó ante la Prensa local.
Alrededor de 3.500 aspirantes engrosaban las listas después de que otros 7.000 no pasaran la criba y quedaran inhabilitados para competir por los 250 escaños en juego. Numerosos partidos opositores, incluidos grupos tolerados por el régimen, llamaron al boicot, seguros de que la formación en el poder, el Baaz, reeditará su control sobre la Cámara. Con argumentos parejos a los del presidente, el ministro de Exteriores, Walied al Moallem, justificaba la convocatoria: «En Siria siempre decimos que el pueblo decide su destino y hoy está demostrando en la práctica la precisión de esta frase».
Los casi cinco millones de refugiados que la guerra ha derramado, principalmente en estados vecinos como Turquía, no pudieron participar en las legislativas que han sido ampliamente criticadas por Occidente por la coincidencia en el tiempo con las conversaciones de paz de Ginebra. Tampoco han tenido la oportunidad de votar los habitantes de las provincias de Raqa e Idleb, bajo dominio del Estado Islámico (EI) y del Frente Al Nusra (rama local de Al Qaeda). El régimen controla un tercio de Siria, incluidas las principales urbes del oeste del país, y únicamente los pobladores de dicho territorio fueron llamados a votar. Liberados de las garras del autoproclamado califato, los vecinos de la simbólica ciudad de Palmira asistieron a la apertura de cuatro colegios electorales.
Países como Estados Unidos, Francia y Alemania han censurado la celebración de los comicios, a los que han tachado de pantomima. En un comunicado, el Ejecutivo británico advirtió de que «la legitimidad no se puede comprar colocando una endeble fachada de democracia», y remarcó que las votaciones se alejan de la línea marcada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde se concebía que éstas se concretasen una vez concluido un proceso de transición de dieciocho meses.
Aliados de al Asad como Moscú refrendaron los argumentos del mandatario sirio, según el cual la cita electoral de ayer constituye un imperativo constitucional. Resulta imprescindible «evitar cualquier vacío en la esfera de poder», expresó el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, aunque también recordó que la resolución del conflicto pasa por la elaboración de una nueva Carta Magna y la celebración de elecciones anticipadas. Si bien no ha cortado de raíz la asistencia militar a su socio, el presidente,Vladimir Putin, efectuó a mediados del mes de marzo un importante repliegue de sus tropas, cinco meses después de lanzar la campaña con la que puso en bandeja a su homólogo sirio la recuperación de territorio clave, anteriormente en manos de milicias opositoras. Una decisión que se enmarca en la voluntad de Rusia de afianzar el frágil cese de hostilidades que patrocina junto a Washington y que se mantiene desde el pasado 27 de febrero, pese a las significativas infracciones registradas en estas semanas.
Los combates que se han intensificado en los últimos días al sur de Alepo han colocado en una difícil posición al enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, quien aguardaba a que la ronda de conversaciones indirectas que comenzaron ayer en Ginebra allanaran el camino para el diseño de un proyecto de transición en Siria. A la espera de que la delegación gubernamental, cuya llegada está prevista para el viernes, se sumara a las charlas, la Comisión Suprema para las Negociaciones (CSN) clamó contra el empeño del régimen de Damasco de seguir adelante con los comicios parlamentarios: «El futuro de Siria no se decidirá en una elecciones falsas, sino contando con el pueblo, después de una transición política. Para negociar eso estamos en Ginebra», argumentó Salem al Meslet, portavoz de la principal coalición opositora.
La renovada ofensiva de al Asad sobre Alepo dio al traste con la primera ronda de negociaciones el pasado febrero. En esta segunda todavía chocan las premisas del régimen, para quien deben prevalecer «la lucha contra el terrorismo» en el país y las exigencias de los rebeldes de formar un Ejecutivo de transición que dejaría fuera al presidente sirio, una condición que el líder alauí no está dispuesto a poner sobre la mesa.
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