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España se suma a la investigación del accidente y envía un avión

Imagen de restos del avión siniestrado
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El Gobierno empezó la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros enviando sus condolencias a la familia y a los compañeros de la tripulación española que viajaba en el vuelo siniestrado. Según destacó ayer la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC), dependiente del Ministerio de Fomento, se incorporará al equipo de investigación del siniestro del avión operado por la compañía española Swiftair. Además, se mantiene el gabinete de crisis activado ayer tras el siniestro del vuelo.

Nada más conocerse la noticia, el ministro de Defensa, Pedro Morenés, ofreció a su homólogo francés, Jean-Yves Ledrian, los aviones de transporte que España tiene desplegados en Dakar (Senegal) y en Libreville (Gabón), además de los 12 efectivos de Operaciones Especiales que se encuentran en Koulikoro (Mali) adiestrando al Ejército de dicho país, como confirmó ayer la vicepresidenta. El motivo de ofrecer esta última ayuda era dar seguridad a la zona en la que se encuentran los restos del avión de Swiftair. Sin embargo, Francia sólo ha requerido el primero de los aviones, el T-21 del «Destacamento Marfil» con base en Dakar, en el que hay desplegados 48 efectivos del Ejército del Aire, los cuales contribuyen a la operación francesa «Serval» (en el norte de Mali) con transporte logístico. Está previsto que ésta sea la aeronave que transporte los cuerpos de los fallecidos en el siniestro hasta la capital maliense, además de los restos del avión de Swiftair. Además, España enviará hoy a cinco efectivos de la Policía Científica para participar en las labores de identificación de las víctimas, informa F. C.

En relación a las condiciones de la aeronave, la vicepresidente destacó, con los datos facilitados por Fomento, que el avión siniestrado había superado con éxito todas las inspecciones y que estaba en buenas condiciones, mientras que la compañía había pasado satisfactoriamente todos los controles.

De madrugada y menos de veinticuatro horas después de su desaparición, medios militares franceses localizaban e identificaban los restos del avión siniestrado de Air Algérie. Completamente desintegrado. En el lugar, ningún signo de vida. «Lamentablemente no hay ningún superviviente» anunciaba a primera hora de ayer François Hollande, tras una segunda reunión de urgencia en solo unas horas. El presidente francés en persona está asumiendo el mando y la gestión de la crisis desde que se conociera la presencia de 54 de sus compatriotas, tres de ellos binacionales, en el pasaje del vuelo AH5017 entre Uagadugú (Burkina Faso) y Argel. Según las últimas cifras facilitadas ayer por el palacio del Elíseo, 118 personas en total viajaban en el aparato. Gracias a las indicaciones ofrecidas por el ejército burkinés, una treintena de soldados franceses de la fuerza Serval desplegada en Mali, se desplazaba en helicóptero, bien entrada la noche, hasta el lugar donde se estrelló la aeronave. Un intrincado punto en la región de Gossi, a 160 kilómetros al sur de Gao y a unos pocos de la frontera con Burkina Faso. «Una zona de sabana y arena de acceso muy difícil, y en particular durante la estación de lluvias», detalló ayer el ministro de Exteriores, Laurent Fabius, quien precisó que los numerosos restos materiales del avión se concentran en una superficie de 300 x 300 metros.

La proximidad entre esos elementos hace pensar, según la mayoría de expertos, que el aparato no se desintegró en vuelo. Es decir, que no explotó en el aire, sino que se deshizo al impactar con el suelo. Esto supone descartar la tesis de un ataque con misil como el sufrido por el avión de Malaysia cuando sobrevolaba el este de Ucrania.