Bombardeo

Kiev culpa a los separatistas de utilizar “armamento prohibido” en Donbás

Los bombardeos que se han producido hoy en la región en disputa contradicen los mensajes del Kremlin

Un soldado ucraniano descansa en una posición de Avdiivka, en el frente de Donetsk.
Un soldado ucraniano descansa en una posición de Avdiivka, en el frente de Donetsk.Vadim GhirdaAgencia AP

La tensión de la crisis ucraniana se trasladó ayer a la primera línea de defensa: la región oriental de Donbás. El Gobierno de Kiev y los separatistas prorrusos de Donbás vertieron ayer se acusaron mutuamente de haber bombardeado Stanitsa Luganska (una localidad próxima a Lugansk). La parte ucraniana llegó incluso a agregar que «los separatistas utilizaron armas prohibidas» por los acuerdos de Minsk. El alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell, anunció refiriéndose a la región oriental que «han empezado fuertes bombardeos en algunas partes de la frontera». Las informaciones sobre los ataques confirman los peores temores de la OTAN. La cuenta de Telegram oficial de la autodenominada República Popular de Donetsk comunicó que «se han cometido al menos cuatro violaciones del alto el fuego desde esta madrugada» y acusaba a las Fuerzas Armadas ucranias de iniciar los bombardeos.

El fotoperiodista Diego Herrera asegura a LA RAZÓN que «se oyen bastantes bombardeos» durante la tarde del jueves cerca de Lugansk y sostiene que el fuego que empezó por la mañana «lo dispararon los separatistas» respaldados por el Kremlin. El bombardeo se había alejado hacía horas de la ciudad pero todavía se oían ráfagas de fondo. La guardería de Stanitsa Luganska resultó gravemente dañada por el fuego de mortero y dos profesores resultaron heridos. Las escaramuzas son más o menos frecuentes en esta región de Donbás desde hace casi ocho años. No obstante, los observadores apuntan a que la intensidad de los combates ha aumentado en las últimas semanas en sintonía con la tensión diplomática, y lo que preocupa a los gobiernos occidentales es el uso propagandístico que pueda hacer Putin de estos combates. Las noticias sobre Lugansk y Donetsk pueden calentar todavía más los ánimos de la población rusa que apenas se informa por los medios de comunicación controlados por el Kremlin. Coincidiendo con la solicitud de la Duma para que el presidente ruso reconozca la independencia de la región de Donbás, Putin calificaba de «genocidio» el conflicto entre los separatistas y los ucranianos. La escalada de los combates en la frontera parecen coincidir con los tiempos de sus declaraciones.

Las televisiones rusas informaban de que el Ejército ucraniano llevaba «varias horas disparando morteros y lanzagranadas» a la zona sur del Donbás, lo que provocó una fuerte respuesta por parte de las fuerzas de la República Popular de Donetsk. Hechos que desde Kiev niegan de pleno. Según la versión ucraniana, fueron los separatistas los primeros en atacar la pequeña aldea de Stanitsa Luganska, y acusan igualmente a los proyectiles enemigos de los daños a la citada guardería. Estos acontecimientos se han producido en una semana donde Moscú está siendo especialmente crítico con la prensa occidental, acusando a los medios británicos y estadounidenses de «desinformar» y de causar «una histeria colectiva» en lo referente a una escalada en el conflicto ucraniano. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, llegó a bromear ayer diciendo que medios la «avisen de cuándo será la próxima invasión rusa», ya que le «gustaría organizarse las vacaciones».

Por su parte, la Ministra de Exteriores británica, Liz Truss, respondió en Twitter a las provocaciones de Zajárova: «Los informes de supuesta actividad militar anormal por parte de Ucrania en Donbás son un intento flagrante del Gobierno ruso de fabricar pretextos para la invasión. Esto está sacado directamente del libro de jugadas del Kremlin. Seguiremos denunciando la campaña de desinformación de Rusia». Las tensiones diplomáticas están al máximo, los medios de comunicación de uno y otro lado trabajan a toda máquina, en Donbás se escuchan más truenos de lo habitual. En el camino que lleva de Kiev a Járkov pueden verse remesas de camiones de transporte militares yendo o viniendo de la capital. Camiones verdes con depósitos de gasolina destinados a aprovisionar a los vehículos del este. «Lo importante es que haya movimiento», explica Alexander, un jubilado de Járkov que luchó en 1979 en la guerra de Afganistán, «que haya movimiento siempre, que el Ejército esté atento, que los vehículos rueden, que los reclutas duerman preparados. Así se defiende un país».