Opinión

El miedo a lo inadvertido

Da la impresión de que todo está calculado y que, finalmente, se llegará a un acuerdo que satisfaga los intereses de Rusia y Estados Unidos

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky
El presidente de Ucrania, Volodymyr ZelenskylarazonAgencia AP

Casi nada debe sorprender de lo que viene sucediendo hasta ahora en Ucrania en relación con el enfrentamiento que acontece en sus fronteras. Cabía esperar que, tarde o temprano, Rusia buscará la plena anexión de la zona oriental del país, allí donde las fuerzas pro-rusas tienen capacidad de actuar y, además, cuentan con el apoyo generalizado de la población. También, cabía entender que Rusia desperezase de su atonía y exigiera a la OTAN que no extendiera su capacidad de influencia a las puertas más cercanas del territorio ruso o, que por lo menos, no se produjera la adhesión de Ucrania a la organización político-militar.

Incluso, no se debería haber descartado un despliegue militar de tanta envergadura como el que han llevado a cabo las autoridades de Moscú y que realmente ha asustado a la comunidad internacional. Da la impresión de que todo está calculado y que, finalmente, se llegará a un acuerdo que satisfaga las pretensiones de unos y otros en la crisis de Ucrania, sobre todo, los intereses de Rusia y Estados Unidos.

Desafortunadamente, no se puede eliminar la posibilidad de que se produzca una intervención militar en el área de Dombas y que, a la postre, suceda lo mismo que aconteció en Crimea, con lo que Rusia se anexionaría esa zona de Ucrania. Más todavía, se podría pensar que la política internacional no tiene temor a lo que está sucediendo porque los Estados implicados en el conflicto, incluida la Unión Europea y su Estados miembros, están sopesando y midiendo todas las consecuencias y, mientras tanto, únicamente Ucrania es la que permanece al margen de las verdaderas decisiones que se van adoptando.

Es probable que todo esté planeado y que algunos ya sepan de manera casi milimétrica el devenir de los acontecimientos. Sin embargo, en las relaciones internacionales, como en el resto de la vida social, aunque quizá más, se debería tener cuidado con lo imprevisible y, sobre todo, con lo inadvertido.