Atentado
Al menos cinco muertos en un nuevo atentado en Israel
El tiroteo, que ha tenido lugar en Tel Aviv, es el tercer ataque que sufre el país en una semana
Un nuevo atentado terrorista, esta vez cometido por un palestino armado procedente de Cisjordania, causó cinco muertos y múltiples heridos en el suburbio ultraortodoxo de Bnei Brak, en los aledaños de Tel Aviv. Es el tercer ataque que sufre Israel en una semana –con 11 víctimas mortales-, donde se está desatando una oleada violenta de imprevisibles dimensiones.
En las primeras imágenes reveladas, se veía al atacante armado con un rifle M-16, disparando aleatoriamente en varios puntos de la localidad. Los primeros paramédicos que llegaron al lugar contaron que hacía muchos años que no veían algo parecido. La escena evocó a los peores atentados sufridos durante la Segunda Intifada.
Entre la psicosis desatada en la zona, el personal médico explicó que escucharon disparos mientras llegaban con sus motos. “Tratamos a varias personas en estado de shock por el pánico vivido tras los tiroteos”. En los primeros instantes, se desconocía si habría más atacantes, con el temor desatado en un barrio religioso con escasa presencia de civiles armados o fuerzas de seguridad desplegadas. El palestino, que según varios testigos iba conduciendo una motocicleta, fue abatido en la escena. Según el servicio secreto israelí, era un joven de 26 años, oriundo de la zona de Jenín, -al norte de Cisjordania- que en 2013 cumplió pena en la cárcel israelí por vender armamento. No disponía de permiso laboral, y tenía prohibida la entrada al país. Probablemente, habría accedido por una de las múltiples brechas existentes en el muro y verjas que separan Israel de los territorios palestinos. Diariamente, entran unos 150.000 trabajadores desde Cisjordania .Los atentados en Beer Sheva (4 muertos) y Hadera (2) fueron cometidos por árabes israelíes, pero ahora aparecen en escena células desde territorio palestino. Con ello, se reafirma las tesis que defienden los grupos islamistas Hamás y Yihad Islámica, que claman por una “resistencia unida” de todos los árabes entre el Mediterráneo y el río Jordán.
En el séptimo atentado en lo que va de marzo y ante la inminente festividad musulmana de Ramadán, se dispararon las alarmas. Justo ayer, el ministro de defensa Benny Gantz visitó al rey Abdalá en Jordania –custodio de los sitios sagrados musulmanes en Jerusalén- para intentar calmar las aguas. El dilema israelí será si revocar o mantener los permisos de acceso desde Cisjordania a la ciudad santa para los rezos masivos en la Explanada de las Mezquitas. A las 10 de la noche, el primer ministro Naftali Bennet convocó de urgencia al gabinete de seguridad para evaluar la crisis desatada. La oleada terrorista, cuyos dos primeros ataques fueron reivindicados por el Estado Islámico, agarró por sorpresa a todos. Como primera respuesta, se ordenó un despliegue masivo de efectivos militares y policiales.
En la zona del ataque, jóvenes judíos enfurecidos cantaron cánticos de “venganza” y “muerte a los árabes”, así como protestas contra el gobierno de Bennett por lo que consideran una pérdida de la seguridad en las calles. En Yabed, el poblado del atacante palestino, decenas de jóvenes palestinos marcharon hacia su vivienda familiar, celebrando el atentado al grito de “Allahu Akbar”.
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