"Partygate"

La directora de las reglas covid dio una fiesta con alcohol en las navidades de 2020

Una nueva exclusiva del “Telegraph”, diario de cabecera de los “tories”, aumenta la presión sobre Boris Johnson y su incumplimiento del confinamiento

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La imagen de Isabel II, 95 años, sentada sola en el funeral de su marido el pasado 17 de abril de 2021 dio la vuelta al mundo. La soberana se despedía del hombre que había estado más de siete décadas a su lado. Y lo hacía sola, respetando así la distancia social que imperaba en ese momento por la pandemia. Pero en Downing Street apenas se empezaban a recoger todas las botellas de alcohol consumidas la noche anterior en dos grandes fiestas.

Las celebraciones para despedir al que fuera portavoz del Gobierno, James Slack, que se unía a la plantilla del periódico ‘The Sun’, y al fotógrafo personal de Boris Johnson, se convocaron el 16 de abril y los invitados se juntaron luego en los jardines de la residencia oficial, alargando la juerga hasta altas horas de la madrugada.

La bandera ondeaba a media asta en duelo por el duque de Edimburgo. Pero los trabajadores del Número 10 no solo hicieron caso omiso al luto que existía en Reino Unido, sino que también violaron las reglas anticovid que había en ese momento.

Johnson no estuvo en ninguna de las dos celebraciones publicadas en exclusiva “The Telegraph”, biblia para los “tories”. Había viajado el día antes a Chequers, la residencia campestre de los primeros ministros. Pero eso apenas ya importa dentro de todo el escándalo del bautizado como “Partygate”.

El Gobierno se disculpó este viernes formalmente ante la reina. “Es muy lamentable que esto tuviera lugar en un momento de duelo nacional”, señaló un portavoz. Sin embargo, no sirvió para calmar el temporal a medida que se iban conociendo detalles, como que los participantes salieron a comprar alcohol a un supermercado cercano con una maleta para no levantar sospechas.

Fue a finales del año pasado cuando comenzaron a salir revelaciones de los diferentes eventos celebrados en Downing Street y en distintos ministerios en pleno confinamiento. Pero esta semana, la polémica ha ido creciendo con minuciosas exclusivas y alcanzaba el clímax con el reconocimiento por parte del primer ministro de su presencia en una fiesta convocada el 20 de mayo de 2020 por su secretario privado, donde se animaba a los trabajadores de la residencia oficial a “traer sus propias botellas” para “disfrutar del buen tiempo”.

La justificación que ofrecía el líder “tory” en la Cámara de los Comunes de que pasó por allí tan solo 25 minutos “pensando que era una reunión de trabajo” ha enfurecido aún más a sus propias filas. Son muchos los que piden la dimisión. Y en la calle la indignación es máxima.

Hannah Brady, de 25 años, asegura ahora que solo siente “dolor, angustia e ira”. Perdió a su padre por coronavirus y su certificado de defunción se firmó el 20 de mayo de 2020, el mismo día de la fiesta de Downing Street a la que asistió el primer ministro. “La persona que está a cargo de mantener a este país seguro solo está socavando su propia autoridad moral”, recalcaba a los medios británicos. Hannah fue incluso invitada el año pasado a una recepción con el primer ministro para los familiares de las víctimas. “No contento con patear en los dientes a familias en duelo como la mía rompiendo las reglas que él estableció y luego mintiéndonos al respecto, ahora está tomando al público británico por tonto al fingir que ‘no sabía que era una fiesta’”, agrega. “Cada vez que nos miente echa más sal en las heridas de quienes ya han perdido tanto con esta pandemia, pero eso no lo detiene”.

Johnson ha desaparecido de escena, alegando que un familiar ha dado positivo, aun cuando las reglas no imponen autoaislarse en estos casos a los que están con la pauta completa de vacunación. Pero la técnica del avestruz escondiendo la cabeza bajo tierra a la espera que todo pase no está funcionando. Entre otras cosas, porque no cesan de salir detalles sobre más fiestas.

Al cierre de esta edición, se conocía que Kate Josephs, la que fuera directora general de la unidad gubernamental responsable de redactar las restricciones de Covid, recibió una fiesta de despedida, en la que también se sirvió alcohol, solo unos días antes de Navidad de 2020, cuando Reino Unido estaba bajo fuertes restricciones sociales que impidieron a los británicos juntarse con los suyos.

La popularidad del “premier” ha caído en picado. La oposición laborista saca 11 puntos de ventaja en los sondeos. Pero, de momento, los ministros cierran filas en torno a su líder y piden calma hasta que concluya la investigación interna sobre el “Partygate” que lleva ahora a cabo Sue Gray, segunda secretaria permanente de la Oficina del Gabinete. Las conclusiones podrían llegar la próxima semana aunque, según lo que van adelantando los medios, se espera que diga que no hay evidencia suficiente para decir que los fiestas fueron actos criminales, aunque se criticará al primer ministro por su falta de juicio al asistir, independientemente de si pensó que estaba en un evento de trabajo o no.

También se espera que la investigación critique las líneas borrosas entre el trabajo y ocio en Downing Street, poniendo al descubierto una “cultura burlesca de barra libre para todos”. Scotland Yard no abrirá investigación si no hay indicios de acto criminal.

En cualquier caso, en la calle Johnson ya ha perdido credibilidad. Y también entre buena parte de sus filas. Se necesitan 54 peticiones formales de diputados “tories” para activar una moción de confianza. Y si se llega a la cifra clave, se rumorea que no sobrevivirá al desafío. Muchos parlamentarios no quieren enfrentarse a guerras civiles en un momento en el que entrarán en vigor nuevos impuestos, mientras sigue subiendo la factura de la luz. Pero otros creen que si los comicios locales de mayo son un desastre, Johnson estará acabado.