Relaciones EE UU/Rusia

EE UU abandona el tratado nuclear INGF que tenía con Rusia desde 1987

Trump y Putin abren la carrera hacia un nuevo rearme atómico. El presidente de EEUU hace oficial su salida del pacto firmado por Gorbachov y Reagan que limitaba la fabricación y los ensayos de los misiles de corto y medio alcance.

Vladimir Putin y Donald Trump durante el primer día del G20
Vladimir Putin y Donald Trump durante el primer día del G20larazon

Trump y Putin abren la carrera hacia un nuevo rearme atómico. El presidente de EEUU hace oficial su salida del pacto firmado por Gorbachov y Reagan que limitaba la fabricación y los ensayos de los misiles de corto y medio alcance.

El presidente de EE UU, Donald Trump, anunció la ruptura hace meses y la cumplió. El pacto nuclear entre Estados Unidos y Rusia, vigente durante más de 30 años, quedaba formalmente roto ayer. El Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF), firmado en 1987 por el presidente estadounidense Ronald Reagan y el líder soviético Mijail Gorbachov en la era de la Guerra Fría, sirvió de base para la seguridad global durante más de tres décadas. Pero Washington lleva acusando a Moscú de violar los términos del acuerdo durante años y de desarrollar misiles de medio y corto alcance, vetados por el tratado, que amenazaban tanto a EE UU como a sus aliados. Hasta que Trump ha dicho basta.

La ruptura de este pacto histórico supone el fin del control de armas que ha limitado el desarrollo de misiles terrestres con un alcance de 500 a 5.500 km. «Rusia es la única responsable de la muerte del tratado», dijo ayer el secretario de Estado, Mike Pompeo, en un comunicado anunciando la retirada formal de Estados Unidos del tratado. «Durante los últimos seis meses, EE UU dio a Rusia una última oportunidad para que corrigiera sus incumplimientos. Pero, como ya ha hecho durante muchos años, Rusia decidió quedarse con los misiles que violan el acuerdo, en vez de volver a adherirse a las obligaciones de este tratado», añadió Pompeo.

Los aliados internacionales, incluido Reino Unido, reforzaron con su apoyo la medida. La OTAN, reunida en Bruselas, también responsabilizó a Moscú de la salida de EE UU del acuerdo. La Alianza mostró su unidad al respecto: «Todos los aliados anunciaron hoy que estamos de acuerdo con la decisión de Estados Unidos», afirmó el secretario general aliado, Jens Stoltenberg, durante una rueda de prensa. Asimismo denunció que Rusia sigue violando el Tratado INF, «a pesar de años de compromiso estadounidense y aliado» y de que, en los últimos seis meses, Rusia tuvo una «oportunidad final» para honrar el tratado, pero fracasó. Mientras, desde el Ministerio de Exteriores ruso se limitaron a asegurar que la defunción del tratado se debe exclusivamente a Washington, según informó la agencia de noticias estatal rusa RIA-Novosti.

Lo cierto es que esta decisión de la Administración Trump permite a EE UU desarrollar armas que hasta ahora estaban prohibidas. El actual presupuesto vigente del Pentágono incluye otros 48 millones de dólares adicionales para investigar posibles respuestas militares a violaciones del INF por parte de Rusia. Y el Congreso ya ha recibido otra petición de este organismo para ampliarlo en otros diez millones en 2020, destinado a desarrollar dichos misiles. Según un alto funcionario de Defensa de EE UU, el Ejército estadounidense estaría a punto de probar un nuevo misil de crucero lanzado con un dispositivo móvil no nuclear y desarrollado específicamente para desafiar a Rusia en Europa. Se espera que dicha prueba se realice a lo largo de las próximas semanas como respuesta de la Administración Trump al desafío de Moscú. EE UU tiene previsto llevar a cabo esta medida porque «Rusia no puede mantener la ventaja militar», según dijo el alto funcionario a los periodistas, aunque le podría llevar años desplegar esas armas.

«Debido a nuestra firme adhesión al tratado durante más de 32 años, apenas estamos, después de casi un año, en un punto en el que están contemplando las pruebas de vuelo iniciales», explicó el alto funcionario, señalando que Washington sólo buscaría desplegar armas convencionales y no nucleares. La seguridad de EE UU es la máxima prioridad de la Casa Blanca en este asunto, justificando así las próximas pruebas de estos misiles. Con la ruptura de este pacto, EE UU no se compromete a mantener algún tipo de control de armas con Rusia por ahora. «No puedo hablar por Rusia, así que no puedo prometer que sean susceptibles de control adicional», dijo la fuente. «Sólo puedo decir que EE UU busca una solución efectiva para el control de armas».

Pero los expertos temen que esta decisión marque el inicio de una nueva carrera armamentista con Moscú. Y es que ya en febrero, tras el anuncio de Trump sobre su intención de retirarse, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, también advirtió que secundaría su decisión para para desarrollar a su vez un nuevo misil hipersónico de rango medio. De hecho, Washington acusa a los rusos de romper el pacto con el nuevo Novator 9M729 (SSC-8 para la OTAN), que superaría los 500 kilómetros de alcance.

Otra razón que explicaría la decisión de Trump es que el INF no incluye a China, que se ha convertido en una potencia en este terreno. Contaría, según datos del Senado de EE UU, con más de 2.000 misiles balísticos y de crucero, una potencia de fuego ante la que Washington no tendría en estos momentos capacidad de respuesta. Por ello, Pompeo dijo ayer que «a partir de ahora, urgimos a Rusia y China a unirse a nosotros para obtener resultados reales de seguridad para nuestros países y el mundo entero». Pero por lo visto hasta ahora, Pekín se niega a hacer la más mínima concesión en este terreno.

Tras la ruptura del INF, la próxima escalada de tensión podría darse con el todavía más ambicioso Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START o START III), con el que Rusia y EE UU se comprometieron a reducir sus arsenales a 700 misiles desplegados, 1.550 ojivas nucleares y 800 vehículos, desplegados y en reserva. El tratado, actualmente el único acuerdo de control de armas ruso-estadounidense, entró en vigor en 2011 por una periodo de diez años y expira a principios de 2021. «Aunque no se ha tomado ninguna decisión, es poco probable que se extienda», ya ha confirmado el asesor de Seguridad Nacional de EE UU, John Bolton.