No neutrales

Suecia y Finlandia defienden una estrecha cooperación con la OTAN para fomentar la seguridad europea

Ambos países nórdicos debaten su política de Defensa ante la nueva amenaza rusa, sin cerrar la puerta a una futura adhesión

La embajadora de Finlandia en España, Sari Rautio, y su homólogo de Suecia, Teppo Tauriainen, este miércoles durante un desayuno informativo en la Residencia de la Embajada de Suecia en Madrid
La embajadora de Finlandia en España, Sari Rautio, y su homólogo de Suecia, Teppo Tauriainen, este miércoles durante un desayuno informativo en la Residencia de la Embajada de Suecia en MadridJavier LizónAgencia EFE

No alienados militarmente, pero no neutrales. Suecia y Finlandia subrayan su compromiso con la seguridad europea tras la incertidumbre creada por la invasión rusa de Ucrania. Así lo confirmaron este miércoles los embajadores de ambos países nórdicos en un desayuno celebrado en la Residencia del Embajador de Suecia en Madrid.

El sueco Teppo Tauriainen y la finlandesa Sari Rautio, que lucían un pin y un lazo con los colores azul y amarillo de la bandera ucraniana, respectivamente, condenaron rotundamente la invasión rusa de su vecino, de la que este jueves se cumple un mes. «Apoyamos la independencia y soberanía de Ucrania. Estamos viendo cómo Rusia ataca civiles y apoyaremos las investigaciones en el Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra» contra el régimen de Vladimir Putin, aseguró Rautio. A su lado, Tauriainen recordó la “decisión histórica” tomada por Suecia de vender, por primera vez desde la invasión soviética de Finlandia en 1939, armas a un país en conflicto. Un paso también secundado por su vecino finlandés.

Pero este no es el único tabú que ha roto la guerra de Ucrania en los dos países escandinavos. Por primera vez, la opinión pública de Suecia y Finlandia es favorable a un eventual ingreso a la OTAN, con la que colaboran estrechamente desde 1994 pese a no ser Estados miembros y, en consecuencia, no beneficiarse del paraguas de la defensa colectiva (artículo 5). De hecho, ambos países están participando en estos momentos en las maniobras militares “Cold Response” que se llevan a cabo en Noruega junto a 27 aliados de la Alianza Atlántica.

A la vista de los nuevos riesgos que representa la actual amenaza rusa, ha arrancado en Suecia y Finlandia un debate nacional sobre la política de seguridad y defensa que no excluye un eventual ingreso en la OTAN. En el caso sueco, el Gobierno socialdemócrata ha creado un “grupo de trabajo” con la oposición que debe presentar sus conclusiones a finales de mayo. Mientras que la izquierda prefiere que Suecia mantenga su autonomía, los partidos de centro derecha se muestran, con matices, partidarios de llamar a las puertas de la Alianza. “La oposición dice que tenemos que tener la opción [de solicitar la adhesión], mientras que otros partidos están en contra”, explica Tauriainen.

Sin duda, la adhesión será uno de los temas clave de una inminente campaña electoral en la que el líder de la oposición, el conservador Ulf Kristersson, tratará de atacar la prudencia de la primer ministra, Magdalena Andersson, que estima que una integración sueca en el Tratado de Washington crearía más inestabilidad en Europa. “Los conservadores han dicho que si ganan las elecciones de septiembre van a proponer que Suecia solicite la entrada en la OTAN, si hay mayoría en el Parlamento”, comenta el embajador sueco.

Por su parte, la embajadora finlandesa confirma que “en las encuestas, el apoyo para la entrada en la OTAN ha crecido”, si bien el respaldo también es más numeroso en la derecha que en la izquierda parlamentaria. El Gobierno de la primera ministra, la socialdemócrata Sanna Marin, tiene previsto presentar en abril un Libro Blanco sobre seguridad y defensaque será debatido por los partidos en el “Eduskunta” (Parlamento).

En relación a las advertencias del Gobierno ruso, un día después de la invasión de Ucrania, de que una hipotética adhesión de Suecia y Hungría a la Alianza Atlántica tendría “graves consecuencias político-militares”, ambos diplomáticos no se sorprenden. Rautio recuerda que “las amenazas rusas no son nuevas”. ““Está claro que no les gustaría que formáramos parte de la OTAN, el mensaje no es distinto, lo que ha cambiado es el entorno de seguridad”, añade. Por su parte, Tauriainen cree que “es inaceptable. Nosotros decidimos cómo organizar nuestra seguridad y defensa”.

Ante lo comentarios generados en el resto de Europa sobre que Suecia y Finlandia se disponen a abandonar su neutralidad, ambos embajadores quisieron aclarar que ninguno de lo dos países escandinavos es neutral desde el momento en que ingresaron en la Unión Europea en 1995. Un caso muy distinto al de Austria, el Estado que les acompañó en aquella ampliación de la UE y en cuya Constitución se recoge explícitamente el estatus neutral del país alpino.

«No somos países neutrales porque somos países miembros de la UE. En cambio, somos solidarios con nuestros vecinos y socios de la UE”, subraya Tauriainen. Es decir, “si pasa algo a nuestros vecinos o a los miembros de la UE, estaremos allí para ayudar y esperamos que también otros nos ayuden si pasa algo en nuestros países», añade el embajador sueco.

En la misma línea, Rautio considera que es algo más que una cuestión semántica: “Un país miembro de la Unión Europea no puede ser neutral, puesto que hay solidaridad dentro de la UE”. “Otra cosa es estar alineados militarmente, lo que es algo distinto a la neutralidad», matiza.

En opinión de la embajadora finlandesa, «nuestra relación con la OTAN es muy estrecha y esta cooperación fomenta la seguridad en toda Europa”. Su homólogo sueco recuerda que Estocolmo mantiene una fuerte cooperación militar con Finlandia, la OTAN, Estados Unidos y Reino Unido en el convencimiento de que “queremos crear seguridad con nuestros aliados y amigos”.

Aun sin ser miembros de Alianza Atlántica, los dos países escandinavos se han comprometido a aumentar su presupuesto en defensa al 2% del PIB próximamente. El gasto militar sueco alcanza ahora el 1,26%, mientras que el finlandés supone el 1,70%. Precisamente, los aliados transatlánticos se fijaron en 2014 la meta de invertir nacionalmente el 2% en reforzar su defensa. Recientemente, Alemania, reacia hasta ahora a renovar su Ejército, ha anunciado una inversión de 100.000 millones de euros.