Drama
Tres años sin poder cerrar los ojos: Así es la pesadilla de un hombre tras una cirugía estética que salió mal
La operación a la que se sometió Pete Broadhurst duró nueve horas. Tras recibir el alta médica, el pensionista supo rápidamente que algo no iba bien
Un hombre de 79 años residente en Oaks, Birmingham (Reino Unido) se gastó 11.000 libras (unos 13.000 euros) en una operación de cirugía estética para tratar sus pómulos caídos en 2019, según recoge el ‘Daily Mail’, tras haber dado por finalizada su relación con la madre de sus hijos.
La inseguridad de Pete Broadhurst tras su ruptura le llevó a pasar por quirófano. Sin embargo, y contra todo pronóstico, la operación salió mal y el anciano no ha sido capaz de cerrar los ojos desde entonces.
La cirugía estética a la que se sometió Broadhurst duró nueve horas, y, al finalizar, el paciente fue dado de alta. No obstante, pese al alta médica, el hombre supo inmediatamente que algo no iba bien.
“Sentía como si me habían golpeado. Fue horrible y no podía cerrar los ojos”, explicó Broadhurst al diario ‘Oddity Central’. “Estuve enfermo toda la noche y mientras dormía. El día después de la operación deseé no haber ido nunca”, agregó.
Dos semanas más tarde, Pete tuvo que ir al hospital para que le quitaran los puntos y comentó sufrir irritación fuerte en ambos ojos, pero le dijeron que era algo normal, que se pasaría con el tiempo.
Así quedó la cosa hasta que el anciano, acudiendo a una revisión rutinaria de la próstata en otro hospital, los médicos se dieron cuenta de que Broadhurst no podía cerrar correctamente los ojos. Tras este segundo diagnóstico, el cirujano que se había encargado de la primera operación coordinó una segunda intervención, en otro hospital y de forma gratuita, para corregir el problema.
Ya han pasado dos años desde entonces y Pete sigue siendo incapaz de cerrar totalmente los ojos. El hombre se ve obligado a utilizar colirio ocho veces al día y tiene que dormir con una toalla húmeda y templada en los ojos.
Sus problemas de visión no le permiten conducir y las inseguridades que le llevaron a meterse en el quirófano no se han solucionado tampoco. “Un día, al subir al autobús, un hombre dijo: ‘Dios mío, ¿qué te pasó en la cara?’” señaló Pete. “Ya me estaba sintiendo mal, solo empeoró las cosas. Ahora solo me preocupa que mis ojos estén cómodos”, añadió.
Afortunadamente Broadhurst consiguió que una intervención en Turquía le cerrase uno de sus ojos, pero el otro sigue abierto permanentemente. Desde entonces, todos los hospitales privados se han negado a realizarle más cirugías, ya que podrían agravar sus problemas de visión.
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