Análisis

¿Tregua olímpica para la guerra de Ucrania?

Durante los Juegos de Invierno, Putin tiene la oportunidad de aparcar la crisis de Ucrania y recalibrar sus opciones, pero este paréntesis (si se respeta) será artificial

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IlustraciónPlatónLa Razón

La tregua ha sido una de las grandes virtudes de los Juegos Olímpicos desde la antigüedad griega. Durante las dos próximas semanas el mundo tiene la oportunidad de aparcar el conflicto de Ucrania y centrarse en las rivalidades deportivas, pero este paréntesis (si se respeta) será artificial. Los Juegos Olímpicos de Invierno no son impermeables a la politización, especialmente cuando se celebran en un contexto de enorme tensión entre Estados Unidos y Rusia por el mayor despliegue de tropas registrado en Europa desde la Guerra Fría.

La coreografía del encuentro entre los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin en Pekín visualiza el resurgimiento de un orden bipolar con Occidente en un extremo y China y Rusia, en otro. «¡Hola! Estoy muy contento de saludarte», le dijo Xi a Putin cuando se encontraron en la alfombra roja. Luego mantuvieron una reunión sin mascarillas (a pesar de las estrictas restricciones que siguen vigentes en China), la primera del presidente chino con una autoridad extranjera desde que estalló la pandemia en 2020.

Putin salió de ese encuentro, -el trigésimo octavo entre los dos mandatarios- con una gran victoria diplomática. El presidente ruso arrancó a China el respaldo público a sus «legítimas» preocupaciones de seguridad y el rechazo a la expansión de la OTAN a las ex repúblicas soviéticas. Pekín y Moscú demostraron que caminan juntos en su voluntad de contrarrestar la hegemonía de Occidente en el tablero geopolítico del siglo XXI. La asertividad de Xi Jinping en este nuevo capítulo de la crisis ucraniana, choca con la ambigüedad que mantuvo en 2014. China nunca ha reconocido la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia. Casi ocho años después el escenario ha cambiado. Pekín se ha unido a Moscú para bloquear cualquier condena de Ucrania a Rusia en el Consejo de Seguridad. Xi Jinping ve la crisis de Ucrania como una prueba de la Administración Biden y una distracción respecto a su viraje hacia el Pacífico para contener su ascenso. Con el respaldo al Kremlin, China boicotea la estrategia americana de arrinconar a Rusia por amenazar las fronteras europeas. Para Pekín, Ucrania puede ser el espejo de Taiwán. La respuesta que dé EE UU a una invasión de Rusia podría replicarse en el Estrecho de Formosa. Pero sería un error caer en la tentación de comparar ambos casos. Mientras Washington ha descartado enviar tropas a Ucrania, sobre Taiwán mantiene una astuta ambigüedad estratégica.

Rusia, a su vez, quiere estrechar lazos comerciales con China para eludir las posibles sanciones. En un artículo publicado en la agencia de noticias china Xinhu, el líder ruso aboga por la creación de un mecanismo financiero global alternativo. EE UU y la UE se plantean apartar a Moscú del sistema Swift, la mayor red financiera a escala global. Pero Putin debe recalibrar sus opciones. Rusia se sienta en la mesa con China desde una posición de dependencia. El oso ruso podría acabar devorado por el dragón rojo.

La ceremonia de los Juegos Olímpicos de Pekín también ha dejado otras lecturas interesantes para la geopolítica. La presencia de los líderes latinoamericanos, el ecuatoriano Guillermo Lasso y el argentino Alberto Fernández, confirma la influencia de China en el patio trasero de EE UU. Los dos presidentes acudieron a Pekín en busca de suculentos «premios» económicos. Ecuador siempre ha sido un socio menor de Washington frente a México, Colombia o Chile. Con su visita a Pekín, el conservador Lasso manda un mensaje a la Casa Blanca para que escuchen sus plegarias o se echará en brazos del señor yuan.